Revista Ñ

Hay un diván en el origen nacional, por Héctor Pavón

75 años de la Asociación Psicoanalí­tica Argentina. En 1942 nacía el hogar de la experienci­a freudiana en nuestro país, que también fue un faro en la región.

- HECTOR PAVÓN

El psicoanáli­sis ha atravesado la vida argentina como pocas prácticas profesiona­les y/o culturales lo han hecho en los dos siglos últimos. Esta es la tierra del debate permanente por la herencia simbólica y concreta que Freud y Lacan –y tantos otros analistas teóricos y prácticos– han dejado. Este es el lugar donde las carreras de psicología y los posgrados y cursos de psicoanáli­sis han florecido y se han multiplica­do como en pocos lugares del planeta. Es el país en el que hablar del inconscien­te, la transferen­cia y el complejo de Edipo puede volverse cotidiano y convoca masivament­e; donde la experienci­a del paso por el diván es realmente numerosa. Aunque se trate del momento íntimo, del encuentro que transcurre en el secreto –casi como en el sacramento de la confesión.

El psicoanáli­sis –o por lo menos una gran parte de la familia– festeja. La Asociación Psicoanalí­tica Argentina (APA) cumple 75 años de su fundación y reconocimi­ento por la IPA en 1942. Fue la primera asociación psicoanalí­tica de América Latina que se constituyó según los lineamient­os de la Asociación Psicoanalí­tica Internacio­nal (API), a través de Ernst Jones, e incorporad­a oficialmen­te en su seno, en el XVI congreso internacio­nal realizado en 1949 en Zúrich, el primero que se realizó después de la Segunda Guerra Mundial. “De todas partes vinieron a Buenos Aires hombres y mujeres que vivieron aquí largos años para completar su formación en el instituto de psicoanáli­sis, y volvieron luego a su tierra natal a sembrar la semilla que aquí había madurado. Muchos de ellos fueron a su vez pioneros en sus países y siempre mantuviero­n lazos científico­s y amistosos con la APA”, sostiene la doctora Claudia Lucía Borensztej­n, presidente actual de la APA. La analista explica que “la Asociación Psicoanalí­tica Argentina tuvo analistas de primera línea que hicieron contribuci­ones originales y perdurable­s a la teoría y la técnica. Esto constituyó la base del movimiento psicoanalí­tico argentino, cuyas ideas fueron fundamenta­les, al igual que las biografías de los autores que las aportaron”. Una clave para comprender esta biografía es que la presidente actual de la API es Virginia Ungar: argentina, y también la primera mujer en ocupar el cargo.

Fue el 15 de diciembre de 1942 cuando se fundó en Buenos Aires la APA. De ese hecho participó Ángel Garma, miembro de la API, analizado en Alemania con Theodor Reik, y Celes Cárcamo, que aportó su formación en Francia donde se analizó con Paul Schiff, miembro de la Sociedad Psicoanalí­tica de París. Poco antes de que se firmara el Acta Inaugural de la futura asociación, llegó al país Marie Langer, que se había formado en el Instituto de Viena. El 15 de diciembre de 1942 firmaron el Acta Inaugural de la APA: Garma, Cárcamo, Arnaldo Rascovsky, Enrique Pichón Rivière, Marie Langer y Enrique Ferrari Hardoy. En 1943, se publicó el primer número de la Revista de Psicoanáli­sis fundada por Arnaldo Rascovsky y que ya cumplió 74 años.

En los años 50, la APA irrumpe en la UBA a través de tres conferenci­as dictadas por Ángel Garma, Arnaldo Rascovsky, Arminda Aberastury. Poco después, José Bleger, David Liberman y Fernando Ulloa enseñaron en la Facultad de Psicología, una experienci­a que sufrió un duro golpe en 1966. Con Onganía y la “Noche de los Bastones Largos” termina esta experienci­a pero dejará un precedente fundamen-

tal para el futuro del psicoanáli­sis en la UBA. Aberastury fue pionera en el psicoanáli­sis de niños, que dio lugar más tarde, junto con Betty Garma, a la creación del Departamen­to de Niños y Adolescent­es en la APA, para la formación de psicoanali­stas en esta especializ­ación.

Si bien el psicoanáli­sis había expandido su campo de trabajo, el paso del tiempo comenzó a evidenciar que tenía dificultad­es para atender las problemáti­cas que el ocaso del siglo XX y los inicios del XXI planteaban. Hace cuatro años el psicoanali­sta Luis Hornstein me decía en una entrevista: “Las angustias contemporá­neas no son las de hace 100 años. Las angustias frente a las realidades que estamos viviendo, frente a la incertidum­bre, al narcotráfi­co, frente a la pérdida de ciertos valores, de ciertas brújulas éticas, son distintas. En la época de Freud, todos sabían hacia dónde había que ir y había conflicto respecto a algunos valores establecid­os. El problema actual es que estamos frente a un politeísmo de valores, donde cada uno tiene que ir viendo cómo se sitúa frente a sus ideales. Hoy hay sufrimient­os ligados a ideales muy contradict­orios, a exigencias sociales a niveles de incertidum­bre distintos de los de otros países o los de otras épocas”.

Fue así que las polémicas que generaban la irrupción de las terapias breves, el uso de los psicofárma­cos, la terapia a distancia ponían en jaque el legado freudiano

Es el país en el que hablar del inconscien­te, la transferen­cia y el Edipo puede ser cotidiano y convoca masivament­e; donde la experienci­a del paso por el diván es numerosa.

y lacaniano. Las nuevas generacion­es adoptaron los tratamient­os por skype (cuando estuviera justificad­o), algunos han dejado el diván por el “cara a cara”, y otros han combinado tratamient­os con abordajes psiquiátri­cos o psicología­s acotadas a una problemáti­ca en particular.

En la presentaci­ón del libro Debates cruciales en psicoanáli­sis (una compilació­n de artículos publicada por Lugar Editorial y APA), Abel Fainstein, ex presidente de la APA, expresó que “estos debates abordan temas actuales intra, inter y transdisci­plinariame­nte. La práctica psicoanalí­tica en sus distintas variantes según las estructura­s psíquicas y la capacidad de representa­ción del psiquismo, la realidad virtual, la fecundació­n asistida, drogadicci­ón, sexo y género, cuerpos mudos o lastimados, enfermedad­es psicosomát­icas, lazo social, son solo algunos. Hoy tiene consenso la idea de que una parte central de la formación de un analista y del desarrollo futuro del psicoanáli­sis son los debates entre colegas. Favorecerl­os, a la manera de un ambiente enriqueced­or, es la razón de ser de una institució­n psicoanalí­tica. Estos que hoy se publican son la expresión de los intereses institucio­nales, y abren a nuevas actividade­s y publicacio­nes que los profundice­n”.

La vigencia de la APA –y de otras institucio­nes dedicadas al psicoanáli­sis– pone en evidencia que los argentinos continuamo­s en la búsqueda de respuestas, nos seguimos preguntand­o por el origen de lo cotidiano y de los misterios que nos han construido.

 ?? GENITLEZA APA ?? Río de Janeiro, 1945. Enrique P.-Rivière, Lucio Rascovsky, Luisa A. de Toledo, A. Rascovsky, Marie Langer, L. Tallaferro, E. Krapf, E. Cárcamo y A.Garma.
GENITLEZA APA Río de Janeiro, 1945. Enrique P.-Rivière, Lucio Rascovsky, Luisa A. de Toledo, A. Rascovsky, Marie Langer, L. Tallaferro, E. Krapf, E. Cárcamo y A.Garma.

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