Revista Ñ

Vivir viéndose vivir

“Los diarios de Emilio Renzi. Un día en la vida” es el último tomo de los diarios de Ricardo Piglia, que son calificado­s como “el vicio” de “esa glándula secreta que es la escritura”.

- ARIANA HARWICZ AUTORA DE “MÁTATE, AMOR” Y “LA DÉBIL MENTAL”

“Para nosotros la forma nouvelle se estructura en base a la narración de un olvido que se convierte en el centro de la trama. ¿Por qué? Porque si se recordara habría que escribir entonces una novela. La concentrac­ión de la forma nouvelle está fundada en el olvido. (…) La narración se teje con la tela del olvido”. Con esta cita los diarios se vuelven para mí una suerte de revelación de lo que escribo, del porqué escribo nouvelles y no novelas, poemas o cuentos, cuál es mi relación y la relación de mi escritura con la verdad, el recuerdo y el olvido. Por eso no importa si Ricardo Piglia tiene o no razón. Lo que importa es que sus diarios, o Los diarios de Emilio Renzi están regados de esta clase de anotacione­s sobre la forma. Epifanías de lectura que enseguida se transforma­n en una escritura a la vez muy lírica y muy crítica.

Los diarios de Piglia son toda una indagación de las posibilida­des de la primera persona, del Yo, sí, pero de un Yo todo el tiempo desplazado, intervenid­o, perforado. Todo el tiempo puesto en sospecha. Ya desde el título mismo cuando Piglia decide suprimirse él en tanto sujeto y figura de autor, o convertirs­e del todo en su propio personaje. El yo, los diferentes yoes o identidade­s como personajes. Y las voces. “No hay hombre que sea tan distinto de otro como lo es de sí mismo en los diversos tiempos”, decía Pascal. Eso son Los diarios de Emilio Renzi, de Piglia, de esos hombres y autores que fue y no fue el escritor. Y esta sentencia escrita en la entrada de un perdido o ficcional “Miércoles 11”, “Hay que vivir en tercera persona”, que es toda una declaració­n filosófica y, yo diría, una declaració­n de lo que “es” un escritor. Vivir en tercera persona, vivir viéndose vivir, escribiénd­ose.

También su diario entrega un carácter; ya en el final, anota: “He empezado a declinar inesperada­mente. No hay que quejarse”.

Los diarios son entonces el recorrido excepciona­l del aspirante a escritor al hombre serio, del artista adolescent­e al moribundo, del joven soñador al hombre de letras prestigios­o y herido.

Un diario siempre retoma la pregunta entre vida y obra, entre vida y escritura. Saltea el paso, el teatro que siempre incluye la ficción. Saltea la contraseña: “Había una vez...” y va directo de la vida a las palabras y de las palabras a la vida.

Más que nunca Los diarios de Emilio Renzi son también una parábola sobre el arco temporal. Los diarios, incluso más que las novelas, están hechos de tiempo. No sólo el tiempo de una vida, o de parte de una vida de un hombre mortal sino también el tempo del diario mismo. Algo que queda anotado ahí, en esa otra dimensión, acumulado en cajas, fuera del alcance de la viuda, de los lectores, editores, cineastas, del ataúd de Piglia.

Los diarios son el vicio, la manía privilegia­da de esa glándula secreta, esa tela de araña y esa trampa redentora que es la escritura.

Y por último los diarios dicen, un sábado: “Admiro a los que luchan por escribir algo cuyo tono sea irrefutabl­e. Es una cualidad que encuentro en Brecht, Kafka, Borges, Calvino”. Escribir algo cuyo tono sea irrefutabl­e, anoto en mi propio diario, salido del diario de Emilio y Piglia.

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GERMAN GARCIA ADRASTI Un final. El tercer tomo de los diarios de Piglia son una clausura impactante para una gran obra.
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LOS DIARIOS DE EMILIO RENZI. UN DÍA EN LA VIDA. Ricardo Piglia Anagrama 296 págs. $ 395

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