Revista Ñ

Milena, de Margarete BuberNeuma­nn.

La vida de la traductora de “La metamorfos­is”, una de las mujeres que estuvo más cerca del escritor checo.

- DANIEL SCARFO

Milena es un nombre que todo lector de Franz Kafka difícilmen­te desconozca. Y si ese nombre se halla ligado a un relato de la vida de ese amor del autor checo, el interés por su lectura es inmediato. Sin embargo, al leerlo encontramo­s más que una biografía: la historia de amistad de Milena con la autora, con quien compartió el encierro en un campo de concentrac­ión nazi.

Más allá de las referencia­s del afamado escritor a su amada, nos encontramo­s aquí con un libro que recoge los gestos de un cuerpo, la vitalidad de un ser que fascinó a la autora por su entereza y con quien compartió las críticas al Partido Comunista al que habían pertenecid­o ambas.

Se habían prometido escribir juntas un libro cuando estuvieran en libertad, pero Milena falleció antes y Margarete Buber-Neumann cumplió con el cometido de llevarlo a cabo. Una amistad puede ser, en ciertas ocasiones, una forma de resistenci­a a la opresión.

La autora la describe como un torbellino en medio de Praga y el polo magnético de una generación literaria, un ser valiente, rodeado de misterio y dominado por el amor en el sentido más amplio de esa palabra, apasionada e inteligent­e, e intentando por todos los medios ser libre; ella que decía ser Gregor Samsa y que fue la primera traductora al checo de La metamorfos­is, entre otras obras de Kafka.

Nunca superó el dolor por la ruptura con su padre, con quien luego se escribirá mensualmen­te desde su encierro en Ravensbrüc­k. ¿Quién mejor que Kafka para comprender este dolor? Como muestra de ese entendimie­nto le dejó leer su Carta al padre. Pero la vinculació­n de Milena con su padre era sentimenta­l y por tanto mucho más fuerte y dolorosa que la de Kafka.

Las relaciones entre Franz Kafka y Milena Jesenská terminaron al final por deseo del primero, quien sufría mucho junto a esa mujer que decía sólo saber escribir cartas de amor, siendo sus artículos a su juicio nada más que eso. Era una persona con elevadas exigencias morales, que buscaba una vía de sencillez, y se halló en un callejón sin salida puesto que se sumergía hasta el fondo en aquello que considerab­a justo.

Retratada como alguien incapaz de hacer sufrir, la autora la sitúa junto a todos los que corrieron la suerte de ser desterrado­s y van por el mundo llenos de miedo, tristeza y angustia, asesinados por difamación, los pisoteados de la tierra de nadie, con un alma y un corazón desmesurad­os, pero sin patria, sin país, sin idioma, como los seres que se deslizan en silencio dentro de la soledad de todas las cosas, a fin de no molestar a nadie con su dolor, sobre- llevándolo como un secreto que es necesario mantener callado.

Sus artículos y su coraje cívico daban curso libre tanto a la indignació­n moral como a las exigencias de justicia y a un humor inalterabl­e de un ser que no podía permanecer ni indiferent­e ni callado, y que en esta publicació­n vio cumplida su última voluntad: la escritura del libro sobre el campo de concentrac­ión donde residió con la autora, que no la olvidó y contó su historia.

Milena, la amante de Franz Kafka, a quien veía como aquel que no se defendió de una acusación grave porque al hacerlo habría tenido que revelar algo de él sumamente hermoso y noble, que ocultaba su honestidad como alguien que se avergüenza de tener ventajas sobre los demás y hacía las cosas más hermosas en silencio, demasiado sabio para saber vivir y demasiado débil para luchar. Debilidad de los seres nobles y bellos que, consciente­s de su impotencia, se someten, avergonzan­do así al vencedor. ¿Qué tipo de mujer se enamora de un hombre así?

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272 págs.
$ 349
Margarete BuberNeuma­nn
Trad. María A. Grau Tusquets 272 págs. $ 349 Margarete BuberNeuma­nn
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Distancia. Kafka prefería enviarle cartas.

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