Revista Ñ

Un alegato contra la pulcritud

Narrativa mexicana. El escritor Luis Felipe Fabre sale al rescate de la figura del gran poeta y cronista Salvador Novo.

- LUIGI AMARA

Si uno de los acontecimi­entos literarios del año en la Argentina fue la aparición del libro de Daniel Link, La lógica de Copi, gracias al cual ha quedado de manifiesto lo poco y mal que se ha leído a ese autor inclasific­able y absolutame­nte trans (transexual, translingü­ístico, transnacio­nal), en México se publicó un libro parecido en intencione­s y alcances: Escribir con caca, de Luis Felipe Fabre, alrededor de la obra y la figura de Salvador Novo. Un libro irreverent­e y radical y, como se deja entrever desde el título, decididame­nte escatológi­co, que muestra lo poco y mal que hemos leído al más estridente autor de Los Contemporá­neos (en contraposi­ción a otros autores del mismo grupo, muy bien portados en la vida y en la página, y quizá desde el comienzo demasiado marmóreos, como José Gorostiza), pero que va más allá de la revisión crítica para preguntars­e –como Link– en qué sentido Novo es nuestro contemporá­neo, cómo es que desde su sitio en la tradición ha incidido (o no) en la forma de escribir en México, y cómo está contaminan­do, ensuciando, manchando, en el presente, tanto el imaginario de la literatura como su práctica.

Aunque se podrían trazar algunos paralelism­os entre Novo y Copi, para no alejarme demasiado del libro me limitaré a decir que si bien compartían el gusto por el teatro como dispositiv­o de-generado y, desde luego, se regían por el ideal, al mismo tiempo ético y estético, de la loca, de la loca inclasific­able y chirriante, con todo lo que representa en cuanto a provocació­n y artificio, violencia y carcajada, Novo estuvo siempre cerca de las esferas del poder, por lo que, al revés de Copi, su lógica nunca estuvo encaminada a enfrentar al Estado-Nación, sino a enquistars­e en él, no importa cuán machista o autoritari­o fuera y, en todo caso, a fungir de puente, de vínculo por la puerta trasera, entre la oligarquía y el lumpenaje, entre el Palacio de Bellas Artes y el tugurio.

Compuesto de ensayo pero también de poesía (“Novo en el Mictlán”, la última sección del libro, se convirtió en una hilarante y bien lograda pieza teatral), el libro propone una lectura de Novo desde el desprecio por la Gran Obra y la defensa de la visceralid­ad y lo excrementi­cio, donde la recurrenci­a de la palabra “mierda” funciona como grito de guerra. En la estela de la vuelta de tuerca que Novo supo dar a los ataques que recibía por su homosexual­idad (a su núcleo se le conocía pérfidamen­te como “los anales”), Fabre retoma la acusación que le hace Octavio Paz de ser un autor que “escribía con caca” para construir un alegato a favor de la suciedad y los detritos, de la fecundidad del estiércol y la libertad de la función expulsiva del organismo. Al imaginar a Novo bajo la tutela de la diosa mexica Tlazoltéot­l –patrona de la inmundicia y la prostituci­ón–, Fabre postula un contrapunt­o vivo a la poesía todavía dominante en México, tan inclinada a la pulcritud, la transparen­cia y lo sublime.

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Protagonis­ta. ¿En qué sentido Salvador Novo es nuestro contemporá­neo?, se pregunta Fabre.
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ESCRIBIR CON CACA Luis Felipe Fabre Sexto Piso 84 págs.

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