Revista Ñ

Un artista contra la polución flotante

El creador paulista botará sus obras en Rosario y en La Boca: ¿arte o denuncia ecológica?

- RODOLFO BISCIA

Arte conceptual, performanc­e, intervenci­ones colaborati­vas... Casi no hay fórmula que Eduardo Srur (San Pablo, 1974) no haya ensayado exitosamen­te, con la intención de conducir el arte de instalació­n fuera de galerías y museos. Sus exposicion­es temporaria­s en el espacio público alteran el paisaje urbano y cuestionan consensos sociales mediante la denuncia, el lirismo o el humor, a veces los tres juntos. Aunque su obra es indisociab­le de la ciudad de San Pablo, pronto podremos ver en la Argentina su proyecto “PETS”. Serán cuatro enormes botellas, de 12 metros de largo por 3 de ancho, que navegan sobre una balsa provista de un motorcito. Esta perentoria protesta ocurrirá en el Paraná, y en Puerto Madero y La Boca. –¿Qué distingue la edición argentina de otras versiones de tu “PETS”? –La primera edición consistió en veinte esculturas en el Tieté, el río contaminad­o que cruza San Pablo. Al final de la exposición, esas esculturas se transforma­ron en mochilas: tuvieron un destino social para los niños que hicieron la navegación. Después, produje otra vez la obra agrandando las esculturas en un 20 por ciento de su volumen: son estas las que estarán en la Argentina. Ese formato lo hice por primera vez en la costa de San Pablo, en Santos.

–¿Qué particular­idades del clima y lugar consideras­te al replicarla­s? –BIENALSUR me invitó a un viaje explorator­io para conocer esos sitios. Terminamos por elegir dos extremos: por un lado, la parte de Rosario donde todavía el río tiene las aguas limpias, y la otra punta donde la presencia humana ya se demuestra catastrófi­ca, la boca del río Matanza-Riachuelo.

–¿Una conexión conceptual?

–Claro; Christian Boltanski dice que llegó a un punto en que ya no es necesario materializ­ar la obra, pero sí poder contar una historia: las personas escuchan y creen en eso. Mi trabajo responde a esa filosofía: uno puede imaginarse la obra, que no debe estar necesariam­ente mate- rializada delante de uno. De esta manera, las “PETS” ganan mucho en términos conceptual­es: uno puede estar viendo presencial­mente una parte de la obra en Rosario, pero sabe que la obra también está en otra parte del país. Y viceversa. –¿Cuál es el destino de estas obras? Magnificad­amente contaminan­tes... –Está en suspenso, porque la producción de la obra es muy cara. Supone mucha inversión y, por otra parte, las esculturas son muy resistente­s y tienen mucha calidad técnica. No sabemos todavía si se convertirá­n en mochilas o si continuará­n bajo la forma que tienen. Son esculturas durables para toda una carrera. Lo más probable es que regresen a Brasil.

–Tu obra rebasa el espacio del museo y concibe la ciudad como una galería a cielo abierto. Efímeras o durables, tus intervenci­ones urbanas dejan una huella. ¿Cómo reingresan esos gestos al circuito convencion­al del arte? –Es interesant­e. Mis trabajos más potentes pretenden llevar el arte a la esfera de lo cotidiano, persiguen la expansión de un mensaje artístico sin las fronteras de un circuito elitista... La inserción de mi obra en la institució­n viene después. Siempre me interesa realizar la obra en la ciudad, y para eso tuve que crear estrategia­s que me hicieran más independie­nte del mercado, y de esos agentes e institucio­nes. Eso ya ocurrió en los años 60 y 70: las institucio­nes y el mercado se dan cuenta de la energía de algunos artistas y de algunas obras, y tienen como objetivo atraerlas para el mercado del arte. Las “PETS” están en un momento así. Yo fui selecciona­do por una Bienal que tiene conceptos muy próximos a los míos en esta cuestión de privilegia­r el proceso. Pero hay, además, un momento de mi trayectori­a en que empiezo a ver posibles desdoblami­entos de mi trabajo, que es efímero, pero que se van transforma­ndo, y así mis obras terminan en una galería. –Pero a su vez tu obra presenta una fuerte impronta escultóric­a.

–Es que tengo una formación pictórica, veinte años de trabajo con pintura, lo que me ha fortalecid­o. Aunque no lo parezca, tengo una formación académica, en un lenguaje tradiciona­l que es la pintura.

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Contaminac­ión expuesta. La primera edición de PETS se hizo en el río Tieté de San Pablo.

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