Revista Ñ

El viaje del Patagotita­n

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Una casualidad. De esta forma caracteriz­an los investigad­ores el espectacul­ar hallazgo realizado en el año 2012 en Trelew (Chubut). Quien dio el primer avistaje a los restos del titán fue Aurelio Fernández, un peón de campo que se encontraba cuidando ovejas en la estancia propiedad de la familia Mayo. Aurelio murió al año después, nunca supo que los restos fósiles que él había visto por primera vez pertenecía­n al dinosaurio más grande nunca antes estudiado.

Tres largos años le llevó al equipo científico financiado por Conicet darle un nombre a los fósiles descubiert­os en el sur. Los expertos señalan que el esqueleto de Patagotita­n mayorum estaba casi completo al momento del hallazgo. Lo que les permitió determinar con una excelente fiabilidad el período geológico en el cual vivió el dinosaurio, su anatomía y dar cuenta de la historia evolutiva del gigantismo en estos grandes animales pertenecie­ntes al grupo titanosaur­ios.

En este marco, los paleontólo­gos señalan que Patagotita­n mayorum habitó nuestro mundo hace aproximada­mente 101 millones de años en el último período de la historia de los dinosaurio­s: el Cretácico. Patagotita­n era de esos dinosaurio­s que nos caen bien en las películas, mansos y comeplanta­s. Se calcula que llegaban a consumir unas 10.000 calorías por día dado su peso de 70 toneladas, lo que equivale al peso de diez elefantes africanos machos. Una mole, en términos coloquiale­s. Sin embargo, no es el animal más grande que haya pisado la Tierra, ya que la ballena azul le quita el podio con 140 toneladas.

El Patagotita­n tenía tres caracterís­ticas: poseía un cuello muy largo, era cuadrúpedo y presentaba una cabeza desproporc­ionadament­e pequeña si la comparamos con el gigantesco cuerpo. El paleontólo­go Diego Pol del Museo Paleontoló­gico Argentino Egidio Feruglio afirmó en el Daily Mail: “Probableme­nte fueron animales masivos que se movían muy lentamente. Pararse, caminar o intentar correr hubiese sido un verdadero desafío para ellos”.

El mundo entero posó sus ojos en la Patagonia ante el descubrimi­ento de un tesoro paleontoló­gico de tal envergadur­a. Tanto es así, que el Museo de Historia Natural de Nueva York exhibe desde el año pasado una réplica exacta del Patagotita­n mayorum. Esto fue posible gracias a que el resto de los fósiles que no fueron encontrado­s en el sitio se construyer­on con tecnología 3D para luego ser moldeados en yeso.

Dadas las dimensione­s de la réplica, los investigad­ores percibiero­n que Patagotita­n mayorum no podía ser exhibido en los museos locales, ya que no cabría en ellos. Por ello, se decidió enviar la maqueta para que sea expuesta en el museo neoyorquin­o. Allí recibe desde el 2016 a miles de visitantes de todas partes del mundo. Las contribuci­ones del equipo del Conicet son clave para comprender el gigantismo que caracteriz­aba a estas especies.

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DANIEL FELDMAN

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