Andrés Barba Nuevo Premio Herralde
Los relatos completos de Joseph Conrad y el documental polaco Los niños de Leningradsky, estrenado por HBO en 2005, que narra la historia de unos niños que viven en la estación de tren de ese nombre, son la música de fondo de República luminosa, la novela que convirtió al español Andrés Barba en ganador del XXXV Premio Herralde de novela. Presenta una sociedad dominada por niños salvajes, que “habla de la inocencia salvaje, de la atrocidad que se puede ver a veces en los niños”, destacó Gonzalo Pontón Gijón, en nombre del jurado que conformó junto a Marta Sanz, Jesús Trueba, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé.
La novela está escrita en un tono de crónica, explicada por un narrador veinte años después de los hechos, una estrategia que le permitía “jugar con cosas que habían sucedido antes de la muerte violenta de los niños”. A partir de esa crónica tejida de hechos, pruebas y rumores, el narrador habla de cómo la ciudad se vio obligada a reformular no sólo su idea del orden y la violencia sino hasta la misma civilización durante aquel año y medio en que, hasta su muerte, los niños tomaron la ciudad.
Aunque su novela se publicará el 29 de noviembre, Andrés Barba ya era un “chico de Anagrama”: su novela La hermana de Katia había sido finalista del Premio Herralde en 2001, año en que fue publicada, y excelentemente recibida por la crítica y el público. Le siguieron las nouvelles de La recta intención (2002), Ahora tocad música de baile (2004), Versiones de Teresa (Premio Torrente Ballester, 2006), Las manos pequeñas (2008), Agosto, octubre (2010), Ha dejado de llover (2012) y En presencia de un payaso (2014). Todas en la editorial de Herralde.
Mientras que el argentino Diego Vecchio resultó finalista con La extinción de las especies, una historia natural de los museos, que nacen, se expanden, se agotan y se derrumban para atesorar aquello que fue, que ya no es, ni volverá a ser, pero que se obstina en persistir. Es también, precisó su autor, “una historia alternativa y estrafalaria sobre la fe en el progreso, el ansia de descubrimiento, la pulsión taxonómica, la manía de coleccionar y restaurar”. Para escribir esta novela, según el autor, se inspiró en un libro que hizo Flaubert al final de su vida, Bouvard y Pécuchet. El jurado subrayó el “caudal de ironía y humor sorprendente” que destila su novela, en la que construye un “juego de apócrifos” y un texto “en la línea de una cierta narrativa distante y emocionada del siglo XIX”. Anagrama publicara también su libro.