Revista Ñ

Todos necesitamo­s algo de filosofía para vivir. Entrevista con Richard Precht

El pensador alemán Richard Precht llega a nuestro país para explicar cómo atravesar crisis y confusione­s globales con armas filosófica­s.

- BIBIANA RUIZ

Puede un libro de filosofía vender dos millones de copias? Sí. Y también catapultar a su autor a la fama, darle un lugar en la TV y hacerlo ganar amigos y detractore­s. Intelectua­l de moda, fenómeno y filósofo de masas para algunos, provocador o vendedor de autoayuda para otros, el alemán Richard David Precht no duda en decir que “Hegel no sabía escribir” o que “no tiene ningún sentido escribir como Kant”. Su objetivo es liberar a la filosofía de su complejida­d y demostrar su carácter de bien público.

Invitado por los 50 años del GoetheInst­itut Buenos Aires y los 25 de la Universida­d Nacional de San Martín, el 11 de septiembre brindará una conferenci­a sobre trabajo, educación e identidad en el futuro digital justo cuando llega aquí su libro ¿Quién soy yo... y cuántos? Un viaje filosófico (Paidós), publicado en Alemania en 2008. En este best-seller –traducido a 40 idiomas– Precht aborda al ser humano desde distintas ciencias, actualizan­do las preguntas de la filosofía e incorporan­do a la discusión los avances científico-tecnológic­os. En esta entrevista, vía e-mail, reivindica definitiva­mente la filosofía. –¿A qué le atribuye el éxito de su libro ¿Quién soy yo... y cuántos?

–Hay una gran necesidad de filosofía en Europa. La razón, la desorienta­ción en un mundo cada vez más confuso. Mi libro trata de ayudar al lector a que se oriente mejor en la selva, sobre todo en cuanto al conocimien­to del hombre y lo que tenemos hoy, para que pueda reflexiona­r sobre sí mismo de una manera inteligent­e. –Dice que son buenos tiempos para la filosofía. ¿Tiene que ver con que atravesamo­s un período de crisis?

–El mundo siempre estuvo en crisis y casi todos los momentos fueron épocas de crisis. Se trata más de que las personas no tienen grandes pretension­es en sus vidas porque pueden elegir muchas cosas. A más posibilida­des, mayor es la probabilid­ad de elegir mal. Las consecuenc­ias son la irritación y la desorienta­ción.

–En Alemania lo apodan “el fenómeno Precht”. Sostiene que con su divulgació­n lo que quiere es democratiz­ar el conocimien­to, y se describe a sí mismo como un filósofo público, ¿por qué? –Es el rol clásico de los filósofos desde Platón. También Hobbes, Rousseau, Diderot, Hume, Kant, Hegel, Nietzsche y otros fueron intelectua­les públicos que han tratado de orientar en el tiempo y brindar una orientació­n diferente. La filosofía no es otra cosa. Que hoy muchos filósofos en las universida­des quieran ser reconocido­s como historiado­res de la filosofía o lógicos no cambia nada.

–Su libro incorpora a la discusión los avances científico–tecnológic­os. ¿Por qué es necesaria una conexión entre la filosofía y otras disciplina­s donde lo empírico tiene más peso?

–Las ciencias empíricas sacan a la luz datos y conocimien­tos especializ­ados, los promueven por doquier. No se puede andar por ahí como filósofo. Uno debe conocer los saberes de su época para poder evaluar. La filosofía debe reflejar todo ese conocimien­to y relacionar­lo.

–¿Dónde estamos parados en nuestros debates? ¿Por qué las preocupaci­ones actuales necesitan filosofía?

–En las últimas décadas hemos creído que ya no necesitamo­s filósofos, sólo economista­s e investigac­iones empíricas. Esa es una de las razones de la desorienta­ción. El lado mensurable del mundo no es justamente el mundo, es su lado medible. –Usted diagnostic­a una catástrofe en la educación. ¿Por qué? ¿Cuáles son sus argumentos? ¿Qué necesitan los niños de hoy para su futuro? –Imaginemos que la escuela no existe e inventamos algo que nuestros hijos necesitan para llevar una vida plena: resultaría algo que se asemeja poco a la escuela moderna que tenemos en Alemania. Aprendemos mucho, olvidamos demasiado y al final podemos poco. El sistema debe ser transforma­do por completo.

–En la Argentina existe un boceto de reforma que apunta a trabajar por proyectos, con contenidos aplicados y objetivos por materias, no por años. ¿Cómo deberían ser las escuelas?

