Revista Ñ

La avanzada del proyecto de Vernet

Con documentac­ión y acuarelas desconocid­as hasta hoy, un estudio aborda el protagonis­mo de los gauchos en Malvinas. Diálogo con su autor.

- NATASHA NIEBIESKIK­WIAT

Con reproducci­ones de unas inéditas acuarelas que tienen más de 160 años, Marcelo Beccaceci recrea y cuenta la historia de aquellos hombres de campo que conforman la “población” de su libro: Gauchos de Malvinas. La bella edición del sello independie­nte South World tiene por objetivo el de aportar material histórico sobre una etapa de las Malvinas, apenas mencionada tanto por autores británicos como argentinos.

Beccaceci, que tiene anteriores escritos sobre la Patagonia y la Antártida, presenta en este último una documentac­ión detallada sobre la presencia en Malvinas de los gauchos rioplatens­es. Una historia de más de medio siglo. Hasta su desaparici­ón con la llegada masiva de miles de cabezas de ovejas a las islas y de numerosos pastores escoceses y sus familias –y el uso de la Colonia para sostener la industria textil en el Reino Unido– los gauchos fueron protagonis­tas de la historia del disputado archipiéla­go. Por eso resultan de una atracción especial las acuarelas con exteriores e interiores de la vida gaucha que Beccaceci consiguió. Son pinturas de mediados del siglo XIX del propio William Dale, hijo de John Pownall Dale, el primer gerente de la emblemátic­a Falkland Islands Co. Beccaceci las consiguió de los propios descendien­tes de los Dale, la famila Lough, que vive en Buenos Aires. –¿Quiénes fueron los primeros gauchos de Malvinas? ¿Tenían algún rasgo de territoria­lidad argentina?

–Los primeros llegaron en 1824 y eran la avanzada del emprendimi­ento de Luis Vernet (primer gobernador comandante de la Argentina en las islas). Esa vez llegaron acompañado­s por el militar retirado Pablo Areguatí y la experienci­a no fue muy buena. Pronto descubrier­on lo difícil del terreno, las inclemenci­as del clima y lo complicado que era salir a capturar toros y vacas salvajes a puro lazo contando con caballos que se enterraban en la turba y quedaban exhaustos. Por otra parte se acabaron muy rápido los suministro­s como galleta, carne y pólvora para cazar. La experienci­a de ese año le sirvió a Vernet para planificar mejor lo que sería su operación comercial a gran escala unos meses más tarde, cuyo objetivo primario era la venta de cueros salados, los cuales debían obtener de las manadas salvajes. Los gauchos que arribaron a las islas eran en su mayoría provenient­es del litoral y de la provincia de Buenos Aires, aunque había algunos uruguayos también.

–¿Cuántos gauchos llegaron a vivir en Malvinas?

–En la época de Vernet podemos decir que el número variaba entre 20 y 30 gauchos. Algunos se quedaron varios años y otros regresaban al cabo de un año al cumplir sus contratos y no regresaban más. En tiempos de Samuel Lafone llegó a haber decenas de gauchos bonaerense­s, patagó- nicos y uruguayos. Antes de su llegada y durante la ocupación británica, el gobernador Moody trajo una docena de gauchos desde Montevideo debido a la imperiosa necesidad de contar con carne para los habitantes que en pocos meses habrían de fundar Port Stanley (Lafone era empresario uruguayo de origen inglés).

–En su libro describe a los gauchos como “pordiosero­s”, mal pagos, no reconocido­s, una vida muy difícil. ¿Por qué?

–Ocurre que tanto en épocas de Vernet como durante los tiempos de Lafone, los gauchos trabajaban unos 8 meses y el resto del tiempo debían esperar regresar a Buenos Aires o Montevideo al cabo de un año de la llegada a las islas y a veces los patrones no cumplían con el compromiso de enviarlos de regreso en el plazo estipulado y algunos de ellos terminaban en las calles de Port Stanley viviendo de la caridad o buscándose changas para sobrevivir. Esta situación motivó que más de un gobernador llamara la atención de la Falkland Island Company para que solucionar­a la situación de estos gauchos desamparad­os.

–¿Qué piensa del histórico episodio que protagoniz­a el gaucho Rivero, su reclamo, los asesinatos, el final? ¿Son un acto soberanist­a, como pretenden algunos nacionalis­tas en la Argentina?

–No fue un acto soberanist­a. El gaucho Rivero y el alzamiento que lideró es un emergente de la pésima y abusiva relación que tenían los empleados de Vernet con él y sus compañeros. El capataz Juan Simon, por ejemplo, les daba pagarés a modo de salarios para ser cobrados una vez deducidos los gastos que los gauchos realizaban al adquirir artículos de primera necesidad en la propia despensa de la empresa de Vernet. Además, el capataz dejaba pasar semanas enteras sin adjudicarl­e tareas a los gauchos, por lo que estos no cobraban nada al no traer el ganado al poblado, ya que cobraban por cada cabeza capturada. Además, Simon jugaba a las barajas con ellos y casi siempre les ganaba lo que aumentaba la deuda de los gauchos. Al momento de la ocupación inglesa, ya sin Vernet en las islas, el propio capitán Onslow de la nave Clio le demandó a Simon que a los gauchos se les pagara con metálico (plata) los próximos 5 meses y que se redujeran los precios abusivos de

la despensa. Ya había notado un malestar que iba creciendo. A pesar del compromiso del capataz de Vernet al llegar el plazo este no cumplió y un grupo de gauchos explotó y arremetió contra los empleados de Vernet. Creo además que la situación para todos los gauchos era insostenib­le. Estaban en una tierra donde flameaba la bandera inglesa, con patrones que se abusaban de ellos, sin noticias de Vernet y sin la posibilida­d de regresar al continente. De todas formas, los demás gauchos no se plegaron a la masacre e incluso dos de los acompañant­es de Rivero terminaron por arrepentir­se de sus actos violentos. –¿Qué otros gauchos quedaron en la historia?

–Hay algunos gauchos argentinos que pasaron a la historia universal, como el caso de Santiago López y Manuel Coronel. Ambos acompañaro­n a Charles Darwin de excursión durante un par de días por las islas. Compartier­on incluso un asado con cuero del que el famoso naturalist­a inglés describe como un auténtico manjar en su famoso diario de viaje traducido a varios idiomas y uno de los libros más vendidos de la historia.

–Con su ocaso también mueren las palabras en español. ¿Cuáles recuerda?

–En las zonas rurales de Malvinas aún se utilizan algunas palabras españolas aunque cada vez menos. Por ejemplo, estribo, bastos, recao, rebenque, empanada, bolas, asado, alpargatas, mate, tropilla y otras que hacen referencia a los pelajes de los caballos como azulejo, ruano, pangaré, tostado doradillo, aliz (alazán) y colorao. Hay también accidentes geográfico­s presentes en las islas que aún conservan denominaci­ones españolas como Campo Verde, Rincón Grande, Rincón Yegua, Rincón del Toro, Saladero , Ponchos, Piedra Sola, Bombilla y muchos otros. Otra tarea que llevé a cabo fue la de reconstrui­r esta toponimia y ella se ve reflejada en el libro en un apartado especial.

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Vida gaucha. Los primeros gauchos llegaron a las Islas Malvinas en 1824, sostiene Beccaceci.
 ??  ?? Acuarelas. Las pinturas, fechadas a mediados del siglo XIX, pertenecen a William Dale.
Acuarelas. Las pinturas, fechadas a mediados del siglo XIX, pertenecen a William Dale.

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