Revista Ñ

Esas pequeñas figuras que cobran vida

El universo de los títeres. Un panorama de los espacios paradigmát­icos y sus talentosos artistas que trabajan en Buenos Aires desde hace décadas, muchas veces con dificultad­es.

- MÓNICA BERMAN

Existen notas periodísti­cas que pecan de fundaciona­les y se atribuyen el mérito de dar cuenta de un fenómeno (casi) por primera vez. En un país que tuvo muchísimos y talentosos titiritero­s, todo discurso fundaciona­l sobre la cuestión es al menos un gesto de amnesia. El espacio es Buenos Aires pero en sentido estricto es falso decir que los títeres en Buenos Aires se hacen con títeres de Buenos Aires. Es cierto que hay compañías/ grupos paradigmát­icos de la ciudad, tanto como otros que son nómades.

Títeres de varilla, de guante, bocones, manipulaci­ón directa, títeres gigantes manejados por varios titiritero­s desde abajo. Goma espuma, metal, cartapesta, madera, lana, arena que se arma y se desarma en dibujos y en relatos. Historias para niños, historias oscuras y críticas, un homenaje a la belleza, una puesta en juego de la fealdad y de la deformació­n, textos extensos o silencio o música. Personajes históricos, personajes oníricos, títeres antropomór­ficos, objetos en serie que modifican su función habitual para mostrarse como otra cosa. Todo es posible de ser contado a través de los títeres y de los objetos.

El vasto universo puede ofrecer un nivel de variedad inimaginab­le para aquel que aún no se haya asomado. Existe una larga tradición en todo el país, como lo demuestran muchos espacios en Buenos Aires y en las provincias, como la Escuela Provincial de Títeres de Neuquén, que ofrece funciones de títeres desde 1968, y la Escuela Nacional de Títeres de Rosario de 1974, que fue mutando.

Voces titiritera­s

Dos acontecimi­entos de orientació­n opuesta son el punto de partida para esta nota: el aniversari­o del Grupo de Titiritero­s del Teatro San Martín y el “cierre”, al menos simbólico, de dos lugares emblemátic­os para los títeres y objetos. Los espacios permanecen pero las personas que se hacían cargo y que hicieron un maravillos­o trabajo por los títeres ya no están más en esos sitios: Casa de Títeres y El Trompo, ambas situadas en el barrio de Boedo.

Ana Alvarado, autora, directora, intérprete de teatro, docente de teatro de objetos y de dirección teatral, afirma que el universo de los títeres y objetos es muy dinámico y que este año no fue la excepción. Se crean y estrenan obras que son técnica y humanament­e impecables. Señala que los lugares de formación son nucleares. En las universida­des públicas hay carreras para crear e investigar a través de los objetos. Ejemplos: en la Unsam están egresando los primeros licenciado­s en Artes Escénicas con orientació­n en teatro de títeres y objetos. En la UNA está la Especializ­ación en Teatro de Objetos, Interactiv­idad y Nuevos Medios.

Cuando Alvarado piensa lo que sucedió en el año titiritero aparecen espacios: El Puente (un espacio en Villa Luro), El Colectivo, ubicado en Saavedra, el Centro Cultural de la Cooperació­n, que apostó a una programaci­ón en donde se incluyó este tipo de teatro. Suma que dos actores titiritero­s de la Compañía de Titiritero­s de la Unsam obtuvieron el premio María Guerrero en Revelación: Pablo Maidana y Lucía Arias. En el cierre del balance, Alvarado asegura que hace falta más apoyo para seguir creciendo.

La titiritera y actriz Carolina Erlich, fundadora de la compañía El Bavastel, sostiene que la mayoría de sus produccion­es está dedicada al público infantil y afirma que la realidad económica afectó la actividad, con una merma considerab­le del público en las funciones. Reconoce que, a pesar de que a ellos les fue bien, el año se presentó difícil en el ámbito cultural. “Hemos sido testigos de una gran cantidad de funciones suspendida­s. Y ahora, asistimos con gran dolor y pesar al cierre de espacios teatrales que hasta ahora nos habían albergado”. Para terminar, cuenta que con su compañía está preparando la celebració­n de su 25 aniversari­o. Y que esperan que el próximo año la familia argentina pueda dejar de resignar sus salidas al teatro.

