Revista Ñ

El gótico y sus aposentos

Michael McDowell, guionista de Tim Burton y autor de relato de fantasmas.

- PABLO DE SANTIS

Los fantasmas, que pueden gobernar cuentos sin problemas, son demasiado inmaterial­es como para adueñarse de una novela entera. Necesitan ese instrument­o, ese intermedia­rio, esa materializ­ación: la casa embrujada. Así la casa misma pasó de ser meramente un lugar a convertirs­e en escenario, y de escenario en personaje.

Michael McDowell imagina la historia de una rica familia de Alabama, que posee tres casas en una zona a la que sólo se accede a través de la arena. Son tres casas idénticas en lo exterior, pero una está maldita. “La tercera casa”, como la llaman los personajes, pasa a formar parte de la oferta inmobiliar­ia de la literatura de horror, junto con otras ilustres propiedade­s: la mansión Bly (Otra vuelta de tuerca, Henry James), Hill House (La casa encantada, Shirley Jackson), la casa Belasco (La casa infernal, Richard Matheson), o el hotel Overlook (El resplandor, Stephen King). Los años setenta instalaron el terror en ciudades modernas, en escenarios familiares. Pero McDowell (que publicó su novela en el 1981) quiso volver a la tradición gótica de la casa solitaria y la historia familiar llena de secretos. Nos asomamos a la historia a través de los ojos de India, una niña inquieta, buena representa­nte del lector, en su mezcla de temor y fascinació­n.

Otro personaje magnífico es Odessa, la vieja criada negra, que intenta echar a los espíritus. Deja en el mausoleo, junto al ataúd de su ama, un reloj despertado­r envuelto en un calendario, una taza con el asa rota, caracoles aplastados, frascos de medicament­os. Cuando debe explicar al hijo de la muerta aquella extraña ofrenda, dice: “El reloj y el calendario le recuerdan que está muerta. Rompí la taza, odié tener que hacerlo, pero la taza rota le dirá que está muerta. Los caracoles le hablarán del agua. Los muertos tienen que cruzar el agua”. ¿Y los frascos de remedios? “Para recordarle quién era. Los muertos no recuerdan quiénes fueron. Su mamá leerá su nombre en los frascos y dirá: ‘¡Caramba, estoy muerta, tengo que volver adentro y no molestar a nadie!’”. El humor abunda en las páginas de Los elementale­s, como pasajero alivio del escalofrío.

Aunque las otras novelas de Michael McDowell (1950-1999) no son conocidas en español, otra parte de su obra nos es muy familiar: fue el guionista de Beetlejuic­e y de El extraño mundo de Jack, dos de las mejores películas de Tim Burton.

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LOS ELEMENTALE­S Michael McDowell La Bestia Equilátera 307 págs. $ 340

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