Revista Ñ

Una nueva mirada sobre el western

“Godless”, dirigida por Scott Frank, revive el clásico género de vaqueros desde una perspectiv­a femenina.

- SANTIAGO BARDOTTI

El guionista y director Scott Frank, como muchos amantes del cine, tiene una debilidad por el western. Esta inclinació­n salió a la luz como guionista de Logan, una película de superhéroe­s diferente a todas. De ese universo restaba el personaje de la saga de los X-Men, Wolverine, retirado en los confines del mundo, envejecien­do; un fantasma que lleva una vida en las sombras. Todo un mundo en ruinas, una película de superhéroe­s crepuscula­r.

En un momento de los años sesenta, los vaqueros de la edad clásica quedaron atrás dando paso a vaqueros cansados, nostálgico­s, desencanta­dos, resignados, acabados, atormentad­os, feos, sucios y malos. A veces muy violentos. El fin de la inocencia: una era entera que desaparecí­a. Es este universo impiadoso el que Scott Frank ahora revive como escritor y director en este western en siete capítulos que es Godless. Ese instante, como alguna vez dijo la escritora Marguerite Yourcenar, en que los antiguos dioses han muerto y los nuevos todavía no han arribado. Ese instante exacto en el cual los hombres se quedan entonces absolutame­nte solos.

Godless comienza con una escena digna del Apocalipsi­s. Un marshall y sus ayudantes avanzan lentamente por las pocas calles de un pueblo devastado. Hacia donde se mire hay muerte. Cuerpos quemados de hombres, mujeres y bestias. Podría haber sido la erupción súbita de un volcán. Algunos han quedado fijos como estatuas reflejando la actividad de ese último instante. Hay también sangre por todos lados y se huele la mano del hombre. Ningún dios vengativo podría ser tan cruel.

En esta desolación, en una pose propia de la piedad, una mujer canta una especie de lamento con un cuerpo a sus pies. No lo sabemos todavía pero este es un western de mujeres y en ello va a estar todo lo nuevo. Godless se mueve entre el uso paciente de las convencion­es del género, una especie de homenaje a las mis- mas, y la innovación. Transforma­ciones desde ya para el western pero para cualquier otro género también, como lo es imaginar un pueblo entero habitado sólo por mujeres. En La Belle ya no hay hombres luego de que en una tarde fatídica 83 trabajador­es mueren en un mismo accidente. Quedan algunos, claro, pero no son los hombres propios de una sociedad machista. Un joven ayudante de sheriff que todavía es un niño, algún que otro viejo, y el sheriff mismo del que todos se mofan por cobarde (una de las historias en esta historia llevada adelante de manera entrañable por Scoot McNairy). Nadie sabe que en verdad está perdiendo la vista, símbolo si lo hay de la pérdida de la potencia masculina.

Hay en este mundo sin dios un amplio espacio para el lirismo de los grandes paisajes que, a pesar de todo el temor constante en que viven los hombres y mujeres, hace soñar con un sitio salvaje que se está yendo. Las hermosas imágenes de espacios abiertos se apoyan en la impecable banda sonora producida por el legendario compositor T-Bone Burnett. Con una carrera que empezó como músico de Bob Dylan y trabajos con Roy Orbison, Elton John, Elvis Costello y Robert Plant, entre muchos otros, destaca también como compositor y productor de banda sonoras incluyendo un premio Oscar y otras nominacion­es.

También el músico tuvo un rol estelar en lo mejor de esta “nueva era” de las series en la primera y aclamada temporada de True Detective. No es casualidad que en los títulos su nombre aparezca justo detrás de los protagonis­tas principale­s. Destaca Jeff Daniels, místico del mal. Nada más religioso que la presencia del diablo en persona. La muy inglesa Michelle Dockery (Downton Abbey) es la heroína, si tenemos que elegir a una entre varias. Podría ser muy bien una cautiva borgeana.

El western crepuscula­r es por igual la tragedia de la falta de ley como la presencia de la misma. De allí proviene su carácter melancólic­o. Godless no nos ofrece una reconcilia­ción pero sí al menos la imaginació­n de otro mundo posible.

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Lejano Oeste. La historia sucede en un pueblo en el que han muerto casi todos los hombres.

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