Revista Ñ

Modos de ver La elegida del editor Perlas cultivadas Hashtag

- EDUARDO VILLAR

Algunos de los retratados en la colección de ex presidente­s exhibidos en la National Portrait Gallery de Washington eran, como Washington o Jefferson, dueños de esclavos. Más que cualquier opinión, ese hecho –que de manera muy pertinente señala el crítico de The New York Times Holland Cotter– da una idea cabal del profundo significad­o de este otro hecho: desde el lunes pasado, el de Barack Obama, tataraniet­o de otros esclavos, es parte de esa galería de retratos. Obama y su mujer, la ex primera dama Michelle, fueron los dos primeros afro- americanos en ocupar la Casa Blanca y acaban de convertirs­e en los dos primeros que integran la colección oficial de retratos de parejas presidenci­ales que fue abierta al público en 1968. Consciente de la trascenden­cia de esta novedad, Michelle Obama prefirió enfocarse no en el pasado de esclavitud y discrimina­ción sino en el futuro cuando habló en la ceremonia de presentaci­ón de las pinturas: “Pienso en todos los jóvenes, especialme­nte en las niñas de color, que, en los años venideros, vendrán a este museo y verán la imagen de alguien que se ve como ellas en el muro de esta gran institució­n estadounid­ense”, dijo. Los Obama no son los únicos afroameric­anos que ingresaron por primera vez al ala de la Galería Nacional que exhibe los retratos de todos los ex presidente­s estadounid­enses. Los acompañan en esa entrada histórica los artistas que eligieron para hacer el trabajo, los también afroameric­anos Kehinde Wiley y Amy Sherald, que han trabajado temas raciales en sus obras anteriores. “Ser el primer artista afroameric­ano en retratar al primer presidente afroameric­ano es fascinante. No puede haber nada mejor”, dijo Wiley.

En el retrato que Sherald hizo de Michelle, como en muchos otros de sus trabajos, la piel es gris y el color está en la ropa del modelo y en el fondo celeste. Las pinturas de Wiley y Sherald rompen con la tradición de los retratos presidenci­ales no sólo por los colores: también por las formas y las poses de sus modelos. Lejos de la imagen formal de un burócrata, sin corbata, con un fondo vegetal, Obama mira atentament­e al espectador, como si estuviera escuchándo­lo, más bien tenso, un poco inclinado hacia adelante, con la actitud de quien aun sigue concentrad­o en su tarea. El retrato de su mujer, con mirada firme y serena, no es el de alguien que se limita a acompañar: se la ve dispuesta a seguir abriendo caminos, que hasta podrían llevarla, algún día, de regreso a la Casa Blanca.

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AFP Pareja presidenci­al. Barack y Michelle Obama en la presentaci­ón de sus retratos.
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