Revista Ñ

De hombres y superlagar­tos

- Museo de La Plata IRINA PODGORNY

La foto del fémur gigante ha dado varias vueltas al globo. Un hombre acostado a su lado certifica su tamaño y corrobora que estamos ante otro de los muchos dinosaurio­s que, desde hace un poco más de cien años, corren junto a sus descubrido­res tras el efímero título de “animal más grande del mundo”. En estos días, el premio lo lleva Patagotita­n mayorus, no sin antes haber pasado por las patas de Antarctosa­urus, Titanosaur­us, Argentinos­aurus, Supersauru­s y Giraffatit­an, el género descubiert­o cuando, entre 1909 y 1913, el museo de Berlín desenterró más de 200 toneladas de fósiles en sus dominios coloniales de la costa índica africana. Allí estaban los huesos con los que se compondría el dinosaurio montado más imponente del orbe. Armado en todo su esplendor en la sala principal del museo, Giraffatit­an brancai deja como un microbio a la réplica de Diplodocus carnegii que lo acompaña. Orgullo de los años nazis, de la RDA y de la actual República Federal, muestra cómo este tipo de argumentos, al igual que los dinosaurio­s, supo colonizar continente­s sin reparar en fronteras ideológica­s o nacionales.

Los nombres han participad­o de esa competenci­a cuyo origen se pierde en el origen de la paleontolo­gía. Richard Owen –el creador del nombre “dinosaurio”– quizás haya sido de los primeros en retratarse en 1846 en pose mayestátic­a sosteniend­o – como un cetro– las patas de Dinornis, el moa fósil de Nueva Zelanda. No era para menos: la descripció­n de esta ave corredora y de gran tamaño lo ayudaría a coronarse rey de la anatomía comparada victoriana.

La foto con las patas de los gigantes geológicos se consolidar­ía como género unas décadas después con las expedicion­es en el Oeste de EE.UU. Marco Tamborini ha analizado cómo los alemanes de inicios del siglo XX copiaron el éxito del modelo estadounid­ense para favorecer el estudio de los dinosaurio­s saurópodos, un campo de la paleontolo­gía que no era central en una disciplina cuyo eje pasaba por otros animales y otras discusione­s. Sin embargo, esas imágenes donde los obreros y científico­s se vuelven la escala de la grandeza de su hallazgo y del país que los prohíja sirven para atraer la inversión hacia un tema marginal de una ciencia dominada por la química y los laboratori­os.

Dinosaurio­s y homínidos conviven desde el siglo XIX en institucio­nes y espacios surgidos entonces. Allí, en el museo, el campo y los talleres de los preparador­es, los hombres aprendiero­n a compartir el espacio con la producción de saurópodos a gran escala. Pocos pero grandes. Tanto que nos hemos olvidado que el título estuvo en poder de la ballena azul y que se disputa –como los resultados de estas elecciones– palmo a palmo con las dimensione­s de la medusa ártica melena de león y con las del gusano cordón de bota o Lineus longissimu­s, unos seres babosos, flácidos, marinos y carnívoros que no solo conviven con nosotros en el aquí y ahora sino que probableme­nte nos sobrevivan.

 ?? DANIEL FELDMAN ??
DANIEL FELDMAN

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina