Moderno e inclasificable
En su novela “En cualquier lado”, Pablo Katchadjian empuja los límites y crea territorios desconocidos.
Katchadjian es distinto a todos. Dinamita otras maneras de escribir, te sumerge en una manera de pensar, no sólo de leer, en la lógica del absurdo. En su última novela, En cualquier lado, nada es lo que parece: la feria en la que en las primeras páginas el narrador intenta conquistar a Diodora, una chica que busca hacerse inmune bebiendo venenos, se transforma en campo de batalla y en cancha de fútbol, en medio de un sinfín de personajes que desfilan frente al protagonista proponiéndole asistir a luchas clandestinas, armar ejércitos y conquistar reinos. Con ecos de Ferdydurke de Gombrowicz y La liebre de Aira, la novela va cambiando de escenario con la fluidez de los sueños, tan invertebrada como magnética. Leí en alguna parte un elogio de Katchadjian a la novela Michael Kohlhaas de Heinrich von Kleist, por la sensación de modernidad que producen sus textos. Algo similar me pasa con Katchadjian: es uno de los escritores más extraños, inclasificables y desconcertantes de la narrativa argentina actual. Todavía recuerdo la fascinación que sentí en las primeras páginas de Gracias, Qué hacer y esa pequeña maravilla que es El gaucho y el caballo. Katchadjian juega, experimenta, empuja los límites y escribe con un estilo imposible de imitar hasta que logra algo insólito: que los mundos que inventa cobren más sentido que la realidad que nos rodea. Por eso me gusta perderme en los textos de Katchadjian: es como viajar sola por un territorio desconocido.