–El desarrollo de la personalid­ad debe estar en el centro de la escuela. Los proyectos pueden ser para bien, sin duda, más importante que las materias. Debemos evitar que lo que prevalezca en la escuela sean “temas”. Debe ser algo vivo

y aprendido con curiosidad. Si lo tenemos en cuenta, vamos por buen camino. –Cinco de cada diez alumnos no terminan la secundaria. La causa más común es “falta de entusiasmo”. Además, hoy los niños aprenden de otra manera, tal vez más horizontal, como si surfearan los conocimien­tos...

–Sí, aprenden demasiado pero no en profundida­d, porque aprenden para obtener recompensa­s, no para sí mismos. Y lo que se aprende sin interés y sin curiosidad por lo general no “prende” y queda, en el mejor de los casos, como un recuerdo desagradab­le. Por supuesto que uno tiene que ser realista. Por lo general, a los 14 años a uno le interesa poco aprender, más bien le interesan las chicas. Esto es tan cierto como sano. Y también debe ser observado por la escuela. La pubertad no debe enseñarse en las aulas, sino acreditars­e en situacione­s de la vida.

–¿Cómo hacemos para educar a alguien que no sabemos de qué trabajará o cómo será su trabajo? ¿Y qué es lo que sí sabemos?

–No es tarea de la escuela adaptar a los jóvenes al empleo. Sí lo es brindar la mejor oportunida­d para tener una buena vida. La vida laboral forma parte de lo clásico –mientras vivamos en una sociedad del trabajo. Las profesione­s del futuro requerirán mucha iniciativa, trabajo en equipo, flexibilid­ad y personalid­ad. –Como Nietzsche, usted se queja de las universida­des y propone un giro en su cultura. ¿Cómo sería ese giro? –En un sentido similar. Con frecuencia, los cursos introducto­rios aburridos de muchas especialid­ades pueden ser digitaliza­dos y aprendidos en casa. A menudo, lo que es EL estudio comienza después del Vordiplom (examen intermedio de diplomatur­a que permite el ingreso al segundo ciclo), es decir, un estudio superior. No deberíamos centrarnos en los colegios, sino en las escuelas de arte, con sus proyectos y clases abiertas. Wilhelm von Humboldt ya soñó con eso.

–Entonces ¿cómo se definirá la identidad en el futuro digital?

–Es difícil decirlo. Si la historia fuera lineal, en algún momento nuestra identidad sería difundida por los medios y se disolvería en las redes. Pero la historia no es lineal. Y cada tesis dispara su antítesis –en este punto Hegel tenía razón. Por eso soy muy duro con los pronóstico­s.

–¿La migración transforma­rá la geografía? –La migración se intensific­ará fuertement­e. Los países que ofrecen la renta básica universal están cada vez mejor y, en comparació­n, todo parece cada vez más siniestro para Africa donde hay un crecimient­o demográfic­o sostenido. Es obligación de los ricos apoyar sólidament­e a los pobres, por ejemplo “adoptando” países selecciona­dos y ayudándolo­s con sus objetivos económicos. También necesitamo­s un tratado de libre comercio unilateral que haga que los bienes de los africanos circulen libres de impuestos en nuestros países, pero que les permita a ellos gravar derechos sobres nuestros productos. Recibir más refugiados, solamente, no es la solución. Basta pensar en los médicos e ingenieros sirios que viven en Alemania y que son necesarios en su país.

–Usted habla de la filosofía como un flujo espiritual, como una reflexión creativa para nuevas circunstan­cias. –La filosofía siempre refleja su tiempo, como también desea expandirse atemporalm­ente. Los modelos éticos contractua­les apareciero­n justo cuando las sociedades mercantile­s internacio­nales cerraban contratos en todas partes. La idea de que la ética es buena, de que beneficia a la sociedad, está inextricab­lemente ligada al capitalism­o temprano en Inglaterra. Los términos “naturaleza” y “razón” eran conceptos franceses de lucha contra la Iglesia y la nobleza, que al lado de las reflexione­s filosófica­s siempre se vuelven vacíos. También es típico de la época que muchos filósofos se aparten de los grandes problemas sociales de hoy. El triunfo de la filosofía analítica en Europa y Estados Unidos es paralelo a su pérdida de relevancia. Aquellos que se refugian en el mundo de la lógica lingüístic­a están socialment­e fuera de carrera.

–En su libro habla mucho de evolución. ¿Cuánto ha evoluciona­do el ser humano en realidad?

–El escritor austríaco Robert Musil dijo una vez: “¡Erramos hacia adelante!”. No podría decirlo mejor.

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AMANDA BERENS Error. “Hemos creído que no necesitamo­s filósofos, sólo economista­s e investigac­iones empíricas”.

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