Frankenstein, una obra genial
Es excelente la nota de Ñ 753 sobre los 200 años de Frankenstein. Quiero agregar que Mary Shelley empleaba diferentes técnicas. Mientras que las primeras novelas mostraban cómo los individuos podían, lentamente, transformar la sociedad, “El último hombre” y “Frankenstein” demostraron la carencia de control de la persona sobre la historia. Además, esta autora usaba la novela histórica para recrear las relaciones entre hombres y mujeres. Shelley cuestionaba las instituciones políticas y teológicas establecidas, describía al protagonista masculino como compulsivo y sediento de sangre, en contraste con la alternativa femenina, representando la razón y la sensibilidad. “Frankenstein” es una obra genial. La criatura creada está profundamente a favor de la naturaleza y opuesta a los métodos anormales de producción y reproducción. El médico falla a causa de su ansiedad. La escritora pudo manifestar sus pensamientos, a través de sus imágenes ficticias de la anormalidad, la perversión y la destrucción. El subtítulo de la novela es “El moderno Prometeo”, que se refiere a esa capacidad de Víctor Frankenstein para emular a los dioses y poseer la virtud de dar vida a un ser vivo. En la novela, el hecho “cristiano” de la resurrección es, sin duda, un acto de amor. Víctor, movido por el dolor de la pérdida de su madre, ve una posibilidad a través de la ciencia para recuperar un ser querido. “Frankenstein” mezcla una temática visceral y marginal con una especulativa y que presenta ideas sin precedentes. Víctor se “desangra” en sus luchas internas. Shelley expuso sus ideas de rechazo al individualismo y el egocentrismo del romanticismo tradicional. También nos habla sobre la vida, la libertad, la responsabilidad, la ciencia, la imaginación, la razón, la emoción, el intelecto, el conocimiento, etc. Maximiliano Reimondi