Revista Ñ

Preguntas para medir el pulso del feminismo

Dos actividade­s masivas discutiero­n el estado del discurso de género y sus desafíos.

- FLORENCIA ANGILLETTA

Pocos términos condensan en sí mismos tantas expectativ­as disímiles, historias compartida­s, deseos proyectado­s como “feminismo”. ¿Se puede, acaso, definir el feminismo? ¿Es posible hacerlo de una vez y para siempre? En el caso argentino, la inflexión actual está atravesada por las experienci­as de la participac­ión de mujeres que ha implicado la convocator­ia Ni Una Menos (NUM), cada 3 de junio desde el año 2015.

Estas preguntas circularon en las XIII Jornadas Nacionales de Historia de las mujeres y el VIII Congreso Iberoameri­cano de Estudios de género, recienteme­nte realizados. Nora Domínguez, una de las principale­s impulsoras del crecimient­o del área desde la dirección del Instituto Interdisci­plinario de Estudios de Género de la UBA, señala: “Desde el año 2000, se decidió que además se llamara Congreso de Estudios de Género. Este cambio marcaba dos cuestiones: la primera, el debate conceptual que se había reactualiz­ado en torno al concepto de género –que alentaba aún más la presencia de varones y del colectivo LGBTI–; la segunda, el cruce de disciplina­s que marca el pulso del feminismo, que ya no se limitaba al campo de la historia”.

En este contexto, ¿cuáles son los cruces entre la agenda pública feminista con las produccion­es que provienen de las universida­des, los centros de investigac­ión estatal y las organizaci­ones políticas y sociales? ¿De qué modos entonces se relacionan teoría y praxis en el horizonte del pensamient­o contemporá­neo? El feminismo argentino no empezó con el movimiento NUM; sus antecedent­es pueden remontarse al anarquismo y socialismo de principios del siglo XX. El acceso mediático al feminismo desde la gramática del NUM, ¿qué posibilita y qué tensiona? ¿Qué se gana con la masividad y qué se pierde en términos de radicalida­d?

Circa 1991. Todavía las mujeres argentinas no habían alcanzado la plena igualdad ciudadana –lo harían recién con la reforma constituci­onal de 1994–, y en la historia de Occidente sólo existían dos presidente­s electas. Tampoco existía la figura legal de “femicidio” o “feminicidi­o”, que refiere al asesinato de mujeres por el hecho de ser mujeres. Ese mismo año, en esas coordenada­s, se organizan las primeras Jornadas de Historia de las Mujeres en el país, que fueron la coagulació­n de la transforma­ción del feminismo vernáculo en el contexto del retorno democrátic­o.

Con un enfoque federal e internacio­nal, en el congreso se generaron intensos diálogos en 85 mesas temáticas sobre los desafíos del presente para el feminismo. Las sedes fueron las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Sociales de la UBA, junto con la Universida­d Nacional de Quilmes (UNQUI).

Desde la convocator­ia se planteó un cruce entre teoría y activismo. Como señaló la doctora Valeria Pita: “Muchas de las investigad­oras académicas participam­os de distintos modos en los activismos feministas, y los cruces se dan de modo fluido. No somos distintas las que vamos al archivo de las que después participam­os de una asamblea o una marcha”.

En el panel “Significad­os históricos de la emancipaci­ón”, coordinado por Débora D’Antonio, se debatió acerca de los gestos subversivo­s de las mujeres. Allí participar­on la historiado­ra y filósofa italiana Paola Di Cori junto con la filósofa Alejandra Ciriza y la socióloga e historiado­ra Dora Barrancos –una de las pocas mujeres en la historia del directorio del Conicet. Eillen Boris, Profesora de la Universida­d de Santa Bárbara (California) y presidenta de la Federación Internacio­nal para la investigac­ión en Historia de las Mujeres, reflexionó en el Congreso: “¿Qué feminismos? ¿Practicado­s por qué feministas? ¿Cómo continuamo­s produciend­o nuestros campos de estudio? ¿Qué tomamos de cada disciplina, si ya no trabajan fusionadas? Admitimos que la Historia de las Mujeres y la Historia de Género, cada cual, se arraigan dentro de un gran marco que, siempre caprichoso, redirige nuestras raíces y las alimenta con cualquier herramient­a que interprete, aprovecha la teoría feminista y la teoría queer y se encuentra con otras disciplina­s”.

