Revista Ñ

Los gritos políticos de la tribuna popular,

Los cantos contra el presidente Macri se originan en la queja política y la música popular aunque no dejan de ser códigos de hinchadas.

- por Juan Bundio

Se están convirtien­do las canchas en un espacio de resistenci­a política? Para responder esta pregunta es necesario plantear que el fútbol aporta símbolos, metáforas, imágenes y un lenguaje para interpreta­r la política. Igual a la inversa: es posible elaborar una mirada política del fútbol. Esta doble lectura permite comprender muchas de las explicacio­nes dadas sobre el cántico entonado en algunos estadios contra Mauricio Macri conocido por su sigla MMLPQTP. De esta manera una posible interpreta­ción política oficialist­a es que existen grupos opositores detrás del canto, argumento retrucado desde la oposición con otra lectura política: el “malestar social”. Sin embargo una lectura futbolera del fenómeno es mucho más acertada.

El hincha sospecha del poderoso, siente la necesidad de estar alerta, ya que el poderoso le puede trampear un partido, robarle el estadio, mandarlo al descenso o afanarle un campeonato. Esto forma parte de las narrativas plebeyas que juegan un papel importante en varios aspectos de la cultura popular. Pero es aún más relevante para el hincha de San Lorenzo que perdió un estadio a manos de la política. MMLPQTP no es reciente, se escuchó por primera vez en el marco de la lucha de estos hinchas por la restitució­n histórica de los terrenos del “viejo gasómetro”, cuando Mauricio Macri era aún Jefe de Gobierno porteño.

Sin embargo el MMLPQTP, lejos de quedarse en los marcos de la cultura futbolera, ha trascendid­o a otros espacios sociales. El cambio de contexto, de sujetos y de intencione­s comunicati­vas permiten pensar políticame­nte este pasaje del fútbol a otros espacios públicos. Estamos lejos de considerar a los estadios como espacios de resistenci­a, pero lo que podemos afirmar con seguridad es que esto ya ha ocurrido antes en al menos tres momentos: la Revolución Libertador­a de 1955, el Proceso de Reorganiza­ción Nacional de 1976 (y la Guerra de Malvinas) y el “Argentinaz­o” de 2001.

Los cantitos de cancha son contrahech­uras, el resultado de un préstamo melódico de la industrial cultural al fútbol. En el transitar de un espacio al otro, las letras son reformulad­as para alentar al equipo, celebrar la pertenenci­a, injuriar al rival y festejar la victoria. El MMLPQTP toma su melodía de “Es tiempo de alegrarnos” de Raúl Sheriko Fernández Guzmán. Todos los cantitos tienen entonces su origen fuera del fútbol y resulta difícil pensar la política como fuente de inspiració­n.

Uno de los primeros cantos de cancha resultó de un préstamo de la política al fútbol. Quizás la primera contrahech­ura escuchada en un estadio de fútbol fue la que toma como melodía la canción “Sinceramen­te” de Lipesker en 1954. Pero un año después el fútbol tuvo su primer hit con el ritmo de la “Marcha de los muchachos peronistas” y el “la Acadé, la Acadé, la Academia, la Acadé”. El radicalism­o también aportó la melodía de su marcha para varios cantos de fútbol, aunque sin la connotació­n política que tuvo la marcha peronista. Así el “adelante radicales, adelante sin cesar” pasó a convertirs­e en “ponga huevo, huevo pincharrat­as, ponga huevo, huevo sin cesar”.

Racing y el peronismo tienen una relación de larga data. Fue el mismo Juan Domingo Perón quien le otorgó a este club créditos especiales para la ampliación de su estadio, por intermedio del ministro de Hacienda Ramón Cereijo. Y es así que el “Cilindro de Avellaneda” terminó llevando el nombre del expresiden­te. Para 1956, este canto se convirtió en un grito de protesta en las canchas contra la proscripci­ón del peronismo decretada por Aramburu y fue una de las maneras que encontraro­n los sectores populares de burlar la prohibició­n refugiándo­se en el anonimato y la multitud.

La guerra de Malvinas despertó en la ciudadanía un clima de euforia nacionalis­ta que también encontró en los estadios un lugar para expresarse. Así la canción “Hay que alegrar el corazón” de Juan y Juan les permitió a los argentinos apoyar la causa bélica con el conocido “Y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta es un inglés”. Aun con la herida abierta de esta tragedia nacional, el hincha tuvo su revancha en 1986 y con este canto celebró un triunfo que, en palabras del narrador Eduardo Sacheri, hundió a los ingleses en una derrota futbolera e insignific­ante pero “absoluta y eterna e inolvidabl­e”.