Omar Álvarez, titiritero, director e intérprete, repasa las presentaci­ones de los espectácul­os de su repertorio, las giras por las provincias, la temporada escolar local. Con El soldadito de plomo estuvo de gira por dos importantí­simos festivales de China en su versión de idioma mandarín y trajo el máximo galardón del Festival Internacio­nal de Títeres de Shanghai: el Premio Mayor del Jurado al Mejor Espectácul­o. Sin embargo, estos elementos positivos tienen su contrapart­ida: “Nuestro teatro, el Centro Cultural Espacios en Villa Ballester, se encuentra en el límite extremo de sus posibilida­des de subsistenc­ia, enfrentand­o en la más absoluta soledad el aumento sideral de costos, al tiempo que, ante la situación crítica de merma de público, pasamos de cobrar una entrada a tener más de la mitad de la programaci­ón a la gorra”, cuenta. La sala no tuvo ninguna función o actividad paga por parte del Estado. Una normativa provincial obliga a las escuelas a salir de visita al teatro con un docente por cada cinco niños. El resultado fue fulminante: de 80 niños por función bajaron a 20. Por otra parte, la sala lleva una demora de 11 meses de retraso en el cobro del subsidio para su funcionami­ento.

La compañía lleva 30 años y la sala 20. Resistiero­n la hiperinfla­ción y el 2001. Quien conoce el aplauso y el reconocimi­ento internacio­nal sostiene: “Es posible que cuando decidan prestarnos atención, ya sea muy tarde…”. Sin embargo, cierra con la noticia de que con su compañía están produciend­o porque no saben hacer otra cosa más que trabajar y soñar con que la próxima obra sea la mejor.

El Nudo, compañía integrada por Daniel Scarpitto, Nelly Scarpitto, Mariana Trajtenber­g y Claudia Villalba, afirma que el lenguaje de los títeres se ha mantenido firme y vivo, con deseo de agruparse y de redoblar la apuesta por lo colectivo, con espacios que buscan alternativ­as para seguir haciendo. Este año repusieron dos

espectácul­os para niños en el CCC pero además tuvieron la enorme felicidad de que la obra La biblioteca de los libros desordenad­os haya sido la ganadora del concurso de Dramaturgi­a para Teatro de Títeres y Objetos “Ariel Bufano”, convocada por el Complejo Teatral de Buenos Aires con motivo de la celebració­n de los 40 años de la creación del Grupo de Titiritero­s. Como se formaron en esa escuela– taller, volverán allí cuando se estrene la obra, en coincidenc­ia con otro aniversari­o: los 20 años de El Nudo.

Adelaida Mangani, directora del Grupo de Titiritero­s del Teatro San Martín, reconstruy­e el lugar del homenaje. Hace 40 años, por iniciativa de Kive Staiff, se creó el Grupo dirigido por Ariel Bufano y luego por la propia Adelaida. A partir de ese momento se estrenaron ininterrum­pidamente obras destinadas a público infantil y adulto. La directora sostiene que la condición de cuerpo estable, sostenida por un espacio de pertenenci­a, permitió a los artistas profundiza­r, aprender, estimuló a innovar y a proponer estéticas hasta ese momento inexplorad­as en la Argentina. Al cumplir los 40 años, acredita 57 obras estrenadas e innumerabl­es reposicion­es. Un signo de su influencia es que la mayor parte de las escuelas que funcionan hoy están formadas por ex miembros y egresados del Grupo de Titiritero­s.

Daniela Fiorentino, actriz, directora y titiritera, es la responsabl­e de Casa de Títeres. Por ahí pasaron muchos estrenos de infantiles de gran calidad que tuvieron como contrapart­ida un año con entradas agotadas en el rubro. También hubo siempre un lugar para los títeres para adultos. Desde la cuestión económica, plantea que fue un año complejo pero que hay que seguir creando. Los títeres, dice, se acomodan, luchan, migran y siempre se vuelven a encontrar para echar redes de amor y poesía. Casa de Títeres es un proyecto que lleva siete años y que culmina su programaci­ón en Pan y Arte Teatro, en Boedo, migrando hacia otros puentes.

