20 años del Bafici.
Balance del festival de cine independiente
Según la materia elegida, el tiempo deja relucir su inevitable naturaleza caprichosa. Sin embargo, veinte años en la historia de un festival de cine no es poco. En dos décadas se erige una tradición, se moldea a un público y se impulsa una idea de cine. El Bafici cambia siempre pero nunca deja de ser lo que es. Una paradoja que puede entreverse este año, cuando el festival celebra una retrospectiva de la realizadora ucraniana Kira Murátova y tiene por invitado al actor Ewen Bremner, al que también se le dedica un foco. Un Bafici más pop no deja de ser independiente.
La feliz superstición de los aniversarios permite que una práctica se examine. Por ejemplo, el festival publica un libro sobre sus veinte años, y en las múltiples perspectivas convocadas para eso se podrá advertir la contradictoria y vital historia del festival. Que en esta oportunidad el Bafici tenga como invitados de honor a John Waters y Philippe Garrel, dos cineastas tan disímiles como notables que comparten una fidelidad absoluta al cine en el que creen, sugiere una forma de actualización permanente del sentido de una tradición. Una conjetura: en la exégesis vigente predomina una inquietud por el cine independiente de los países centrales y latinoamericanos, una tendencia que el festival viene vindicando desde hace unos años. Los focos que completan este año son los del vienés Johann Lurf, el brasileño Ozualdo Candeias, la francesa Axelle Ropert, el mexicano Teo Hernández y el estadounidense James Benning, sin duda una admirable y caleidoscópica selección, pero que confirma las preferencias geográficas mencionadas.
Por su parte, la gran liga de los independientes criollos viene a refrendar la vigencia del Bafici. Mariano Llinás eligió regresar al festival con la versión completa de La flor, la película más larga de la historia del cine argentino. Probablemente, que dure 840 minutos no es el mérito principal por destacar, sino la fe desmedida de su responsable en el cine. El gran sentido de independencia de Llinás ha sido ser fiel a una concepción lúdica del cine, asociada siempre a la aventura y en total desavenencia respecto de los imperativos de la industria. Por cierto, no es el único retorno: Albertina Carri estrena Las hijas del fuego en la competencia argentina.
El cine nacional tiene este año un protagonismo indesmentible, una afirmación que enuncia una declaración de principios: el cine más radical tiene que empezar su recorrido en este espacio; aquí tienen que venir los programadores de otros países a descubrir el cine vernáculo. Esto explica la notable cantidad de óperas primas y los directores que vuelven a confiar en el encuentro para proseguir sus carreras: Hernán Rosselli presenta Casa del teatro y Darío Mascambroni, Mochila de plomo. Por otra parte, Raúl Perrone va con la asombrosa Expiación, película que asienta un nuevo período en su cine, como también sucede con José Celestino Campusano, con la interesantísima El silencio a gritos y la sorprendente Brooklyn Experience (en realidad virtual), dos películas rodadas en países extranjeros. Otro cambio de registro es el de Sergio Wolf: Esto no es un golpe no es un filme sobre una leyenda del tango o de aventuras sobre objetos caídos del espacio. El primer alzamiento de los Carapintadas es el tema. Uno de los protagonistas es un fantasma querido por todos; el otro, un sujeto controversial de la historia argentina.
Tal vez pueda parecer que faltan los grandes nombres del cine, ya que hay apuestas diversas en distintas secciones con cineastas menos laureados y un concepto temático ubicuo que se aleja un poco del acopio de apellidos ilustres. Pero los grandes autores están. Películas como La temporada del diablo, de Lav Diaz, y Jeannette, la infancia de Juana de Arco, de Bruno Dumont, dos musicales atípicos y ostensiblemente radicales, están entre lo mejor que ofrece el festival en esta edición, como también The Waldheim Waltz, de Ruth Beckermann, y The Green Fog, de Evan Johnson, Galen Johnson y Guy Maddin.
La vigésima edición del Bafici está por empezar. Son días ideales para expandir la experiencia cinematográfica y comprobar que el cine es mucho más que lo que ofrece la cartelera y las plataformas online, los nuevos organizadores del ocio audiovisual.