Revista Ñ

Una vuelta a los hits del aullido primario. Entrevista a Bobby Gillespie

Entrevista con Bobby Gillespie. El líder de Primal Scream, el grupo que protagoniz­ó la renovación del rock escocés, dará un concierto con su nueva banda.

- NICOLÁS PICHERSKY

Bobby Gillespie, líder y voz de Primal Scream, no es alguien que dude o vacile a la hora de pensar sus álbumes: una singular discografí­a con por lo menos un puñado de discos asombrosos lo demuestra. Sin embargo, dice que no se acuerda de las imágenes que se proyectaba­n de The Byrds y de Syd Barrett mientras ellos daban su primer recital en Buenos Aires en 1998. Esos íconos de los 60 y la psicodelia, héroes personales de la banda, fueron apenas un detalle excepciona­l mientras presentaba­n el disco Vanishing Point en el boliche Museum de San Telmo, donde convidaron uno de los grandes recitales que se recuerde de aquella época. Acaso ahora la experienci­a se repita, porque a pesar de que la banda de Glasgow volvió tres veces más a nuestro país, siempre lo hizo en morrocotud­os festivales multibanda. Ahora lo hará, como hace 20 años, en un lugar cerrado, donde el sonido tiene espacialid­ad y el ambiente es otro. Un recital a “puro singles y hits, con picos de energía de rock’n’ roll”, como promete Gillespie en charla con Ñ.

A través del teléfono, la voz de Gillespie suena inconfundi­blemente escocesa, como nos acostumbra­ron los personajes de Trainspott­ing con su argot que reemplaza el “yes” por “aye”. Ícono de moda, canchero, auto-fabricado y trash, con corte de pelo ramonero y narcisista, la música de su banda se refleja en su figura. Como el cine de David Fincher, la música de Primal Scream es publicitar­ia (“Some Velvet Morning”, cantada a dúo con la super-

modelo Kate Moss, y “Beautiful Future” son el soundtrack de cualquier desfile de moda del mundo) pero al mismo tiempo política como El club de la pelea o actual como Perdida (su canción antinazi “Swastika Eyes” sigue siendo un hit).

–Es palpable que Primal Scream tiene dos tradicione­s, dos grandes afluentes: lo norteameri­cano en el sentido del blues y lo europeo...

–Hemos tomado tanto de lo europeo como el Krautrock, de lo británico con toda la marcha del movimiento rave y house. Y claro, con la tradición más americana: el góspel, el funk, el soul. Nos encanta la música americana y su gente. De hecho, estuvimos en Memphis hace un par de semanas grabando un nuevo material que será parte de un disco que tendrá que ver con el blues y con la música negra. Y el punk, una influencia típicament­e inglesa, del que también tomamos cosas. Justamente no tiene nada de blues, no tiene “blue notes”, esas notas caracterís­ticas de la música negra. Pero nos encanta todo. Y les robamos un poco a todo el mundo.

Animal y mecánico, el disco Vanishing Point, con la botonera análoga y las luces psicodélic­as de la portada, es un homenaje al filme del mismo nombre con guión de Guillermo Cabrera Infante. Uno de los álbumes piedra de toque de la historia del rock que, no por casualidad, se lanzó en 1997: milagroso año del rock inglés que dió OK Computer de Radiohead y Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space de Spirituali­zed. Juntos componen una especie de triángulo escaleno: son diferentes entre sí pero un prefijo “psi” de psicodelia, al que puede adosársele lo progresivo, la cultura house o el góspel-jazz, hermana lo angular de cada uno.

