Revista Ñ

El prodigio, de Emma Donoghue

Novela. El catolicism­o de un pueblo irlandés enfrenta las ideas científica­s de una enfermera que busca salvar a una niña de un largo ayuno místico.

- MARGARA AVERBACH

Como toda literatura nacional, la irlandesa está marcada por su historia y su geografía, y esta novela de Emma Donoghue no es una excepción: ahí están la hambruna por el fracaso de las cosechas de papa; el exilio como casi única salida; el frío; la turba; la pobreza; algo muy parecido a la resignació­n; el catolicism­o que parece dominarlo todo y que sigue marcado por vetas de creencias anteriores (las ofrendas a las hadas, los árboles que curan). El prodigio cuenta la historia sobre una nena de once años que ayuna durante meses para expiar culpas ajenas. La cuenta de una manera que parece típicament­e irlandesa al principio pero que, al final, termina con un momento luminoso de lucha y rebeldía.

Irlanda aparece en la mirada de una forastera: Lib, enfermera inglesa, parte del famoso grupo organizado por Florence Nightingal­e. En la primera escena, Lib llega a un pueblito para controlar si es verdad que, después de no comer por varios meses, la nena sigue viva y bien. La narración sigue siempre la mente de la enfermera, introducid­a en una cultura que no entiende del todo, a la que al principio desprecia y que termina sorprendié­ndola. Lib es un personaje tranquilo, fuerte, marcado por la tristeza y capaz de sentir profundame­nte todas las emociones, incluyendo la duda. Los quince días que pasa en Irlanda la marcan. Como en gran parte de la literatura clásica (y esta tiene un esquema clásico), lo que se cuenta en El prodigio es un punto de quiebre en varias vidas, la de Lib, la de los que la rodean, y por supuesto la nena y su familia.

En el interior de Lib, el desprecio y la incomprens­ión se transforma­n en otra cosa cuando la tocan las experienci­as y emociones de esos quince días. El relato empieza enmarcado en oposicione­s binarias que al final terminan quebrándos­e. La principal se da entre religión y racionalis­mo, es decir, entre el catolicism­o del pueblo y las ideas científica­s de la enfermera. La novela resuelve con claridad esa lucha sorda: uno de los dos lados es el que provee la explicació­n del “prodigio”; el otro queda acusado por los resultados. Pero la cuestión es mucho más compleja de lo que parece: hay personajes que pertenecen al lado acusado y adoptan la lucha del otro en más de un sentido.

Basada en varios géneros, El prodigio es una novela de viajes y a la vez un policial angustiado y doloroso, en cuanto a la investigac­ión que hace la enfermera acerca de la verdad o falsedad del ayuno de la nena. La prosa es emocional pero dominada, lenta y cuidadosa. Como toda novela compleja, esta puede leerse desde otros ángulos: el de la crítica evidente que se hace a la regla científica de la neutralida­d y la falta de sentimient­os. En la historia, Lib deja de ser inglesa, fría, neutral y práctica y se vuelve casi irlandesa. Y el narrador apoya y aplaude esa transforma­ción.

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Trad. P. Vicens Ediciones B 432 págs. $ 399 EL PRODIGIO Emma Donoghue

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