Revista Ñ

Pinturas que alumbran las palabras y el azar.

Sobre la muestra de Guido Ignatti en la galería Nora Fisch

- JULIA VILLARO

Un método esconde siempre una versión del mundo”, escribe el artista Guido Ignatti como introducci­ón a la muestra que acaba de inaugurar en la galería Nora Fisch. Pinturas sobre madera que de lejos –y de cerca– semejan formas llevadas a cabo con el más espontáneo espíritu creativo, pero cuya génesis esconde un protocolo tan matemático como absurdo: cada una de las obras que forman El orden de la pintura no altera las palabras fue realizada utilizando un porcentaje controlado al milímetro de cada color de pintura, y cada color de pintura fue aplicado en la superficie siguiendo el nombre que el mismo lleva en la cartilla de colores de la marca Alba.

“Primero –continúa describien­do el artista su singular método– tomo la cartilla de colores para el hogar y descarto los nombres que hacen alusión a un color concreto, como “amarillo limón” o “rosa chicle”. Me quedo sólo con los nombres abstractos, como ‘futurista’ o ‘amor perfecto’, según fueron bautizados por el equipo de mercadotec­nia de la empresa”.

Ignatti, entonces, compone a ciegas. Dejándose llevar por las ideas que cada una de esas palabras abriga en su cabeza, el proceso no es, como en la mayoría de los pintores, ni físico, ni intuitivo, ni siquiera visual: se inicia mucho antes de que el artista siquiera se acerque a la pintura. “Este es entonces un método inverso –define–. El ingreso está tapiado, habrá que entrar por la ventana. Así como suena, cada uno de estos cuadros empezó de atrás para adelante”.

En el límite de lo bizarro y sin sospechar de qué colores se trata, Ignatti arma largas frases con los nombres. La cantidad de caracteres de cada uno determina la extensión de ese color sobre la superficie. La cantidad de negro a aplicar la definen los artículos, verbos y pronombres de esas frases –que en ningún caso forman parte de los nombres de colores elegidos– .El único espacio que no ha sido determinad­o hasta en su más mínimo detalle (¿o sí?) es el espacio vacío.

Cada obra se configura entonces como una tensión entre el control y el no control. En esos rincones sin pintura asoman las vetas de fenólico que el artista deja desnudas para que contrasten con la ter-

sura de los colores. Contra la homogeneid­ad de los tonos –y sus chorreados– aparecen los dibujos naturales de la madera (que es el material fetiche de este artista). En medio, Ignatti compone escenas más o menos figurativa­s, más o menos expresivas, en las que el negro y los blancos (hay variedad de tonos) emergen de forma singular, para desdecir los órdenes naturales de la figura y el fondo, y contrastar con las tonalidade­s extremadam­ente saturadas de una paleta pensada para las paredes.

Como a nadie le gusta jugar solo este tipo de juegos, Ignatti invita a otros a que armen sus propias obras a partir de porcentaje­s.“Pongo a prueba el método”, así describe su paso a paso. Para eso compone frases que entrega a tres artistas distintos para ver hacia dónde los llevan las tan precisas directivas. Mientras Juan Giribaldi hace de los grises y magentas de su frase “Se habla en secreto de un péndulo virtuoso”, un mandala geométrico lleno de haces luminosos, Lorena Ventimigli­a hace de “El dulce éxito de un dulce amor corre espeso como jalea sueca” una mancha, casi un coágulo, cargado de materia, y Tiziana Pierri evoca, con una pincelada descargada, una figuración ambigua en su “Notable, esa inercia que me lleva al lado negro”. Cada uno a su modo deja en evidencia que ni las instruccio­nes más precisas garantizan los mismos resultados en las distintas personas, porque lo que cada palabra alumbra en nuestra imaginació­n es siempre diverso. Eso es justamente lo que confiere vitalidad al juego.

Las pinturas de Guido Ignatti son entonces hijas del azar más controlado. Como en los mecanismos que años atrás utilizaban los llamados “artistas de sistemas”, Ignatti pone en primer plano el procedimie­nto (sin desdeñar para nada, vale la aclaración, los resultados) para demostrar que la mayor cantidad de límites posibles también pueden determinar una extensión de libertad casi infinita. “Las nociones convencion­ales de belleza, equilibrio y composició­n –escribe– se ven obstruídas y dan paso a prácticas más humanas, sea cual fuera el significad­o de esta palabra. Las formas reconocibl­es se fragmentan hasta el límite de lo abstracto. Voy a contramano, atravieso los conceptos de arquitectu­ra, diseño y mercado y salgo a la búsqueda de esa imagen que me hace feliz, que me deja tranquilo”.

En su doble operación compositiv­a de oraciones y pinturas, aparecen nombres como“Camuflaje casi perfecto de cabras blancas en un campo nevado”, o “Eclipse de yema de huevo con bocha de helado de vainilla”, que compiten en captar nuestra atención con las obras propiament­e dichas, ya sea por el imaginario que sugieren en nuestra cabeza, o por lo desopilant­e de las frases.

Porque si aquello que primero se destaca en la propuesta del artista, además de esa irónica tensión entre el protocolo y el absurdo, es la intención de juego, ese desafío atemporal que siempre implica el deseo de hacer sentido del sinsentido (el mismo que ejercitaba­n los dadaístas, cuando sacando palabras de un sombrero armaban sus “cadáveres exquisitos”) frente a esta serie de pinturas espera junto a la risotada en el último plano la pregunta: ¿De qué ideas están hechos los colores? ¿Cuál es el proceso mediante el cual se hace posible nombrar un color?

Ficha

Guido Ignatti. El orden de la pintura no altera las palabras.

Lugar: Galería Nora Fisch. Av. Córdoba 5222 Fecha: hasta el 13 de Abril Horario: martes a viernes de 12.30 a 18.30 hs.

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GENTILEZA NORA FISCH Panorámica. Vista del espacio de la galería Nora Fisch, que el artista pintó con “Blanco minimalist­a”, un color del catálogo de pinturas para el hogar de Alba, que también usó en todas las obras de la exposición.
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2018, esmalte sintético sobre placa de fenólico. 61 x 76 cm.
“La leyenda del viejo cazador mandarín dejó las flores marchitas en la boda real”. 2018, esmalte sintético sobre placa de fenólico. 61 x 76 cm.
 ??  ?? “Era una reina de cartera Fendi que firmaba por siempre tuya con rouge rojo”. 2018, Esmalte sintético sobre placa de fenólico. 60.5 x 60.5 cm.
“Era una reina de cartera Fendi que firmaba por siempre tuya con rouge rojo”. 2018, Esmalte sintético sobre placa de fenólico. 60.5 x 60.5 cm.

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