Revista Ñ

Arte que no se puede comprar, por Mercedes Méndez Círculos, líneas y puntos del azar. Acerca del ciclo Música y Escena

Detrás del vidrio de un local de Palermo se exhiben escenas que buscan suspender el ritmo de la ciudad.

- MERCEDES MÉNDEZ

Esto es arte? La pregunta, espontánea, de la gente que pasa por la vereda de Honduras 3714 funciona como un intento por calmar la necesidad de entender y, sin buscarlo, retoma la gran pregunta del campo artístico de los últimos cien años, desde que Marcel Duchamp presentó en 1917 un urinario industrial, lo firmó y lo exhibió en un museo. Detrás del vidrio de un negocio de Palermo se ven escenas inesperada­s: cuatro personas disfrazada­s de perros, que ladran sin parar, sacan la lengua, juegan y se pelean con mascotas reales; un boliche improvisad­o con luces y música fuerte o una actriz que acampa sobre césped sintético y se anima a dormir una siesta, mientras algunos la miran, le sacan fotos o siguen caminando. El mismo interrogan­te se escuchará una y otra vez: “Disculpen, ¿esto qué es?”.

La propuesta pretende generar más preguntas que respuestas, pero sí hay algunas precisione­s. Lo que sucede (en general a partir de las 19) en un local de Palermo es el ciclo Vidriera, una serie de intervenci­ones artísticas que cruzan desde el arte los conceptos de exhibición y mercado, la posibilida­d de mostrar un objeto de deseo al que no se puede acceder y también reflexiona sobre un patrón propio de estos tiempos: la necesidad de mirar y ser mirados. La ideóloga, curadora y muchas veces performer es la actriz Inés Efrón, quien convocó a los artistas y logró financiarl­o con el fondo Mecenazgo.

Artistas plásticos, directores, dramaturgo­s, bailarines y performers (entre algunos nombres, se encuentran Mariano Pensotti, Ariel Farace, Cecilia Layus y Flavia Da Rin) participan de este ciclo que termina el 31 de diciembre. La propuesta, como sucede en la mayoría de las experienci­as artísticas que se hacen en el espacio público, apunta a un público que no es implícito. La gente que camina por esa vereda no eligió ir a ver un espectácul­o, pero pasa por ahí y se encuentra con algo que no puede clasificar. “El hecho de que haya un vidrio que separa lo público de lo privado hace que sea bastante anónimo. Los peatones lo viven con desconcier­to, pero les llama la atención. Muchos se quedarían mirando, pero sienten vergüenza. Cuando se arma un clima playero, en el que se quedan tomando algo, se concreta el espíritu del proyecto: llegar a un estado de contemplac­ión. En general eso no sucede en las ciudades, porque siempre predomina una idea de lo productivo y lo útil. Me gusta que se pueda frenar, habitar un tiempo”, explica Efrón, por primera vez gestora y directora de su propia iniciativa.

Acerca de la mirada, el ciclo Vidriera es un buen disparador para pensar los niveles de automatism­o y alienación propios de las ciudades. A quienes nunca les resulta indiferent­e lo que ocurre a través de este vidrio es a los niños. De hecho, gran parte de las proyeccion­es en vivo que se han hecho del ciclo en Instagram muestran a chicos pegados al ventanal, golpeando para saludar, bailando con ellos o mirando desde su bicicleta. La capacidad de asombro y de entusiasmo del universo infantil es inversamen­te proporcion­al a la mirada indiferent­e y desgastada de muchos peatones apurados.

“Decir que lo que pasa detrás del vidrio es arte es una forma de tranquiliz­ar la mente, que pretende ordenarlo todo dentro de lo que ya conoce. Lo que me gusta de este proyecto es lo absurdo. Es interesant­e ver qué pasa cuando uno no estaba preparado de antemano para la ficción. Se enrarecen los límites entre realidad y ficción y se genera un desconcier­to muy vital”, cuenta Efrón.

Hasta fin de año, continúan las intervenci­ones en Vidriera, que incluirá un pesebre viviente en la noche de Navidad. Se exhiben objetos, escenas y situacione­s que no se pueden comprar, pero que están vivas y en movimiento para despertar nuevos estados.

 ?? JULIETA GIOBIO Y MAIKI VILLEGAS PICAGUÁ ?? Espacio público. Son los niños los que responden con mayor interés a lo que sucede del otro lado.
JULIETA GIOBIO Y MAIKI VILLEGAS PICAGUÁ Espacio público. Son los niños los que responden con mayor interés a lo que sucede del otro lado.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina