La paz amenazada
Con respecto a “Lecciones mortales que deja el terror” (Ñ 726), quiero agregar que vivimos en un mundo donde existe un abanico bastante extenso de sucesos históricos, que cambiaron los paradigmas sociales. En los últimos años, las grandes potencias tomaron decisiones políticas que tuvieron consecuencias imprevisibles. Por ejemplo, el enfrentamiento de las diferentes culturas en defensa de sus territorios mediante actos terroristas que mantienen en vilo a Europa. El tratamiento de la vida general e individual en detalle es una característica cultural que tiene un enorme impacto en el terrorismo. En las sociedades en donde la gente se identifica en términos de la calidad de miembro de grupo (familia, clan, tribu), puede haber una buena voluntad para sacrificarse. Ocasionalmente, los terroristas parecen ser impacientes para dar sus vidas por su organización y causa. Otros factores incluyen la manera de la cual se acanala la agresión y los conceptos de la organización social.
La religión puede ser la más volátil de identificadores culturales porque abarca los valores llevados a cabo profundamente. Una amenaza para su religión pone no solamente el presente en riesgo sino su fin cultural y el futuro. Muchas religiones, incluyendo cristianismo e islamismo, han utilizado la fuerza para obtener a convertidos. El terrorismo en el nombre de la religión puede ser especialmente violento. En definitiva, la pobreza extrema y la ausencia de oportunidades de mejora social, educación y calidad de vida constituyen el factor fundamental que impulsa el terrorismo e impide resolver, por la vía de la negociación y la paz, los conflictos en el interior del mundo islámico y la proyección del drama al resto del mundo. El problema se proyecta a países democráticos, en los cuales existen etnias y credos diversos, cuya convivencia creativa y en paz es amenazada por eventuales reacciones xenófobas. Maximiliano Reimondi