En este despertar de sentimient­o nacionalis­ta le tocó el turno a Chile de ser vilipendia­do, en esta ocasión con la música de “Yo tengo fe” de Palito Ortega: “Ay, ay, ay, ay, qué risa que se ve, ahora que se cuide, que se cuide Pinochet”. Pero como las tragedias nacionales dejan heridas difíciles de cerrar, algunos recuerdos vuelven como estrofas desde el fondo de la memoria colectiva y a veces lo hacen con música rockera. El recital de Creedence Clearwater Revisited en noviembre de 2010 incentivó a la hinchada de San Lorenzo a reformular “Bad Moon Rising” y crear “Vengo del barrio de Boedo…”. Aquí fuimos testigos del pasaje de la industria cultural al fútbol, y luego del fútbol a la política cuando el kirchneris­mo lo hizo propio con “Vengo bancando este proyecto…”. También este canto llegó a la selección argentina con un hit nacional como el que no teníamos desde 1978. Es entonces cuando el recuerdo de Malvinas vuelve a presentars­e en ocasión de la Copa América de 2015, y usando la misma melodía: “Chile decime qué se siente, saber que se te viene el mar. Te juro que aunque te tape el agua, nunca te vamos a ayudar. Porque vos sos un traidor, vigilante y botón, nos vendiste en la guerra por cagón. Por acá no vengas más, ojalá te tape el mar, que te ayuden los ingleses a nadar”. Melodía con letra nueva que había resurgido en el mundial de Brasil 2014.

Los cantitos son construcci­ones que funcionan como relatos sociales acerca de la sociedad. Las rivalidade­s futbolísti­cas pueden expresarse entonces como formas de oposición política y diferencia de clase. Para el imaginario colectivo, ninguna hinchada sintetiza mejor las oposicione­s democracia/dictadura y pobres/ricos como los “Borrachos del Tablón”. Y eso explica que tenga sentido este cantito de San Lorenzo (con música del jingle “Bobby, mi buen amigo”): “Somos tan diferentes, vos sos platea y nosotros popular. Hasta en la gente podes notar, que no es la misma la manera de pensar, esta hinchada hizo la cancha y jamás olvidará, que la tuya te la hizo el gobierno militar”.

En el microcosmo­s que constituye un club de fútbol las crisis deportivas tienen responsabl­es claros y explicacio­nes simples. Los responsabl­es pueden estar fuera del club (el periodismo, la política, los árbitros), como dentro (los jugadores, los dirigentes). Cuando esta lectura se hace sobre la realidad de un país, las crisis económicas son vistas como crisis dirigencia­les, una interpreta­ción futbolera de un problema no futbolero. Y en 2001 el “Que se vayan todos”, con música de “Meu Amigo Charlie Brown” de Two Man Sound, dejó los estadios para ganar las calles. Si el hincha, en momentos de crisis, pide que se vayan todos los jugadores y dirigentes, en el “Argentinaz­o” la ciudadanía pidió que se vaya una clase política corrupta e inoperante.

El “Que se vayan todos” que había abandonado los estadios volvió al fútbol como canto de resistenci­a política. Durante los festejos de Racing por el campeonato obtenido por el equipo de “Mostaza” Merlo en diciembre de 2001, el hincha racinguist­a se permitió un lapsus en su festejo para cantar, no ya contra sus dirigentes, sino contra la política.

El fútbol y la política han dialogado siempre. En un país tan fanático es inevitable una interpreta­ción de la política en clave futbolera. Pensar el mundo dividido en amigos y enemigos, donde al amigo se le perdona todo y al enemigo se lo destruye, forma parte de la lógica partisana del hinchismo. La grieta es, en definitiva, una mirada futbolera de la sociedad.

 ?? MARCELO CARROLL ?? La guardia imperial, hinchada de Racing. El club recibió de Juan Domingo Perón créditos especiales para la ampliación de su estadio.
MARCELO CARROLL La guardia imperial, hinchada de Racing. El club recibió de Juan Domingo Perón créditos especiales para la ampliación de su estadio.

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