Puestas en escena de la evangelización
La muestra del videoartista colombiano en OSDE pone en cuestión la violencia y la teatralidad de los discursos del poder y la religión en los medios.
José Alejandro Restrepo está considerado uno de los artistas más destacados de Colombia, reside en Bogotá pero viaja por el mundo instalando una serie de obras que dialogan con la imagen documental, además de explorar la representación de un discurso más cercano a la religiosidad dentro de un imaginario popular divergente, como cuenta su curador. En su muestra Religión catódica, que puede verse estos días en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE, presenta catorce trabajos considerados emblemas de su trayectoria, entre los que hay proyecciones, videoinstalaciones y grabados que exploran el estatuto de las imágenes, su apuesta por “reeditar los materiales y generar otra escritura y otra narrativa de la historia reciente”.
No es la primera vez que Restrepo visita Buenos Aires y, de hecho, el curador de esta muestra, Jorge La Ferla, es un colega amigo y frecuentador de su obra desde hace veinte años. Formado tanto en la universidad de su país como por la oleada del pensamiento francés de los años ochenta de la Ecole de Beaux Arts de Francia, donde vivió cuatro años, mantiene una sólida argumentación sobre las relaciones que se establecen entre arte, política, religión y poder, haciendo foco en la situación compleja de su país pero intentando un discurso global. Restrepo me revela que está feliz con esta muestra, que ya estuvo en este espacio en 2008, junto con tres colombianos contemporáneos, con curaduría de María Iovino. En Contratextos se exploraban las relaciones inarmónicas de las capas sociales dentro de la ciudad. Esta vez se trata de una especie de recorrido por hitos esenciales de su trabajo como artista, cuyos comienzos estuvieron ligados al grabado y luego, en los años ochenta, se volcaron al videoarte y la videoinstalación, al punto que es reconocido como un pionero del videoarte colombiano.
Pero esa referencia no lo encuadra exactamente, está impregnada de un deseo reduccionista más bien, porque Restrepo ha venido publicando textos, ponencias, libros de artista que han ganado premios al diseño, además de fortalecer los conceptos de poscolonialismo con que muchos latinoamericanos han ampliado la teoría para dejar otros rastros, producir otros señalamientos. Ir más allá de los discursos canónicos que se relacionan de manera muy evidente con los supuestos de la religión por excelencia de la conquista, la religión católica, con todo su arsenal de iconografía precisa, de prácticas disciplinares y materiales imprescindibles para enseñar la fe. Por eso empezamos el diálogo conversando sobre una de las obras expuestas, un trabajo singular por la intertextualidad que produce. Una fotografía suya de un hombre sentado en la calle en Quito, Ecuador, que sostiene un cartel escrito a mano con la frase: “vendo un dibujo de Dios”. El hombre que se esconde un poco detrás del cartel firma su obra como Fausto. Por 40 centavos de dólar compra el dibujo coloreado a lápiz que está exhibido al lado, donde se puede ver una representación si se quiere tradicional pero enteramente libre de censores de la iglesia. Esta puesta en escena lo hace sonreír pues le recuerda que el Fausto de Goethe fue quien vendió su alma al diablo y cómo puede representarse lo irrepresentable, al mismísimo Dios.
“Mi trabajo tiene un anclaje muy claro en relación con la iconografía cristiana – me cuenta– y por ello hay muchas obras incluidas aquí donde aparecen versionadas cuestiones que me hacen repasar, con otro enfoque, las posibilidades que tiene el arte de enhebrar por ejemplo las disputas entre iconófilos e iconoclastas en la Bizancio del siglo VIII tomando como base registros de la televisión colombiana, con el velo de Verónica con que el Cristo hostilizado se seca el sudor o las variaciones sobre el purgatorio, todo para referir cuestiones tanto de mi país como de otros de América donde esos conceptos se actualizan de modo dramático”.
En esa trama Restrepo entiende que la producción de imágenes cristianas ha si-