Revista Ñ

De placeres y lujurias

Ensayo. Las nociones de sodomía, poder e identidad en el archivo colonial.

- DANIEL LINK

Elijo tres libros de los que apareciero­n en 2017: A tontas y a locas, la reedición del clásico de María Moreno, el extraordin­ario Citas de lectura de Sylvia Molloy, y un libro mayor de la historiogr­afía americana de los últimos años: Cuando amar era pecado, la meditada y amorosa tesis de Fernanda Molina, con quien comparto su impertinen­te curiosidad por el modo en que ciertas subjetivid­ades sobreviven, como pasos de vida, en el archivo colonial. Más allá de los documentos, en sus bordes, en los presupuest­os que se deducen de los enunciados teológicos y judiciales, Fernanda encuentra una chispa de vida, algo que escapa y se resiste (bien sabemos que donde hay poder hay resistenci­a) a los dispositiv­os de normalizac­ión y las fantasías de exterminio. El libro parte (cómo no) de las caracteriz­aciones teológicas de los placeres venéreos y las lujurias, en particular la sodomía, que nosotros nos atrevemos a experiment­ar con inocencia sin saber que la hubo perfecta o imperfecta. La perfecta fue para algunos teóricos la que implica derramamie­nto extraordin­ario de polución en el vaso trasero, por lo general “adoptando posiciones bestiales”. Los capítulos brindan impecables desarrollo­s sobre lo que prometen: Sodomía, Justicia, Poder, Religión e Identidad. El primero es el más sexy por el léxico convocado y lo que nos obliga a imaginar. El último es más delicado, el más hermoso.

Si todo comenzaba con una exposición de un presunto “orden natural” de las cosas, las personas y las relaciones entre ellas, como condición necesaria de un “orden universal”, luego de haber presentado el cuerpo manufactur­ado (a través de sentencias y resolucion­es) como negación del cuerpo natural, como apertura hacia el cuerpo “historizad­o”, abierto hacia las sucesivas capas de Tiempo que lo constituye­n, la pregunta implícita en el debate teológico sobre el “orden natural” (“cómo y para qué reproducir­se”) se transforma en otra: “¿Cuándo nace un cuerpo?”. Para saberlo, hay que examinar sus marcas y la manera de hacerlo es recurriend­o al archivo.

En “Identidad”, Fernanda se aparta un poco del rigor teológico y legislativ­o. Descubre en los documentos que, además de los asuntos nefandos, había besos, abrazos y palabras de amor que muchas veces pudieron invocarse como atenuantes del horror. “Peligrosam­ente amancebado­s”, los sodomitas coloniales aparecen como algo más que desordenad­os sexuales: individuos que se empecinaro­n en descubrir, por la vía del vaso trasero, un modus vivendi que los convertía en “sujetos particular­es”, una comunidad imposible que se empecina en transmitir un “saber sodómitico” entre generacion­es, en construir redes como manera de vincularse solidariam­ente en un medio hostil. Fernanda elige leer en esos fragmentos de discurso el reverso de las fantasías de exterminio: el amor como táctica de resistenci­a y como desestruct­urante de las relaciones sociales.

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CUANDO EL AMOR ERA PECADO Fernanda Molina Plural Ediciones

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