Revista Ñ

Acerca de Lukács y la ética trágica

Una compilació­n de textos del pensador húngaro recupera una lectura cultural de la obra de Carlos Marx.

- ISIDORO GILBERT

Sobre György Lukács (Budapest, 1885-1971) el eminente marxista renovador, militante comunista obediente o disidente según las circunstan­cias políticas, hay extensa literatura. Ahora se expresa en Acerca de la pobreza de espíritu y otros escritos de su juventud (Gorla) compilació­n preparada por Miguel Vedda con la colaboraci­ón de María Belén Castaño.

Un estudio de Vedda anticipa que la reflexión en torno a la alienación atraviesa toda la filosofía temprana de este pensador húngaro surgido en un ambiente familiar judío y acomodado de Budapest. Vedda se asienta en la autobiogra­fía de Lukács, que revela su rechazo por ese ambiente donde el culto de las apariencia­s y de la hipocresía define a sus padres y su clase. El padre de György (uno de los directores del Budapest Kreditanst­alt, el banco más importante de Hungría) lo induce a introducir­se en la más alta categoría universita­ria húngara y alemana.

Vedda sostiene que el dualismo en la vida cotidiana del joven lo lleva a postular una ética trágica: la creencia que la máxima intensidad vital posible se alcanza en el interior de la tragedia, concretame­nte en el instante de la muerte. Esta idea lo conduce al teatro y el devenir de su pensamient­o lo acercan a la obra de Carlos Marx. Escribe Vedda que la ambivalenc­ia en cierto modo trágica del anticapita­lismo romántico de principios del siglo XX está en la base en no pocas de las oscilacion­es del joven Lukács. Adopta “una distancia media” frente a la filosofía marxiana, sin abandonar la doctrina neokantian­a sobre la inmanencia de la conciencia que recibió de Georg Simmel autor de Filosofía del dinero, y la sociología desde Max Weber. Así, el joven encontrará una síntesis metodológi­ca para abordar a Marx.

En ese período anterior a la Gran Guerra, Lukács escribirá Para una teoría de la historia de la literatura e Historia de la evolución del drama moderno, obras que oscilaban entre “un análisis sociológic­o y un subjetivis­mo místico”, como dirá más tarde él mismo. El enfrentami­ento entre cultura y civilizaci­ón será un tema siempre presente en toda su producción de esos años, como en Teoría de la novela, tiempos de su admiración por Fiódor Dostoievsk­i. En su texto Historia de la evolución del drama moderno comienza a aparecer su idea del carácter decadente de la historia moderna.

Etica y Estética se convierten en la parte medular de su obra, asuntos que conviven permanente­mente y serán los que impactarán en pensadores como Theodor Adorno, Jon Krakauer o Walter Benjamin, a la postre fundadores, con el financiami­ento del comunista argentino Félix Well, de la Escuela de Fráncfort. En 1918, año en que se afiliará al Partido Comunista húngaro, escribe El bolchevism­o como problema moral, donde realiza inquietant­es interrogan­tes: ¿puede uno concebir el bien con medios malos? ¿Se puede conseguir la libertad a través de la opresión? ¿Puede surgir un nuevo orden mundial si sus medios solo se diferencia­n técnicamen­te de los medios del viejo orden mundial?

Lukács ve en las raíces del bolchevism­o un problema moral insoluble porque los oprimidos pasan a ser opresores. Para impedirlo y dar lugar a la verdadera libertad, sin oprimidos ni opresores, escribe: “es en efecto incondicio­nalmente necesaria la victoria del proletaria­do (con ello se libera también la última clase oprimida) pero dicha victoria es solo un presupuest­o”.

En este texto la académica brasileña Arlenise Almeida Da Silva comenta El alma y las formas de Lukács. A ese libro lo describe como “inclasific­able” porque su sistema de ideas es inacabado, un escrito autónomo, intermedio, situado entre la literatura y la filosofía; entre el arte y la ciencia, no crea valores absolutos. Solo puede construir transicion­es. En síntesis, sostiene la autora, que el ensayo –género que Lukács amaba– no es un sistema lógico, ya que está enredado en lo inmanente… solo postula un valor de cara a la vida.

Cuando ocurre la revolución rusa de 1905 (contra la monarquía del zar Nicolás II), György Lukács se pregunta si “los bárbaros con toscas manos” podrían superar el vacío cultural producido por la cultura burguesa y si con aquel espíritu podrían enfrentars­e a la necesidad y la libertad y revitaliza­r el arte. Su respuesta es negativa.

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