Objetos y costumbres que sellan una época.
Entrevista con la arqueóloga Laura Duguineo
La arqueóloga Laura Duguine advierte que los objetos que encuentran los arqueólogos no están definidos por su uso sino por lo que representan en términos de patrimonio social y cultural. Paradójicamente, las excavaciones que sirven para reconstruir el pasado son procesos únicos y destructivos. Cuando destruir es forma de recuperar la historia.
Duguine, arqueóloga por la Universidad de Buenos Aires, Magister en restauración y gestión integral del patrimonio construido de la Universidad del País Vasco, es actualmente Coordinadora del Espacio para la Memoria y la Promoción de los DDHH en el ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Extermino (CCDTyE) “Club Atlético”.
–¿Cómo se pueden considerar esos objetos desenterrados que se encuentran destruidos, muchos incluso irreconocibles? ¿Son libros o son otra cosa?
–La mayor parte de las veces los objetos que los arqueólogos y arqueólogas recuperamos en las excavaciones arqueológicas dejan de ser lo que fueron para pasar a ser otra cosa. Su valor ya no está dado por el uso y función que tuvieron durante su “vida útil” sino por el poder que tienen para comunicarnos acerca de un pasado que buscamos conocer. Por eso para la arqueología es más importante aún el contexto del hallazgo que el hallazgo en sí mismo. Los objetos, en este caso los paquetes de libros, sin un estudio y análisis de todo el contexto tienen poco valor en sí mismo. Su valor está dado principalmente a partir de conocer el contexto por el cual fueron enterra- dos y los porqué. A los arqueólogos y arqueólogas no nos interesan los objetos en sí mismos, sino las acciones de mujeres y hombres que hay detrás de los objetos. Sin embargo, esta es una verdad relativa ya que los objetos en sí mismos tienen el poder de despertar, reafirmar o reconstruir recuerdos y a partir de estos que recuperemos parte de la historia que buscamos conocer.
–¿Recuperar la condición inicial de esos libros estaría destruyendo el testimonio de lo que vivieron bajo tierra? ¿Borraría su historia?
–Para recuperar algo que está enterrado inevitablemente debemos destruir el contexto que rodea eso que queremos recuperar. Por eso se dice que una excavación arqueológica es única y destructiva. A medida que vamos sacando sedimento vamos destruyendo las huellas, relaciones contextuales, marcas o lo que fuese que en este sedimento pueda encontrarse y nos “hable” de las acciones que buscamos identificar. Por eso es fundamental documentar y registrar con todos los medios posibles esta acción de recuperación, porque lo que no se registra se pierde para siempre. Si, por ejemplo, la atención durante esta excavación sólo se centraba en el hallazgo de los libros y no se registraba la presencia y posición de unos ladrillos que durante la excavación fueron encontrados, poco podría haberse alertado sobre la creación de un sistema de filtrado de agua hecha por Liliana y Dardo para preservar a futuro estos libros. Y la presencia de este rudimentario sistema de ingeniería nos haba de algo que no es acción sino que es intención, la idea de recuperar en un futuro en buen estado esos libros que estaban siendo enterrados. Por lo tanto una excavación bien realizada, no sólo no destruye o borra sino que muy por el contrario puede ayudarnos a valorar el testimonio que guardaron esos libros durante todo el tiempo que estuvieron bajo tierra.
–¿Cómo se pueden interpretar hoy esos libros, esos objetos recuperados? ¿Qué nos dicen hoy, 40 años después?
–La recuperación de estos libros nos habla de un pueblo que no olvida. Hay autores que dicen que un pueblo olvida cuando la generación poseedora del pasado no lo trasmite a la siguiente. En este caso Liliana y Dardo trasmitieron esta historia de su pasado a sus hijos e hijas y ellos supieron de una forma muy integral e interdisciplinaria trasmitir esta historia a toda una sociedad que sigue buscando reconstruir de a fragmentos la memoria del terrorismo de Estado desatado por la última dictadura cívico militar. Estos libros no son más que fragmentos de un gran rompecabezas aún incompleto por culpa del pacto de silencio acordado por las fuerzas del Estado hasta el presente.