Avedon, el genio de las mil cámaras, por Gabriel Palumbo
Una muestra en una galería de Nueva York exhibe las fotografías que Richard Avedon tomó para “Nothing personal”, su trabajo con el escritor James Baldwin.
Todas las fotografías son precisas. Ningun a de ellas es la verdad. Richard Avedon
El de Chelsea es el caso de un barrio que se mueve al ritmo de las galerías de arte. Hay otros distritos en ciudades del mundo en los que las galerías reinan y brillan, pero en Chelsea es diferente. Son cuadras y cuadras de galerías donde antes hubo talleres y depósitos y hoy se muestra y se comercia con lo más importante del arte contemporáneo del mundo.
Con apenas cruzar la puerta de la galería PACE, ubicada en la 24 entre la 10 y la 11, y especializada en fotografía contemporánea, el espectador estará frente a un tesoro documental, estético y político. Nothing Personal es un proyecto que el fotógrafo Richard Avedon y el escritor James Baldwin idearon en 1964, bajo la forma de un libro de advertencia y denuncia.
El dialecto actual lo llamaría fotolibro, o libro objeto, pero estas nominaciones no le hacen justicia. Es un libro de una belleza pop indiscutible y de una potencia social arrolladora que combinó la sofisticación artística con la claridad política sin sobreideologizaciones en proporciones ideales.
Los textos de Baldwin, escritor negro criado en el Harlem duro de los años 30 que el tiempo elevó al rango de profeta, se correspondían con las severas imágenes de las fotos que Avedon tomó durante la primera parte de la década del 60. El libro tuvo como objetivo plantarse en medio de lo que se llamaba “el problema negro” y mostrar, en letra e imagen, las distintas realidades americanas en tiempos de promulgación de la ley de derechos civiles.
Las fotos muestran la plasticidad y la coherencia de Avedon. Su libertad creativa fue tal que nunca necesitó ni las etiquetas ni las exageraciones sobreactuadas de los artistas de protesta. Lo que distingue su fotografía es el ánimo humanista. Lo mismo da si toma a una celebrity o a un líder de la resistencia negra. Hay una intimidad humana que lo mantiene alejado de cualquier levedad y coloca a los protagonistas en una conversación con el fotógrafo que solo se completa con la mirada posterior del espectador.
En la exposición hay algunas tomas célebres. El desnudo del poeta Allen Ginsberg, activista por los derechos de los homosexuales, haciendo el gesto budista de abhaya mudra, que indica tranquilidad y sosiego y los pequeños retratos de una Marilyn Monroe abatida y llena de una gracia melancólica tal vez sean los más famosos. Ambos merecieron una saga a través del tiempo y muestran a Avedon con una sensibilidad amplia para los conflictos individuales y sociales.
Menos obvias, hay dos fotos especialmente conmovedoras. En “William Casby, nacido esclavo” Avedon retrata a un hombre negro de casi 100 años, con el rostro alargado por la deformidad de su mandíbula y los ojos secos, indistinguibles casi del rostro, lejanos en el tiempo. Con sus hombros cargados y fuertes pese a la edad, Casby, nacido esclavo en Algiers, Lousiana, fue la representación literaria del pasado esclavista de los Estados Unidos