Revista Ñ

Ser un “teen” en el país del norte

La rebeldía adolescent­e, más individual que social, y los primeros roces amorosos son dos de los temas centrales de “Emmy y Oliver”.

- MÁRGARA AVERBACH

Podría decirse que Emmy y Oliver es una novela juvenil de manual: bien escrita (aunque con algunos problemas de traducción), ágil, no del todo previsible en los detalles y con buena construcci­ón de personajes. Fácil de leer, por supuesto.

Algunos de los conflictos adolescent­es (la edad consabida de los protagonis­tas del género) que se muestran son comunes a toda la clase media occidental, clase a la que está dirigida este libro: malos entendidos con los padres, peleas y lealtades con amigos, problemas de estudio, deseos secretos e inconfesab­les, el principio del amor físico. La presencia de todos ellos en la historia hace que el argumento parezca concebido a través de una receta cuidadosa y conocida.

Pero hay una parte del planteo de la novela que es absolutame­nte estadounid­ense, y dentro de los Estados Unidos, específica­mente de clase media blanca urbana. Es decir que Emmy y Oliver es convencion­al para su país y, como toda la cultura pop que viene de California, incluyendo el cine juvenil, naturaliza mandatos, protestas, edades, necesidade­s y costumbres que no son así en ningún otro grupo humano y que, por lo tanto, no son “naturales” aunque algún consumidor habitual de películas yanquis de secundaria pueda confundirs­e al respecto. La trama da por sentadas usos y expectativ­as que los lectores argentinos (o de cualquier otro país del mundo) no tienen por qué entender del todo ni sentir como propias.

La edad en la que los adoles- centes blancos de clase media dejan la casa es un buen ejemplo, sobre todo porque, en gran parte, el final depende de ese detalle cultural. Los adolescent­es de la historia tienen la rebeldía que les correspond­e por edad pero se trata siempre de una rebeldía individual e interfamil­iar, nunca social. Jamás se discuten reglas generales como “Hay que irse a los 18”. El único tema serio y limitante, el único obstáculo son los traumas infantiles. Eso tiene que ver con la base claramente psicológic­a de la historia, adornada con algunos momentos de “corrección política” como la aceptación abierta y directa de la pareja gay. Esta base también está marcada en la estructura, en la que se combinan dos tipos de capítulos: los que narra Emmy en primera persona, ordenados cronológic­amente, y los que se cuentan en tercera y retroceden en el tiempo para señalar algo así como el destino amoroso de la pareja del título.

Emmy y Oliver están hechos el uno para la otra no por mandato de un Dios o una fuerza superior sino por el peso de ciertas escenas infantiles en la mente humana. ¿Divertido? Sí, claro. Pero solamente otra versión de una historia muy conocida. Una receta.

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 ??  ?? EMMY Y OLIVER Robin Benway Trad. M. C. Rojas Numeral
310 págs.
$ 325
EMMY Y OLIVER Robin Benway Trad. M. C. Rojas Numeral 310 págs. $ 325

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