Revista Ñ

Nueva York Nueva York, de Alberto Vanasco

Rescate. Vuelve a publicarse “Nueva York Nueva York”, novela de Alberto Vanasco, un original narrador, poeta y dramaturgo argentino.

- EZEQUIEL ALEMIAN

En 1847 Thackeray publicó su obra maestra, La feria de las vanidades, a la que subtituló “Novela sin héroe”. De alguna manera, la idea de una novela sin héroe implica un agente de la historia que se atomiza, y la idea de un agente de la historia que se atomiza supone de alguna manera una novela en la cual acción y descripció­n, narración y crónica tienden a equiparars­e en una suerte de entropía secuencial.

Una docena de personajes protagoniz­an Nueva York Nueva York (1967), la hermosa novela de Alberto Vanasco (19251993) que acaba de reeditarse.

Emilio es argentino, vive en un departamen­to de cincuenta años de antigüedad, en West Side, primero con Ralph, luego con Basil, luego con Philip y sus perros. Despedido de su primer trabajo en una fábrica de papel, luego renuncia a la editorial Hawks Publishers. Mary fue pareja de Ralph y luego lo es de Emilio, con quien frecuenta el Hotel Paris. Raymond ha perdido un brazo en Corea, tiene una pensión y un Cadillac con el que se pasea por Manhattan con su mujer, Maureen. En el East Side, sobre la Tercera Avenida, a la altura de la calle 58, Lewis regenta con Emily el bar Alphaville. En el Alphaville trabaja Denis, el barman argentino. Basil trabaja en un hotel. Philip es pianista. Jane vive al lado de Emilio y Basil, y se fuga con este a Chicago. Gerald ha tenido intentos de suicidio, con barbitúric­os y armas de fuego; por momentos tiene la seguridad de que si logra matarse reencarnar­á en mujer. Jimmy es un yonqui.

Van al Five Spot y al Village Vanguard a escuchar a Sonny Rollins, a Gillespie, a Monk. No ver el cine de Truffaut, Resnais, Godard les parece provechoso. El libro está dedicado al Mono Villegas y tiene epígrafes de Allen Ginsberg, Henry Miller y Walt Whitman. No son exactament­e beatniks (los beatniks son “los melenudos”), pero la Segunda Guerra ya se ha disuelto como vivencia. Se drogan, beben mucho, disfrutan abiertamen­te del sexo.

La trama de la novela comienza cuando Mary abandona a Emilio y retrocede temporalme­nte hasta el momento en que Emilio llega a Nueva York, donde termina. No se trata sin embargo de un retroceso lineal, de un relato contado en sentido opuesto, de una sucesión de anécdotas engarzadas a la inversa. A partir de la escena final Vanasco abre el relato en bifurcacio­nes sucesivas, en una suerte de delta, o de implosión. Escribe: “Es la ciudad en el límite justo de su mayor hacinamien­to, justo antes de que se desintegre en la nada destruyend­o lo que la sostiene”.

Cada capítulo se inicia con uno o dos párrafos que funcionan como resumen o exposición de un tema, sobre el cual la trama luego fuga, en su sentido musical, una situación. Con un gran manejo de los diálogos (“conversaci­ones sin sentido o

con el sentido de la conversaci­ón”, anota Gabriela Borrelli en el prólogo), esas situacione­s se conectan con las demás pero a la vez están dotadas de una notable autonomía. La visión retrospect­iva genera lagunas entre las escenas, potenciand­o esa autonomía. Momentos extraños agregan un matiz de onirismo a las escenas.

De Sin embargo Juan vivía (1947), primera novela de Vanasco, se ha dicho que se adelantó veinte años al nouveau roman: está escrita en segunda persona del singular, en futuro imperfecto, recurre al formato policial, es circular, y su escritura es descriptiv­a, objetivist­a.

Nueva York Nueva York conserva un dejo de ese objetivism­o. El contacto con los objetos es seco, pero no se demora. No queda preso en la obsesión por la distancia. Nombra los objetos como si los rozara. Nombra el recuerdo de los objetos, más como si fuese el movimiento en que el recuerdo se desprende de ellos, que el movimiento en que los captura. “Lo único que no nos abandona de todo lo que hemos vivido, es lo que hemos olvidado”, escribe Vanasco. La frase es horizontal, elegante, sensual; jamás se hunde en el dramatismo de un énfasis. Hay algo “cool” sumamente agradable en el ánimo de la novela, una bohemia modal que es más una conquista que una crisis.

David Viñas criticó este libro diciendo que no lograba encarnarse en una imagen concreta de la gran metrópoli y de la experienci­a norteameri­cana. Rafael Arce señaló que no es que Vanasco fracase en dar espesor a la gran metrópoli, sino que las ciudades de sus novelas son ciudades fantasmale­s, amenazadas de irrealidad.

Escribió Arce: “Vanasco publica su primera novela a fines de los años cuarenta y la segunda (Para ellos la eternidad)a mediados de los cincuenta. El género novelesco, en esas décadas, aparece intrínseca­mente vinculado al realismo literario, ya sea para la refutación y el escarnio (el célebre rechazo borgiano), ya sea para la reivindica­ción y el elogio (la consabida inclinació­n de Contorno por el género y la valoración de la obra arltiana en esos términos). Vanasco intentó escribir una narrativa políticame­nte comprometi­da y formalment­e de avanzada”.

Vanasco fue un poeta muy destacado, participan­te de las experienci­as del grupo Arte Concreto Invención, de la revista A partir de Cero y de Poesía Buenos Aires, junto a escritores como César Fernández Moreno, Edgar Bayley, Paco Urondo, Noé Jitrik, Raúl Gustavo Aguirre.

Su narrativa, imperdible, se encuentra en proceso de reedición por el Grupo Editorial Sur.

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