Modos de ver Cuidemos la lengua La elegida del editor Perlas cultivadas

Lo llaman para ilustrar libros de psicoanálisis; lo convocan a hablar en las carreras, en las facultades de psicología, es disfrutado por profesionales de la salud mental y también por pacientes. Aun cuando se sientan identificados al borde de la humillación anónima. Es Juan Manuel Loiseau, conocido como Tute, el genial ilustrador, hijo de Caloi, retratista agudo de la intimidad cotidiana, el que entre muchas líneas argumentativas, encontró en las confesiones de diván, líneas e historias para contar con humor filoso y mirada cómplice y juzgadora de los momentos que no le contamos a nadie. De nuestras vergüenzas.

Hace pocos días, Tute fue entrevistado por el diario El País, de Madrid. Allí señaló: “El psicoanálisis aguza la mirada y está en mí, así que aparece en todo lo que hago. La lectura entre líneas te arrima el psicoanálisis. Por eso aparece tanto, más allá de los chistes de diván. Cuando hago chistes de pareja, o cuando hago una lectura sociopolítica de la actualidad, la mirada ya es psicoanalizada”.

Con un bife sobre un diván, Tute nos representa como “carne de analista”. “Podés creer, me dijo que te idealizo mamá”, dice un personaje pequeño en los pies de su madre. “No hay caso, Brunetti, se ve que tiene una culpa de muy buena calidad”, le dice el terapeuta al paciente. Y así siguen al infinito sus asociaciones libres volcadas en el papel, muchas de ellas en el diario La Nación y otras en sus libros como la que ilustra esta página. Aquí, un analista se funde en la fantasía del paciente.

Tute paciente, argentino y también analista aprendiz de su propio análisis (recordemos que es uno de los requisitos para ser psicoanalista: unos cuantos años de diván). Conocemos sus padecimientos y también los compartimos. Tal como recomendó Freud aprendemos del chiste.

También él tiene su teoría de porqué sigue funcionando el psicoanálisis en estas tierras. Concluye demoledor ante el diario español: “Nos gusta escucharnos a nosotros mismos”.