Excursiones a dos islas deseadas
Quién viaja, para qué y a quién se le cuenta el viaje son tres vértices que guían la lectura de crónicas. El elegante y delicado volumen que compiló y prologó Alejandro Winograd, Malvinas. Crónicas de cinco siglos, se configura como un artefacto precioso para reflexionar sobre el espacio geográfico y cultural, y los relatos que lo transitan.
¿Cuántas son las Islas Malvinas? “Para muchos argentinos de mi generación”, escribe Winograd al comienzo del libro, “las Malvinas no son uno sino dos o, quizá, tres archipiélagos”. El primero, como el Congo para Marlow, se configura en el mapa indeleble de la infancia: porción genuina del territorio nacional aunque ocupada por los ingleses: “las Malvinas eran las únicas de aquellas islas del Atlántico Sur que tenían nombre propio y que no podían (¡no debían!) faltar en ningún mapa”.
La segunda configuración del archipiélago surge con la guerra en 1982, acontecimiento que no sólo abre una herida en la historia argentina y en la memoria popular sino que, además, pone de manifiesto la importancia estratégica que tiene sobre el territorio antártico y da lugar a la actual identidad de las Malvinas –con la explotación de sus riquezas naturales en punta.
Desde el primer avistaje documentado de las Islas en un informe de navegación de 1600 por el holandés Sebalt de Weert (por quien reciben el nombre de “Sebaldianas”) hasta el viaje a dedo en 2012 del argentino Federico Gargulio, pasando por los asentamientos sucesivos de franceses, británicos y argentinos criollos, la curiosidad descriptiva de Darwin, y el relato lúcido y bien plantado de Agustín Arce sobre sus meses en Puerto Argentino como combatiente en la Guerra, la colección de Winograd apuesta a seguir abriendo las perspectivas sobre un mismo territorio vivido y contado de maneras diversas, conformando un “espacio subjetivo y esencialmente humano” para intentar “entender cómo era y cómo es ese archipiélago cuando no se lo mira como lo miramos nosotros sino como lo miran los otros”.
Malvinas. Crónicas de cinco siglos es una excelente hoja de ruta para la historia de las Islas y funciona como disparador para lecturas futuras, ya que los fragmentos elegidos invitan a zambullirse en las fuentes completas. Sin embargo, lo más destacado del volumen lo constituye el andamiaje de paratextos con los que Winograd vincula las Islas con otros episodios de la historia e incluso con disciplinas diversas. Así, a la Guerra de Malvinas se llega luego de una deriva por la batalla de las Termópilas, y el viaje del alférez José María Sobral, en 1901, de camino a la Antártida sirve de excusa para una interesantísima historización de las sucesivas hipótesis sobre la existencia de un gran continente al sur del Sur (terra australis quae incognita est).
Dispositivos literarios que insisten sobre el argumento de que cualquier territorio, por más estática que se suponga su identidad, es múltiple y diverso.