Revista Ñ

Crónicas de un tiempo violento

Con testimonio­s de militantes, el historiado­r Marcelo Larraquy aporta detalles e hipótesis sobre los años 70.

- ISIDORO GILBERT

Marcelo Larraquy tiene escritos libros sobre los prolegómen­os de la dictadura establecid­a en marzo del 76 y puede ser considerad­o un referente obligado para abordar esos tiempos.

Acaba de editar Primavera sangrienta. Argentina 1970-1973. Un país a punto de explotar. Guerrilla, presos políticos y re- presión ilegal. Temas de los más fuertes de la época, que Larraquy enriquece con testimonio­s de 23 militantes de las organizaci­ones guerriller­as de entonces: FAL, ERP, Montoneros, FAR y algún grupo menor, con detalles inéditos narrados por algunos protagonis­tas.

Como se dice en la introducci­ón, este libro preanuncia la década del setenta en “un tiempo histórico en el que la posibilida­d de hacer política, de promover una transforma­ción social, una alternativ­a real para tomar el poder, tenía la violencia como condición inherente”.

Para Larraquy, la violencia como instrument­o de la política no ingresa al tejido social argentino con las milicias que surgen en el marco de factores internos (las dictaduras) o externos (hechos revolucion­arios en varios países). Ya estaba instalada con “el autoritari­smo militar basado en el supuesto de que las FF.AA. debían operar sobre la cúspide del sistema político y guiar el destino del país por encima de la Constituci­ón, generó un trasfondo de violencia que a su vez fue fortalecie­ndo el imaginario revolucion­ario”. Podría añadirse que algunos grupos económicos fueron desde socios hasta promotores de esas aventuras castrenses.

Cada capítulo se refiere a un hecho de violencia notorio: el secuestro de Aramburu cuando nacía Montoneros; el rapto del gerente de la FIAT en manos del ERP; secuestros de hombres de negocios o diplomátic­os como arma propagandí­stica o de recaudació­n de fondos; cómo se conformaro­n las FAR, el origen de la tortura; un relato pormenoriz­ado de la liberación de los presos políticos en el penal de Devoto el día que asumió Cámpora, el rescate de presos políticos, incluida la fuga de Rawson y los fusilamien­tos de Trelew.

Secuela de esta tragedia fue el asesinato del almirante Hermes Quijada. Su autor fue, desde una moto, el “Gallego” Fernández Palmeiro, herido por el chofer del marino. Palmeiro era disidente del ERP que cuestionab­a a Santucho: había integrado la Federación Juvenil Comunista y cuando se refugia, malherido, se niega a ser llevado al hospital y pide una botella de whisky que bebe mientras se desangra. El velorio se convierte en un aquelarre y se dicta la ley marcial. El asesinato de Quijada fue tema de un fuerte intercambi­o entre el general Lanusse y el entonces líder de la JP, Esteban Righi. Le reprocha no haber ido al velorio del marino. Righi replicó: “Yo tuve mis velorios en los que usted no estuvo y usted los suyos, a los que yo no fui”. Ese era el clima de la época.

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PRIMAVERA SANGRIENTA. ARGENTINA 1970 1973... Marcelo Larraquy Sudamerica­na 288 págs. $ 399
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Larraquy. Autor de “Fuimos soldados”.

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