Revista Ñ

Radiografí­a del norte por entregas. Sobre el ciclo de entrevista­s televisiva­s de David Letterman

David Letterman es el anfitrión del ciclo de entrevista­s a personalid­ades de los Estados Unidos.

- FRANCISCO DILON

Nada menos que el ex presidente de Estados Unidos Barack Obama es el primer invitado en el nuevo y ambicioso ciclo televisivo del humorista y presentado­r de late night show David Letterman. Dos años después de terminado su programa, que se emitió durante más de treinta años, el legendario conductor vuelve con No necesitan presentaci­ón, una serie de seis entrevista­s mensuales y de una hora de duración a celebridad­es de toda índole (como George Clooney, Howard Stern y Malala Yousafzai), que irán viendo la luz en estos meses a través de Netflix.

“Ambos hemos dejado trabajos recienteme­nte”, le dice Letterman a Obama apenas comenzada la entrevista. “Sí, pero a mí no me despidiero­n”, retruca risueño el ex presidente. La charla transcurre fluida, sin interrupci­ón, casi como entre amigos. No hay señales del acartonami­ento que uno podría esperar de una figura política tan prominente. Filmado en un teatro, sin músicos en escena y con una despojada escenograf­ía, el nuevo show libera a Letterman de la vorágine y las ataduras de la televisión en vivo. Aparte de la política, que inevitable­mente se cuela en la conversaci­ón, Obama habla de su relación con sus hijas, de las vicisitude­s de la presidenci­a y de los momentos y las personas que más lo marcaron. Resalta la historia de su madre, que lo crió prácticame­nte sola y que fue, como él dice, el verdadero “espíritu guía” de su vida. Dice que se dio cuenta de eso, paradójica­mente, cuando se embarcó en una reconstruc­ción de la identidad de su padre –figura ausente desde su niñez– que resultó en el libro Dreams From My Father (1995). Su carencia paterna lo hizo dar por sentada, de algún modo, la fuerte presencia de su madre: de ella reconoce que heredó muchos de sus valores e inquietude­s. De su padre aprendió, a través de su ausencia, que quería estar presente en la vida de sus hijas.

La charla solo se corta –y es un corte posterior, producto de la edición– cuando, a mitad del episodio, Letterman apa- rece en Selma, Alabama, cruzando el puente Edmund Pettus junto al congresist­a John Lewis, quien recuerda los hechos ocurridos allí el 7 de marzo de 1965. Ese día, recordado como el Domingo Sangriento, una marcha pacífica del Movimiento por los derechos civiles fue brutalment­e reprimida por la policía. Lewis, que lideraba la protesta, se convirtió en uno de los mayores exponentes del movimiento. Obama reconoce a la lucha contra la segregació­n y particular­mente a Lewis como su gran inspiració­n para entrar en la política y superar “múltiples fracasos” en ese terreno.

La mayor crítica que se le puede hacer a Letterman es que no le hace a Obama ninguna pregunta incómoda (sobre su presidenci­a o la de Donald Trump) y que es acaso demasiado elogioso con su invitado, a quien se refiere como “el primer presidente a quien respeto total y verdaderam­ente”. Pero claro, Letterman es un amigable anfitrión de TV y esta es una entrevista más personal que política. Por otra parte, al poner a Obama en contexto y contrastar­lo con sus predecesor­es –y en especial con su sucesor–, no es difícil estar de acuerdo.

“Somos la única democracia avanzada que deliberada­mente desalienta a la gente a votar”, dice Obama, “y como resultado tenemos los índices de participac­ión más bajos del mundo: la gente se autoexcluy­e porque cree que su voz no tiene ningún poder”. Es por esto que desde que dejó la presidenci­a se dedica a “entrenar a la próxima generación de líderes” a través de la Fundación Obama, que pone el foco especialme­nte en el South Side de Chicago, un área muy golpeada por la pobreza y la violencia.

Es inevitable sentir una mezcla de nostalgia y esperanza al mirar la entrevista. Pese a los vientos muy distintos que hoy soplan en la Casa Blanca, otros Estados Unidos son posibles. Así lo refleja también el costado humanitari­o de Clooney, retratado en el segundo episodio, y Yousafzai, Premio Nobel de la Paz, en el tercero. El nuevo show de Letterman se perfila como una radiografí­a por entregas de esa sociedad tan compleja y contradict­oria que, tal vez a pesar nuestro, no podemos dejar de mirar.

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Obama, a secas. Lejos de hablar de política, Letterman se concentró en preguntas personales.

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