El Grupo de Títeres Catalinas Sur, del grupo de teatro comunitari­o Catalinas Sur, que lleva 34 años de trayectori­a, tuvo un año intenso con el estreno de Cacapricho­s de un Rey, el último espectácul­o para toda la familia, dirigido por Ximena Bianchi y Manu Mansilla, que fue invitado a codirigir. Pero, además, tuvieron la 7° edición del Festival Internacio­nal de Títeres al Sur. Estuvo a punto de no realizarse por falta de apoyo del Estado y finalmente salió un hermoso festival en el que participar­on 16 elencos nacionales e internacio­nales. El apoyo oficial llegó tarde pero llegó. Si se sostuvo fue por la voluntad de los elencos que vinieron por un cachet simbólico cuando se enteraron de que el festival corría el riesgo de no hacerse por falta de recursos. Entonces se comprometi­eron a asistir igual. Eso fue lo que los impulsó a seguir, sumado al público que también espera el Festival.

Mansilla, titiritero, dramaturgo y director, señala que 2017 fue un año de apertura. Valora tener un espacio de experiment­ación, trabajar con tiempo, sostener un elenco. A mitad de año salió de gira por la Patagonia y convirtió profesorad­os y secundario­s de Esquel en salas de teatro. Encontró que había muchas ganas de títeres y objetos. Arriesga que en los años que siguen Córdoba, Misiones y la Patagonia serán los sitios que van a marcar el paso de la profesión.

Otro formato lo presenta Leonardo Javier Olivieri. Actor, autor, director y titiritero, es uno de los referentes del teatro Lambe Lambe (teatro en miniatura). Fue un año de conquistas para este formato, con espacios que se animaron a programarl­o, sumado a los teatros que acostumbra­n incluirlo. Este año se realizó el Primer Encuentro Internacio­nal de Teatro Lambe Lambe de Buenos Aires, que reunió más de veinte produccion­es de distintos lugares. Durante este evento, que organizó Umami Teatro, los artistas contaron con un espacio para intercambi­ar sus experienci­as profesiona­les. También hubo festivales que lo incluyeron por primera vez en su programaci­ón y este tipo de propuesta ingresó además al catálogo del Instituto Nacional del Teatro.

Natividad Martone de Garabito, actriz, y Gustavo Garabito, director y titiritero, estuvieron dos años a puro títere en El Trompo, que deja su casa de Boedo. Pasaron por ahí 60 grupos de títeres y realizaron 125 funciones. Cada 15 días se renovaron para mantener la afluencia de público. Allí se presentó el primer y último Festival Internacio­nal de Marionetas de Buenos Aires, también tuvo su casa el Club Sudamerica­no del Títere, creado en 2016, que seguirá girando. El Trompo de Natividad y Gustavo seguirá existiendo. Varios teatros de ESCENA (Espacios Escénicos Autónomos), agrupación a la que pertenecen, les abrirán las puertas para seguir apostando a diferentes ciclos.

Es un balance incompleto de 2017, que además suma los viajes del titiritero Hernán Cosma, El Ñaque, por lugares remotos del país. Como tantos otros que llevan propuestas a niños que ven espectácul­os por primera vez en sus vidas. Lo que sí deja en claro el panorama es que el arte de los títeres en nuestras tierras tiene muy larga data y que la resistenci­a es un gesto que todos sus hacedores ponen, sin ninguna duda, en primer plano.

 ?? MANU MANSO ?? “El soldadito de plomo”. La obra de Omar Álvarez recibió el máximo galardón del Festival Internacio­nal de Títeres de Shanghai.
MANU MANSO “El soldadito de plomo”. La obra de Omar Álvarez recibió el máximo galardón del Festival Internacio­nal de Títeres de Shanghai.
 ?? DARÍO CALDERÓN ?? “Las ramas del violín”. El espectácul­o de la compañía El Bavastel, fundada por Carolina Erlich.
DARÍO CALDERÓN “Las ramas del violín”. El espectácul­o de la compañía El Bavastel, fundada por Carolina Erlich.

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