Inscribirse en el tiempo
La artista argentina exhibe obra en la actual BIENALSUR y en la muestra “Radical Women” de Los Angeles.
Este es el año de Marie Orensanz. No sólo acaba de abrir, en la Plaza Rubén Darío y en el marco de la BIENALSUR, su instalación Más allá del tiempo, de doce agujas de acero brillante. También un retrato suyo de 1978 –una bella mujer con su mirada enfocada en el espectador, con la leyenda LIMITADA escrita en la frente– integra una muestra muy valiosa en Los Angeles: Radical Women (Mujeres radicales) en el Hammer Museum, junto a un colectivo de artistas notables. Curada por Cecilia Fajardo-Hill y Andrea Giunta, la muestra es parte de la iniciativa llamada LA/LA, sobre arte latinoamericano en esa ciudad estadounidense, incluye obra de artistas como Liliana Porter, Lygia Clark, Ana Mendieta y Liliana Maresca y se exhibirá hasta el 31 de diciembre de este año.
Orensanz también ha ganado el Premio Julio Le Parc con una obra a instalarse en Puerto Madero que incluye un texto muy peculiar que interpela al espectador: “El ambiente condiciona a la gente”.
La artista nació en una familia que dejó potentes huellas en el teatro independiente del interior de la provincia de Buenos Aires. Su perspectiva de vida estuvo centrada en un peregrinar de muchas mudanzas entre dos continentes. Mantener una obra coherente en ese devenir parece difícil de pensar, pero ella supo posicionarse en un espacio que siempre mantuvo su singularidad.
Es una artista comprometida con algunos puntos claves de su vida y lo notable es cómo ese contrato ha perdurado en el tiempo, ligando a su arte y su familia en una misma trama. Su obra es capaz de elevarse en el cielo abierto tanto como ocupar una preciosa y pequeña caja. Orensanz ha demostrado conjugar muy eficazmente sus modos de señalar lo que le interesa mediante una historia narrada a través de un dispositivo simple y a la vez bello, sin importarle la escala. En tiempos en los que las mujeres se abrían camino con una producción singular a mediados de los años sesenta, ella comenzó su proyección como artista. Esa huella, femenina y pródiga, se ha mantenido a lo largo de estas décadas, siendo de su generación tal vez la más convidada a producir o exhibir en varias partes del globo.
–Hace mucho tiempo que tu obra incluye textos.
–Es que la palabra es muy bella, es estética además de portar sentido.
–He notado que usás siempre la misma tipografía.
–Sí, desde hace años la misma y con minúscula.
La palabra horadada opera desde el vacío en muchos de sus monumentos. Lo sugirió Laura Buccellato en un texto del extenso y bien documentado catálogo de la retrospectiva de 2007 en el Museo de Arte Moderno. Para bien de la comunidad, muchos de sus proyectos se adaptan magistralmente al espacio público y funcionan como un hito de encuentro. Una frase clara y contundente, inscripta en la solidez del metal, comienza un intercambio donde se unen dos fases, al menos las que planifica Orensanz como artista. –¿Y cómo te parece que funcionan esos textos?
–Primero se percibe una dislocación en la linealidad del texto y eso hace que cada mirada deba quedarse atenta a reconstruir el sentido.
Pasada esa etapa lúdica, la palabra horadada en el hierro está destinada a contener no sólo el aire que la atraviesa sino esos dos planos que Orensanz explica con detenimiento:
–Es que hay dos campos, uno es una página transparente donde se inscribe como pensamiento. Otra es una página opaca, y es la estética que la constituye como forma significante.
Así, el texto se profundiza como el nexo de comunicación, entre al menos dos personas. Orensanz cuenta que “desde aquella muestra en 1969 en la Galería Primera Plana de Mar del Plata donde con Mercedes Esteves le hicimos un señalamiento al ‘pueblo de Gallareta que lucha por su única fuente de trabajo’”. Aquella instalación recuperaba una realidad concreta de un pueblo de nuestro país en un espacio completamente distinto, y fue clausurada al día siguiente por la dictadura de entonces. “Desde ahí creo que la palabra es insustituible cuando debo organizar una forma, desde esa palabra puedo comenzar una comunicación con el espectador”, afirma.
Tanto le concierne el texto que lleva acumulados varios escritos, como el Manifiesto Eros como Lenguaje, que incluye
la frase exhibida en el Parque de la Memoria “Pensar es un hecho revolucionario”, obra que ganó un concurso en 1999 para poblar de esculturas el parque que resguarda la historia y los datos de miles de desaparecidos.
Años antes, en 1974, en la Galería Eros de Milán, expuso el texto completo del manifiesto en hojas numeradas 100/100 para quitarle valor mercantil y conseguir que el público leyera otras frases que confían plenamente en el pensamiento: “la acción es la consecuencia del pensamiento”, “pensar y comunicar produce energía” o “el poder creativo comunica a todos”. Una leyenda en la pared animaba a los visitantes a participar: “esta hoja puedes tomarla y llevártela a tu casa”.
“Sí, la palabra, la inscripción, la fórmula me apasionan como parte de mi necesidad de significar con mis obras un encuentro”, admite Orensanz. Y cuenta cómo cuando hace unos días se inauguró la pieza con las agujas de reloj, una chica ya hacía recreaciones con la frase “A través del tiempo” que puede descubrirse en esas delgadas y esbeltas figuras disociadas de la estructura de varios relojes, latentes como otra narrativa del tiempo.
–El tiempo es otra constante en tu obra.
–No sólo he hecho cosas con campanas sino que me he narrado en videos a través de mi propia historia, en fotos por ejemplo. En la obra A través del tiempo todo cambia, nada cambia, del año 2000, intento demostrar que en esencia sigo siendo la misma.
Para este proyecto de BIENALSUR, que por cierto apostó a que la obra de Orensanz, junto a otras seleccionadas, quede en forma permanente en el espacio donde fue montada, el texto de presentación se basó en un pensamiento sustentado en lo dinámico: “Enfrentarnos con el tiempo para construir: caminar, pensar… recorrer, hacer, dejar, comunicar. Verse en el reflejo de las agujas, enfrentarse con el tiempo; somos víctimas del tiempo, él nos permite la conciencia de nosotros mismos, nos confronta, reflejo de nuestra identidad: comienzo”.
Es una apelación provocadora, pues ocupa un espacio de la ciudad que tiene el contraste de una avenida de gran circulación vehicular conviviendo con un parque arbolado; una invitación a sumergirse en otra dimensión por unos momentos. –Siento curiosidad por saber si el título de la muestra curada en Los Angeles por Cecilia Fajardo-Hill y Andrea Giunta, Radical Women, te representa. –Siempre fui una mujer querida y comprendida en mi familia, y no necesité ser feminista. Tal vez podría considerarme humanista pero nada radical. Sin embargo, cuando se gestaba la muestra, el título era otro.
Se alegra de haber sido convocada allí, tanto como ser parte de la BIENALSUR, un proyecto activo y lleno de diversidad. Marie Orensanz sabe que ha dejado inscripciones de sentido en varias generaciones y en esa amplitud consiste su radicalidad, su reflexión sobre sí misma y sobre las producciones contemporáneas que tanto disfrutamos siempre con una factura impecable y rotunda.