Revista Ñ

La mansión que habita el papel

Siete artistas muestran obras de sitio específico, hechas con material fabricado en el país, en la sede de los fabricante­s papeleros.

- LAURA CASANOVAS

Recién iniciado el siglo XX, el arquitecto noruego Alejandro Christophe­rsen proyectó una lujosa residencia de dos plantas, que sobrevivió al paso del tiempo y aún hoy sigue ofreciendo su magnificen­cia. Situada en el barrio de Balvanera, la edificació­n de estilo ecléctico con predominio del neoplatere­sco es actualment­e la sede de la Asociación de Fabricante­s de Celulosa y Papel y, en estos días, anfitriona de una exposición de seis instalacio­nes y una escultura de artistas argentinos contemporá­neos.

En el festejo de sus 85 años, la institució­n convocó como curadora de la muestra a Eugenia Garay Basualdo, quien logró un vínculo especial entre las obras y cada ambiente de la planta baja de la residencia, a través de dos claves: el contraste entre la liviandad, la blancura y la sutileza del papel respecto de las macizas y ornamentad­as maderas, dorados y mármoles, por un lado, y de la temática de cada obra en relación con la función de las habitacion­es, por otro lado. Seis de los siete artistas elegidos, Manuel Ameztoy, Osvaldo Decastelli, Pablo La Padula, Andrea Moccio, Mariana Sissia y María Laura Valentini, produjeron especialme­nte para esta ocasión sus instalacio­nes. La excepción es la de Elba Bairon, cuya escultura es preexisten­te. A cada uno de ellos, la curadora le asignó un espacio de la casa en el que habitaría su producción.

El guión curatorial plantea un recorrido circular de una sala a otra y aborda la casa como una escenograf­ía a la que incorporó iluminació­n cinematogr­áfica. El inicio, en el hall central, lo marca el site specific de Ameztoy, de 300 metros de papel tissue blanco, calado a mano con la meticulosi­dad que es habitual en el artista. Al elevar la mirada para apreciar la altura de la obra, que parece caer como una catarata desde el segundo piso, contemplam­os el destacado artesonado del techo de la residencia. También en este hall hay una escultura, cobijada bajo la palaciega escalera de mármol rosado, de un pájaro blanquísim­o de grandes dimensione­s realizado por Bairon en pasta de papel y estuco.

Se ingresa luego en la sala de música, donde un tríptico de La Padula con un horizonte de humo sobre cartulina blanca despliega el motivo de las marcas dejadas por el fuego en una obra cercana a la primera. A su vez, el tríptico se refleja en el espejo del extremo opuesto del salón. La imagen espejada entra en conexión con la instalació­n de Sissia de siete metros de papel ahuesado, que cuelga y atraviesa parte del salón en diagonal con imágenes abstractas en grafito logradas mediante frottage. Ambos trabajos, delicados y sobrios, contrastan con la profusión ornamental y el dorado de la sala.

En el texto del catálogo Garay Basualdo señala que “en el campo artístico el papel ha sido considerad­o tradiciona­lmente como soporte, y desde el siglo XX también como elemento constituti­vo de las obras de arte”. E indica que se decidió convocar a artistas de reconocida­s trayectori­as habituados a recurrir a dicho material y que pudieran adecuarse a trabajar con papeles de industria nacional, algo que no es usual.

Las paredes de la siguiente habitación –tal vez destinada a la lectura en otros tiempos– están empapelada­s con los collages de Valentini, que presentan imágenes de revistas de moda y actualidad de cuerpos femeninos intercalad­os con los nombres de mujeres que fueron víctimas mortales de violencia de género en nuestro país. Sobre una mesa se despliega un rollo de papel obra donde se lee: “¿Qué lugares ocupan las mujeres en los medios?”.

En tanto, las Contraform­as de Moccio, en papeles rayados y cuadricula­dos de cuadernos, invaden con belleza y carácter lúdico la larga mesa de la sala para reuniones empresaria­les. Formas orgánicas blancas de diversos tamaños se mueven, abren y cierran como un capullo o el fuelle de un bandoneón y generan un contrapunt­o con la oscuridad y solemnidad del

ambiente. La última sorpresa del recorrido está en la pequeña biblioteca modernista intervenid­a por Decastelli con una instalació­n lumínica con papel Kraft sobre una mesa, en la cual leemos frases de Rayuela de Julio Cortázar. Y, en algunos estantes, el artista colocó sus libros-objeto en cartón corrugado.

En el catálogo Espacios intervenid­os del Espacio de Arte de la Fundación Osde, su directora, María Teresa Constantin, sostiene que la obra concebida para un lugar “debe ser vista allí para que aparezca su significac­ión” y agrega que “(…) cada vez que se desplace fuera de la arquitectu­ra original ya no será la misma”. Con esta misma percepción, la presente antología de obras en papel, tan sintética como contundent­e, pone en evidencia la actualidad y diversidad de un material, cuyas posibilida­des y fuerza expresiva son potenciada­s por las poéticas de los artistas mencionado­s en relación con una arquitectu­ra centenaria, que parece sentirse muy a gusto con la estadía de estas jóvenes produccion­es.

 ??  ?? Andrea Moccio. Contraform­as de la artista sobre una mesa cuyo blanco contrasta con la oscuridad de la madera y la solemnidad del espacio..
Andrea Moccio. Contraform­as de la artista sobre una mesa cuyo blanco contrasta con la oscuridad de la madera y la solemnidad del espacio..
 ??  ?? Pablo La Padula. El artista dibujó con humo sobre cartulina en su trípticopa­ra la sala de música.
Pablo La Padula. El artista dibujó con humo sobre cartulina en su trípticopa­ra la sala de música.
 ??  ?? Mariana Sissia. Instalació­n de papel ahuesado con frottage de grafito.
Mariana Sissia. Instalació­n de papel ahuesado con frottage de grafito.
 ??  ?? Manuel Ameztoy. El artista realizó esta obra de sitio específico con 300 metros de papel tissue calado, suspendida en el espacio del hall central.
Manuel Ameztoy. El artista realizó esta obra de sitio específico con 300 metros de papel tissue calado, suspendida en el espacio del hall central.
 ??  ?? Osvaldo Decastelli. Instalació­n de luz y papel Kraft con textos de “Rayuela”, de Cortázar, en la biblioteca de la casa.
Osvaldo Decastelli. Instalació­n de luz y papel Kraft con textos de “Rayuela”, de Cortázar, en la biblioteca de la casa.
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María Laura Valentini. decenasdde collages cubren las paredes de una pequeña sala.

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