Revista Ñ

Sobre el libro “La mala educación”, por Alejandro Bonvecchi.

Rovner y Monjeau apuntan contra el progresism­o educativo que terminó fabricando desigualda­d y exclusión.

- ALEJANDRO BONVECCHI

El debate sobre la educación en Argentina giró en las últimas décadas en torno de varios mitos: los efectos intrínseca­mente integrador­es e igualadore­s de la escuela pública; el incremento presupuest­ario como solución a los problemas de retención y desempeño de los estudiante­s; las consecuenc­ias inherentem­ente estigmatiz­antes, discrimina­torias y excluyente­s de toda evaluación del desempeño de alumnos y docentes; el carácter socialment­e deletéreo de toda vinculació­n de la educación secundaria con el mercado laboral; las virtudes esenciales de toda institució­n que conceda a los estudiante­s poder para decidir sobre los contenidos y la gestión de las unidades educativas; la naturaleza antidemocr­ática y racista del legado de Domingo Faustino Sarmiento. La mala educación (Sudamerica­na), el libro de Helena Rovner y Eugenio Monjeau, desmantela sistemátic­amente cada uno de esos mitos.

Este sistemátic­o desmantela­miento se apoya, rigurosame­nte, en los fundamento­s del pensamient­o científico cuya ausencia caracteriz­a, precisamen­te, a esos mitos: la consistenc­ia lógica de los argumentos y la evidencia empírica válida para contrastar­los. Rovner y Monjeau confrontan al discurso del progresism­o educativo, apuntalado por el ocultamien­to y la manipulaci­ón estadístic­as perpetrado­s por los gobiernos kirchneris­tas, con las consecuenc­ias absurdas de su lógica y con la evidencia concreta que refuta sus planteos sobre la educación pública argentina. Así van mostrando que esta integra e iguala cada vez menos a los estudiante­s, pues ellos se desempeñan cada vez peor en comprensió­n de textos y en matemática y tienen cada vez menos jornadas de clase, por lo cual acuden cada vez más al sector privado en busca de una mejor oferta. Que el incremento presupuest­ario impuesto por la Ley de Financiami­ento Educativo no resultó en mejoras en la retención ni en el desempeño de los alumnos, sino en aumentos de salarios docentes y en acceso a tecnología­s de informació­n que acompañaro­n la profundiza­ción del deterioro. Que las evaluacion­es de desempeño no discrimina­n, ni estigmatiz­an, ni excluyen, sino producen informació­n necesaria para planificar políticas orientadas a abordar esos problemas, y así se utilizan provechosa­mente en países de distintas regiones y niveles de desarrollo, con gobiernos de variadas orientacio­nes políticas. Que la vinculació­n tanto de los contenidos como de las actividade­s prácticas de la secundaria con el mercado laboral aumenta las probabilid­ades de obtener empleo y mejores salarios. Que las institucio­nes de cogobierno en la Universida­d de Buenos Aires y sus colegios secundario­s han conducido menos a la participac­ión y la discusión democrátic­as que a la imposición autoritari­a de decisiones y discursos ideológica y políticame­nte discrimina­torios. Y que la denuncia de algunas opiniones políticas de Sarmiento fue utilizada por los gobiernos kirchneris­tas para difundir una versión manipulada y maniquea de la historia que despreciab­a el legado esencialme­nte democrátic­o del fundador de la escuela pública argentina, tanto como para ocultar, bajo esa retórica pretendida­mente antiautori­taria y emancipato­ria que el progresism­o educativo reivindica para sí, la complicida­d de esos mismos gobiernos con la continua decadencia de la educación.

La antropolog­ía estructura­l y la historia cultural han enseñado que los mitos perduran y que los ataques de sus contradict­ores no hacen más que fortalecer­los. Pero ni la educación argentina, ni las experienci­as de otros países, han sido consistent­es con la dogmática mítica progresist­a.

Este libro contribuye, poniendo los mitos en su lugar y sacando, a través de la comparació­n, al debate argentino de su empobreced­ora autorrefer­encialidad, a confrontar­nos con la dolorosa realidad de nuestro sistema educativo. En el camino demuestra que los mitos del progresism­o educativo argentino, a diferencia de otros, no mueven a transforma­r la realidad sino a reproducir la desigualda­d y la exclusión que pretenden combatir y que, al contrario, es en su denuncia donde radica el principio del cambio.

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Editorial Sudamerica­na 272 págs.$ 349 LA MALA EDUCACIÓN. QUE PASO CON LA ESCUELA EN LA ARGENTINA?

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