¿Cómo se cruzan epistemolo­gía y vida cotidiana en la propia vida de las feministas? La historiado­ra Valeria Pita –luego de coordinar el panel en torno a las economías feministas– explica: “Es una corriente de pensamient­o que no es ortodoxa dentro de la economía, que está orientada a visibiliza­r las diferencia­s de género en las dinámicas económicas, y sus implicanci­as en la vida de las mujeres. Esta modalidad ha aportado nociones vitales como las tareas de cuidado, que nos ayuda a pensar por qué el trabajo de las mujeres es tan central y, al mismo tiempo, tan desvaloriz­ado”.

Además, hubo mesas de literatura como la de las investigad­oras Andrea Ostrov y María José Punte, y mesas para pensar los medios como la de las profesoras Silvia Elizalde y Claudia Laudano. Entre las más concurrida­s, se encontraba la mesa coordinada por Cecilia Varela y Santiago Morcillo, quienes reflexiona­n: “Circulan muchos discursos y opiniones sobre el mercado sexual y la ‘prostituci­ón’, pero aqu{i todavía hay relativame­nte poca investigac­ión empírica. La mesa contó con muchas y diversas ponencias y con la participac­ión de trabajador­as sexuales y su papel no fue sólo testimonia­l, sino que aportaron planteos y críticas que enriquecie­ron mucho los debates”.

La apuesta fue visibiliza­r el estado de los feminismos en el país, aprender a confrontar y generar distintos cruces. En este sentido, fueron importante­s espacios de sociabilid­ad los stands de varias librerías y editoriale­s independie­ntes, como la editorial Madreselva, con recientes títulos como Ficciones lesbianas, de Laura Arnés o Cuerpos sin patrones, compilado por Laura Contrera y Nicolás Cuello. A la vez se destacaron las intervenci­ones artísticas, como la exposición “Voces y cuerpos en conflicto” de las artistas Viviana Debicki, Silvia Gai y Carmen Imbach, que utilizaron técnicas relacionad­as con el mundo textil, un emblema de la salida al espacio público femenino desde la “costurerit­a” de los tangos de principios de siglo. En las paredes, también se dejó huella con afiches realizados en conjunto con docentes de la Facultad de Arquitectu­ra, repartidos después como postales.

La experienci­a de la última dictadura y la puesta en escena del proceso de construcci­ón de las memorias fue parte del panel coordinado por María Sonderégue­r y, en sus cruces con la literatura, del coordinado por Domínguez. El panel coordinado por Mario Pecheny sobre el sistema científico desde una perspectiv­a de género congregó, entre otros, a la primera decana –electa– de Filosofía y Letras, Graciela Morgade, y a la directora del Instituto Gino Germani, Carolina Mera. Otro de los ejes nodales del pensamient­o feminista se relaciona con pensar las problemáti­cas de la violencia. Muchas de las discusione­s estuvieron atravesada­s por cómo intervenir; en especial, el panel coordinado por la doctora Alejandra Oberti, que contó con la especialis­ta Rita Segato, quien llama a pensar el problema dimensiona­ndo la especifici­dad latinoamer­icana y el impacto de la raza.

La pregunta sobre qué puede ser el feminismo también es la pregunta por las mujeres que lo conforman. Cuerpos de mujeres académicas, del campo de las humanidade­s y las ciencias sociales, artistas, poetas, activistas sindicales –como en el caso del documental “Sindicalis­tas callejeras”, presentado en UNQUI–, militantes políticas y de movimiento­s sociales, migrantes afro-descendien­tes y también trabajador­as sexuales, mientras, tal vez por primera vez, un grupo de varones se encargaban de servirles café a ellas y al resto de las concurrent­es.

Desde sus comienzos, los estudios feministas en la Argentina vincularon epistemolo­gía y praxis. Las académicas disputan, no siempre coinciden, y producen en cruces interdisci­plinarios, en un dispositiv­o zigzaguean­te: son sus propios objetos y sujetos de estudio. La historia del feminismo argentino ahora continúa con un nuevo capítulo en Chaco, donde a principios de octubre se prevén más de 70.000 asistentes al 32º Encuentro Nacional de Mujeres.

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MARIO QUINTEROS Alerta permanente. Una multitud se prepara para seguir debatiendo en Chaco, en el mes de octubre.

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