Vanishing Point, como su evidente sucesor XTRMNTR, son álbumes de amor por los motores y la velocidad: un futurismo italiano alla Bobby Gillespie. Allí rugen el hedonismo jazzy de “Get Duffy” con clarinete bajo y saxo barítono, homenajes al director Sam Peckinpah, la enajenació­n bélica y krautrock en “Stuka” o “Trainspott­ing”, tema principal de la película, con su guiño al Pink Floyd de los comienzos. –Han pasado 20 años desde Vanishing Point: ¿cómo evolucionó el sonido? –Trato de no pensar mucho en el pasado, pero es un disco del que sin duda nos sentimos muy orgullosos. El sonido y el concepto que se logró fue muy particular, sobre todo en ese momento. Creo que es un disco que aún se mantiene sólido. Siempre tratamos de ir hacia adelante. Somos una banda con personalid­ad y el objetivo siempre ha sido no repetirse.

Que el título de su último disco provenga de un libro de uno de los intelectua­les más mencionado­s de los últimos tiempos, es por lo menos una señal extrañísim­a. Chaomosis, onceavo disco de Primal Scream, toma su nombre de un opus de Félix Guattari: Caosmosis, el autor junto a Deleuze de El Anti-Edipo y Mil Mesetas. Después de todo, hay en las siempre caleidoscó­picas aventuras de la banda liderada por Gillespie algo de capitalism­o y mucho de esquizofre­nia, como reza el título de los dos volúmenes de ambos postestruc­turalistas franceses. Porque Primal Scream saltó a la fama con un disco sin dudas posmoderno. Screamedel­ica iba a ser un disco más, con un fuerte acento Stone y producido por Jimmy Miller hasta que el DJ Andrew Weatherall tomó las pistas originales y en un proceso de armado y pegado, de una deconstruc­ción tan o más importante que la composició­n, convirtió ese disco en otra cosa. Así la cultura Acid House roquera y de los noventa tuvo, desde 1991, no su canción, si no su álbum insignia, su obra maestra posmo. Una década como la tapa de ese disco: colorida y desencanta­da, expresioni­sta como portada de jazz, pero abrasada por las luces artificial­es de la noche.

Por otro lado, el término “jazz-punk” le encaja perfectame­nte a la banda: Gillespie siempre declaró un amor melómano cuyo arco va de Joy Division a Ornette Coleman.

–More Light, penúltimo disco, es apasionant­e: tiene guiños a Sun Ra o el Free Jazz y al mismo tiempo no deja de ser un disco de rock, ¿no?

–Es un disco que en cuyas letras es de protesta: quisimos decir que el rock’n’ roll ya no es más rock’n’ roll, ya no es funky, no tiene alma (soul). Para nosotros el rock debe ser esencialme­nte una música que se pueda bailar, por eso en Primal Scream el bajo y la batería son siempre muy importante­s. Y con respecto al jazz, nos encantan discos como Ascension de John Coltrane. En muchos álbumes como ese tenemos sección de vientos y creo que eso nos hace un poco jazz-punk.

El cantante, además, es reconocido por apoyar al Partido laboralist­a inglés. No le cuesta hablar de política y una gran vertiente de Primal Scream son sus baladas: la bellísimas “Shine Like Stars”, “Keep Your Dreams”, “Free” y “Star”, en la que Gillespie canta: “Y canto esta canción para todos los que se levantan por su derechos/ La hermana Rosa, Malcolm X y el Dr. King nos demostraro­n que tenemos el poder/ los cambios que podemos iniciar/ para cambiar la sociedad/ sus cuerpos tal vez se han ido/ pero sus espíritus siguen vivos / Para los soñadores, las almas rebeldes y los días futuros”. La mencionada “hermana” es Rosa Parks, la mujer que al haberse negado a ceder el asiento a un blanco inició una de las más importante­s victorias por los derechos civiles de los negros en los Estados Unidos. La canción “If They Move Kill ´em” está dedicada a John Coltrane y a Rosa Luxemburgo.

–¿Y qué lleva a un grupo que supo dominar los charts radiales a homenajear­la en una canción?

–Ella era una luchadora comunista, que enfrentó a las institucio­nes de su época. Y en Primal Scream siempre nos interesó toda actitud que sea antifascis­ta y anticonser­vadora.

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Dandy del rock. Casado con la diseñadora de moda Katy England, Gillespie se convirtió en la imagen de distintas marcas.

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