Modos de ver La elegida del editor Perlas cultivadas Hashtag
Noam Chomsky ya no enseña en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Ha cumplido 89 años, hizo sus valijas y abandonó el departamento de Lingüística moderna desde donde le habló al mundo. A los rebeldes, soñadores y activistas de todas las causas posibles que abrazan sus palabras antisistema, justamente desde el corazón de la maquinaria capitalista. También se dirigió a los conservadores y a los nacionalistas que tanto odio le dispensan.
Hoy el lingüista nacido en 1928 en Filadelfia mudó sus pertenencias a un modesto despacho en el desierto de Sonora, Tucson, estado de Arizona. Cuenta el diario El País que apenas posee una mesa de trabajo y otra para reunirse con un par de alumnos.
Chomsky fue contratado por el Colegio de Ciencias Sociales y Comportamiento de esa universidad. Dictará clases, conferencias y estará disponible para guiar a los estudiantes. El rector de esta institución John Paul Jones III, señaló que la decisión de Chomsky de ir allí dice mucho de la calidad del campus. Chomsky comenzará a dar clases en estos días.
El curriculum de Chomsky marcha de modo revolucionario. Estudió filosofía, lingüística y matemática en la Universidad de Pensilvania y se doctoró en Harvard. Pero su activismo también fue “reconocido”: lo detuvieron por oponerse a la guerra de Vietnam, figuró en la lista negra de Richard Nixon, apoyó la publicación de los papeles del Pentágono y denunció la guerra sucia de Ronald Reagan. En el campo académico es valorado por la formulación del algoritmo conocido como “gramática sin contexto”, utilizado en informática para programación. Y también posibilitó la creación de programas que aparentan comprender lenguaje, como Siri.
Tiene fans. En las universidades de todo el mundo, movimientos sociales, partidos de izquierda y también en el cine. En la película Capitán fantástico, protagonizada por Viggo Mortensen, una familia que vive aislada de la sociedad celebra el “Día de Noam Chomsky” en vez de la Navidad.
En 2015 estuvo en Buenos Aires y dio dos conferencias. En la segunda habló ante público universitario sobre lingüística y arrancó así: “Me mandaron 37 preguntas técnicas muy interesantes. A menos que la Argentina sea un país muy inusual, no puede haber más de diez personas que entiendan alguna de estas preguntas”. Todos se rieron, él continuó muy serio. (La conferencia se puede leer completa en el libro 60 años de gramática generativa, editado por EUFyL de la UBA).