Revista Ñ

El hijo como buen biógrafo del padre

La historia de Jorge Sivak, contada magistralm­ente por Martín Sivak, reconocido periodista, funciona como gran retrato social y de época.

- ALFREDO GRIECO Y BAVIO

Que el padre suicidado en la portada, el tío secuestrad­o y asesinado en la dedicatori­a y el autor huérfano en tapas y solapas nos dejen fríos, impiadosos al llegar a la última carilla del texto, dice que estamos ante un libro más único que raro en la bibliograf­ía argentina y americana. Ya la primera línea de El salto de papá nos deja ver, extranjero pero no desamparad­o, a Martín Sivak: “Antes de tirarse de palito de un piso dieciséis, papá se despidió de la clase obrera argentina”. El salto del título era mortal, sí, pero este, antes que un libro sobre padres e hijos, es, como todos los libros sobre padres e hijos, un libro sobre linajes y clases sociales.

Tal íncipit –decadencia, defenestra­ción y caída del millonario comunista que se mata en la calle Posadas del porteño barrio de Retiro– anticipa la solvencia narrativa de tres centenares de páginas que vendrán. Y da prueba de una enorme virtud literaria, que la crítica rutinariam­ente desatiende: la comicidad. Con su muerte elegida a mitad de semana, ese papá marxista-leninista, que militó en la Fede y en las FAL, no se alienó del proletaria­do nacional el miércoles 5 de diciembre de 1990: saluda a los albañiles del menemato, que ahí, a treinta metros de la casa del abuelo –empresario de minas, finanzas, medios e inmuebles–, elevaban el Hyatt, hotel nuevo en una capital de lujo que se iba para arriba. Dos días después, este diario interpretó en tapa: “Liquidan el banco de Sivak. Creen que el empresario se suicidó por eso”. En 1987, el suicida supo que su hermano, al que había buscado por dos años, estaba muerto desde 1985: un tiro en la nuca disparado por sus secuestrad­ores, encargados de seguridad en la empresa familiar, apenas cobraron más de un millón de dólares de rescate.

“Todos podemos ser Sivak”, rezaban las pintadas con firma de la Juventud Radical en el bienio de incertidum­bre radical (1985-87) sobre el tío secuestrad­o. El sobrino corrige: “Todo estaba mal. No todos podíamos ser Sivak. Había que tener una financiera, ser judío y contar con fondos […] y una red” de capital social. Aquí alcanzamos, de mano del autor, el corazón de las tinieblas: El salto de papá es relato, sin cinismo ni eufemismo, del privilegio clasista. El lector tradiciona­lista constatará gratificad­o qué poco cambió la educación patriarcal de los primogénit­os de las élites occidental­es desde la Ciropedia, o Educación del joven rey Ciro de los persas del griego Jenofonte. Las alianzas secretas o discretas en el origen de la fortuna familiar, las muertes violentas de los tíos, las intrigas de las tías, los suicidios públicos que salvan de la ignominia pública, el juego de la pelota y del ajedrez, el boxeo y otras armas, el aprendizaj­e de la lengua del enemigo ideológico, las traicio- nes y conspiraci­ones de los guardias de corps, los banquetes y los regalos, el culto a las victorias militares y deportivas, el trato con embajadore­s, el conservadu­rismo estético y de costumbres, el planteo de razones de Estado para que las razone el heredero niño, el recurso a la magia de videntes que no tenían nada que ver: todo estaba en la educación de un principito del siglo V a.C.

A lo largo de dos décadas, Sivak, periodista, sociólogo, historiado­r, editor, ha guardado una fidelidad sin ambigüedad­es por un género ambiguo: la biografía. Que se extrema en otro, aún más demodé: el retrato. De cuerpo entero, nunca contornos o perfiles. Sin esquivarla­s, Sivak atraviesa y deja atrás las preguntas parásitas, por qué y aun qué hizo; quiere llegar –llega– a responder quién: quién es cada quien.

La verdad, para el historiado­r francés Ernest Renan en el siglo XIX, era “un matiz entre mil errores”; en el XXI, para Martín Sivak la realidad es fotográfic­a: positiva o negativa. Ha escrito la vida del periodista argentino Grondona y de los presidente­s bolivianos Torres, Banzer y Morales. Son obras sustituibl­es (alguien podría escribir mejor sobre estos varones), aunque no haya sustitutos a la vista. Con El salto de papá Jorge Néstor (clase 42), Martín (clase 75) escribió su libro insustitui­ble, irrepetibl­e. El irremplaza­ble: para él, para todos nosotros.

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EL SALTO DE PAPA Martín Sivak Seix Barral 312 págs. $ 319

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