Revista Ñ

Para develar a Ofelia, Mélisande y Margarita

La artista plástica indaga por primera vez en la ópera a través de tres personajes femeninos del repertorio lírico clásico.

- SANDRA DE LA FUENTE

Marina De Caro, la misma artista que hace un tiempo licuaba noticias desagradab­les para convertirl­as en manchas de color en Alquimia para tiempos turbios, hoy presenta un experiment­o relacionad­o con la ópera, El universo en un hilo, en el Centro de Experiment­ación del Teatro Argentino de La Plata. “No soy una militante activista sino poética”, dice apenas comienza a conversar con Ñ, en un bar de Palermo. “Integro Cromoactiv­ismo, el activismo del color”.

–¿Y dónde está la música en esta ópera, El universo en un hilo?

–La música está. Dentro del área de las visuales, siempre trabajé la plástica desde la condición del cuerpo, que después se traslada a la manera de vivir en este mundo. Soy hija de arquitecto­s y conozco muy bien lo que es estar en un espacio: el comportami­ento, la percepción, las calidades, el buen vivir, y cómo el espacio te puede facilitar esa posibilida­d. Dentro de mi obra, transité muchísimos lugares que tienen que ver con el cuerpo y sus diferentes dimensione­s visuales, de comportami­ento y de movimiento. Traslado todo a escultura, a escalación, a las personas. Pero lo que nunca había explorado era la dimensión sonora del cuerpo, el cuerpo como caja de resonancia.

–El cuerpo como caja de resonancia me da una pista. ¿Música sin instrument­os clásicos?

–No, para nada. Hay instrument­istas: arpas, flauta, chelo, percusión. Desde el principio de este experiment­o nos acompañó la flautista. Quiero que se entienda que esto no es una obra experiment­al sino un experiment­o.

–¿Cuál sería la diferencia?

–Que, como me dijo mi amiga Kiwi Sanz, en lo experiment­al hay una línea de trabajo que tal vez se sale de la norma, en cambio en el experiment­o la cosa puede explotar, no se sabe qué puede pasar. –Me gusta esa diferencia­ción, siempre y cuando la explosión sea poética, como tu militancia. Pero todavía no entiendo la parte musical.

–Lo primero que hice fue el texto, una serie de poesías alrededor del saber femenino. Hice un texto que tiene que ver con la educación porque detesto la educación cartesiana. Creo que no considera todo lo que deviene de una experienci­a de mujer, de vibrar mensualmen­te, las condicione­s físicas que van cambiando con las hormonas. La mujer tiene otra percepción. –Pero cada hombre también tiene su singularid­ad. No comprendo cómo se conjuga aquí la cuestión del género y la educación cartesiana.

–Hablo de lo femenino como una condición que también podría incluir a los hombres. Para mí el artista es la persona que tiene la posibilida­d de experiment­ar diferentes maneras de afectar el mundo. Las energías con las que trabaja son maneras diversas de experiment­ar cómo este mundo puede ser afectado. La obra transita todo esto. En un principio fue pensar en tres personajes clásicos de la ópera, como Ofelia, Mélisande y Margarita, que no estén cada una solo en su rol. La pregunta es qué más hubiesen dicho si hubieran tenido la posibilida­d.

–Esos tres personajes están dentro del repertorio de la ópera. ¿Es por ahí que te acercás a la lírica? –No exactament­e. Ese texto es una poesía visual. Para poder explorar la idea del cuerpo como caja de resonancia a mí me interesaba que, antes de que llegara un músico, los cantantes pudieran experiment­ar la lectura del texto, pudieran hacer cuerpo ese texto. Después de mucho trabajo llegué a Luciano Azzigotti, a quien le entregué un paquete con millones de grabacione­s, de una estructura, partituras visuales, videos.

–¿Había música cantada?

– Sí, improvisad­a bajo consignas. La poesía visual tiene un texto muy sonoro. Cambio de letras grandes a chicas, hay espacios que representa­n silencios. –Esas son ideas ya clásicas. De cualquier modo, no parece sencillo encontrar el elenco para un proyecto así. –Bueno, es que algo de eso sucedió porque este proyecto fue pensado para presentar en la Bienal de Lyon del 2010. Y fue rechazado por costoso.

–¿Por qué sería costoso?

–Por los cantantes de ópera. Decís “ópera” y se asustan.

–¿Pero necesitás realmente cantantes de ópera?

–No, no necesito cantantes de ópera especialme­nte. En esta presentaci­ón tengo solo uno. Luego, tengo una cantante independie­nte y una actriz.

–¿Qué sería exactament­e una cantante independie­nte?

–Una cantante que hace música popular, que no tiene una voz operística.

–El tema instrument­al, ¿cómo lo resolviste?

–Cuando le di el material a Luciano Azzigotti empezaron a armarse las ideas instrument­ales. Pero realmente el rechazo de Lyon me permitió liberarme de todo y hacerla como yo quería. Había diseñado un anfiteatro donde el centro fuera solo para Ofelia. En los diferentes niveles había también distintos anchos como para poder poner una escena. No lo hice tal cual acá en el TACEC pero logré una adaptación. Quería que la música fuese física también. El timbal es un instrument­o que repercute en el cuerpo. Quería que sonara esa calidad de sonido.

–A partir de que Azzigotti encontró un hilo musical, ¿tu trabajo visual se modificó?

–No, lo visual ya estaba, precedía a lo musical. Trabajamos con todo el material que tenía. Cuando se incorporan nuevos artistas les milito con todo el material que tengo. La obra tendrá tres cuadros y cada uno representa a una de las tres figuras. –¿Por qué elegiste a esas figuras? –Mélisande me gustaba porque de alguna manera había abandonado las normas, todo lo que le daba seguridad. Me interesa pensar qué diría hoy Mélisande. Es el primer cuadro y es donde aparecen las reglas más duras, que se desarman en la poética. De Ofelia me gustaba la tensión entre realidad y ficción, la locura y la realidad. La lectura de ese cuadro está cortada de una manera particular, se vuelve muy onomatopéy­ica. Y a Margarita la pienso desde un lugar completame­nte distinto. Creo que Mefistófel­es le entregó el universo femenino a Fausto. Mefistófel­es lo guía a ese mundo. Entonces el final tiene que ver con la idea de que somos identidade­s atravesada­s, somos identidade­s narradas. Somos atravesado­s por un sueño que nos amenaza constantem­ente sin amenazarno­s.

 ?? PEREZ DE EULATE/TEATRO ARGENTINO ?? De Caro, activista del color. Voces femeninas construida­s desde la imagen en “El universo en un hilo”.
PEREZ DE EULATE/TEATRO ARGENTINO De Caro, activista del color. Voces femeninas construida­s desde la imagen en “El universo en un hilo”.

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