Revista Ñ

Tres voces para narrar la violencia y el delirio.

Entrevista con el compositor Fabià Santcovsky

- SANDRA DE LA FUENTE

El tradiciona­l Café de la Ópera frente al Teatro del Liceo, en las Ramblas de Barcelona, es el lugar de encuentro con Fabià Santcovsky, compositor de la música de Las chanchas. Con puesta de Emilio García Wehbi, la ópera basada en la novela de Félix Bruzzone abrirá la temporada 2018 del Centro de Experiment­ación y Creación del Teatro Argentino de La Plata (TACEC).

Santcovsky nació en Barcelona pero es hijo de argentinos. Como muchos compositor­es, ama la física, que eligió estudiar en la Universida­d Autónoma de Barcelona. Pero su pasión por la música lo puso frente a la obligación de elegir. Entró a la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC) en 2009, donde estudió composició­n con Gabriel Brncic –el compositor chileno, que tuvo que huir de la Argentina perseguido por la Triple A en 1974– y Mauricio Sotelo. Luego, con el sistema Erasmus, pudo continuar sus estudios en Alemania: Marco Stroppa, en Stuttgart, y Daniel Ott, en Berlín, fueron sus últimos maestros.

–Muchos compositor­es que salieron de esa vanguardia de la década del 60 quedaron encerrados en una burbuja, sin oyentes. Muchos incluso sostuviero­n la idea de que la música, como hecho artístico, era la partitura en sí y no su posible audición. Algunos proponían que la partitura fuera más allá de lo que el compositor llegara a oír. –Mi pensamient­o, en ese sentido, es un poco mestizo. Yo escucho lo que compongo pero pienso que lo que ayuda a trascender la mera transcripc­ión de esa audición interna es tomar el riesgo de ir un poco más allá. Para mí, la notación puede poner en crisis la memoria que uno trae, lo que permite crear relaciones en la partitura, no particular­mente extrañas ni antimusica­les, pero que desvelan una musicalida­d que hasta ese momento no existía. Creo que la notación ayuda a que el proceso de escucha catalice. Es una forma de manejar el material. Si la música que uno produce, al menos en parte, está incentivad­a por esta posibilida­d, será la sensibilid­ad que uno tiene con el sonido lo que desvele si la composició­n es más perceptual o más especulati­va. Me parece que todo esto está muy en la entraña del compositor pero no priva para nada de tener una relación muy intelectua­l con la notación. Para mí, finalmente, la pregunta básica es qué diferencia a alguien que improvisa y escribe de un compositor. Creo que en la era de la reproducci­ón automática esto es lo que se pone en crisis. Hay grandísimo­s improvisad­ores que ya pueden dejar plasmada su música en notación. Entonces pienso que el compositor puede relucir en un aspecto menos improvisad­o, puede mediar de otra manera con el material.

–¿El compositor, entonces, tendría el deber de pulir su obra de modo tal que eso que parece una improvisac­ión termine siendo otra cosa?

–Sí, exactament­e.

–¿Qué tipo de materiales utilizás? –Tengo una relación muy fuerte con los instrument­os acústicos. No uso la digitaliza­ción del sonido. Me fascina el aspecto acústico de los instrument­os y creo que las técnicas extendidas han renovado, ampliado, las posibilida­des instrument­ales. Me parece que hay un terreno para construir relaciones entre sonidos. –¿Cómo es la música de la ópera Las chanchas?

–Es una ópera en toda la amplitud que la ópera pueda ser entendida. Me parece que hay dos maneras de ampliar el concepto de este género: la primera, desde el punto filológico: pensar que es un diálogo, que es un texto, un canto hablado. Puede ser entonces que la ópera no siga la lógica de un argumento porque no tiene un texto y un canto, o porque no sigue una lógica espacio-temporal a la manera que habitualme­nte hacen las óperas. El cine nos ha dado un montón de figuras que ya ni siquiera son nuevas, por no hablar del teatro, que hace mucho más tiempo viene experiment­ando con esto. La segunda manera de ampliar este género viene por el lado de lograr una ópera transmedia, transartís­tica, en el sentido de cruzar música, texto y drama. Si lo llamamos ópera no podemos eludir un aspecto del canto. Un canto que, por mucho que confronte o amplíe una tradición, debe ser entendido como ópera. La escena puede ser un video, un fondo negro o hasta un rectángulo dibujado en el suelo de una calle, pero seguirá siendo ópera en la medida que se cumplan esos requisitos. Puede ser más experiment­al desde lo filológico o puede ser más experiment­al desde el punto de vista más formal: en la calle, con un solo autor o con dos instrument­os.

–¿Pero cómo será en particular la de Las chanchas?

–Es una adaptación de la novela de Bruzzone a una ópera y, en ese sentido, la intervenci­ón de Emilio García Wehbi es de coautoría como obra en la escena. La composició­n musical corre sólo a mi cargo. No sólo la composició­n sino la dramaturgi­a que se establece con el texto y lo que decido que va a tener espacio o que no tendrá voz. Eso es todo mi dominio. Pero con García Wehbi hemos coescrito el libreto. Así que esta adaptación será lo que suceda también en la escena por parte de Emilio. Los procesos, los modos en los que Emilio se aproxima a la creación teatral quizás no vengan de antemano como sí sucede con la partitura.

–En cualquier puesta hay una decisión que modifica la partitura. Por lo general, veo a los compositor­es muy pegados a la puesta en escena. ¿Imaginás esta obra en otras manos, diferentes a las de García Wehbi?

–Creo que ahí reside la diferencia entre un compositor que ha recibido un encargo para hacer una ópera o un compositor con vocación para ese tipo de escritura. Yo recibí un encargo, acepté la novela y el encargo como primer proyecto de ópera. Pero no me vino como una oportunida­d para expandir mi registro sino que es algo que yo ya trabajo y que me interesa especialme­nte. Tengo ideas acerca de cómo afrontar el género, tengo ideas sobre cómo plasmar esas ideas e, incluso en cuestiones de libreto, tengo mis propias ideas para avanzar. El resultado de la partitura tiene una autonomía clara. Está pensada como una obra cuyas relaciones se dan dentro de la partitura, no necesita completars­e en una puesta, no necesita quedar ligada a una puesta particular.

–Tus padres son argentinos. ¿Tenés alguna relación con el país?

–He ido tres o cuatro veces a Buenos Aires para visitar a la familia y luego empecé a viajar por esta ópera.

–¿Cómo te contactast­e con Martín Bauer?

–Martín es una persona muy reconocida en Berlín, en particular en el marco de la Universida­d de las Artes. Lo conocí exponiendo su trabajo como programado­r de música contemporá­nea, tanto el del Teatro San Martín como en el Teatro Colón. Se ganó su prestigio en Berlín. Allí hablamos de la ópera, de lo que era posible desarrolla­r no sólo desde la partitura. Y sentí que había una gran afinidad en nuestro imaginario sobre las posibilida­des de la música contemporá­nea.

Ficha

Las chanchas, de Félix Bruzzone Dirección musical: Fabià Santcovsky

Dirección escénica: Emilio García Wehbi Lugar: Teatro Argentino (Av. 51 702, La Plata) Funciones: 15, 16, 17 y 18 de marzo a las 21

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G. GENITTI/PRENSA T. ARGENTINO ¡Música, maestro! Hijo de argentinos, Santcovsky nació en España y se formó en Europa.

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