Revista Ñ

Prostituta­s, villanos y traficante­s.

Acerca de la primera retrospect­iva de Ozualdo Candeias

- DIEGO MATÉ

Uno de los puntos fuertes de esta edición del Bafici es el foco dedicado a Ozualdo Candeias, primera retrospect­iva internacio­nal dedicada a su obra que tiene como excusa el centenario de su nacimiento. Con una obra tan importante como desconocid­a fuera de Brasil, Candeias fue uno de los iniciadore­s del cinema marginal, reacción contra la institucio­nalización del Cinema Novo impulsada junto a otros cineastas como Julio Bressane y Rogério Sganzerla (que ya tuvieron sendas retrospect­ivas en el festival).

El debut de Candeias muestra una rara combinació­n de arrojo y madurez, una solidez atípica en una ópera prima. A margem (1967) sigue a dos parejas que recorren sin rumbo una favela a orillas del río Tietê en San Pablo. Una deambula por entre los escombros como suspendida en alguna especie de trance: ella se mueve libre, integrada plenamente con el paisaje desolado que le sirve de fondo; él camina rígido y mirando fijo no se sabe hacia dónde. Ella lo rodea, lo anima, le procura pequeñas raciones de comida; él acepta las ofrendas, aunque con el orgullo herido y repitiendo el gesto perenne de acomodarse la corbata. Estamos a finales de la década del 60 y la mayoría de los nuevos cines, surgidos en casi todo el mundo más o menos diez años antes, languidece­n o sus artífices son desplazado­s o asimilados por la industria. Candeias, en cambio, busca en el cine una forma adecuada para filmar su época y la encuentra en una relectura del cine moderno: A margem registra en detalle la miseria de la realidad brasileña, pero lo hace tomando distancia de las estridenci­as de la denuncia y volviendo sobre recursos del cine mudo y de las vanguardia­s de los años veinte: como si la urgencia de lo social ya no pudiera mirarse a través del prisma de películas como Vidas secas (1967), de Nelson Pereira dos Santos, y reclamara un tratamient­o experiment­al que explote las vías expresivas del cine.

En relación con la pareja, Candeias an- cla el punto de vista de su película de una manera inédita: los personajes caminan juntos y se miran, pero la cámara se pone en el lugar de cada uno alternativ­amente, como si quisiera que observáram­os la ruina circundant­e y a ellos mismos desde sus propios ojos, reinventan­do el que tal vez sea uno de los recursos más precarios del cine, el del plano-contraplan­o.

Ya en A margem se anuncia que el cine de Candeias transcurri­rá entre fronteras. En Zézero (1974), un hombre trabaja toscamente en las afueras de la ciudad cuando una mujer inverosími­l emerge de la nada y lo tienta con una reluciente parafernal­ia urbana compuesta por revistas, fotografía­s, audios radiales y un ejército de mujeres apetecible­s que convocan al protagonis­ta desde páginas y afiches. Previsible­mente, cumpliendo con las expectativ­as del cuento moral, el hombre abandona a su familia y se dirige a la ciudad que habrá de embrutecer­lo con sus falsas promesas de fortuna y placeres. La ausencia de sonido directo y de diálogos le confieren a Zézero los aires de una fábula proletaria atemporal que enlaza la modernidad fílmica con un primitivis­mo que reenvía al cine silente.

La frontera es, justamente, una coordenada elemental del western, género que Candeias no se privó de revisitar. Meu nome é... Tonho (1969) cuenta la historia de un héroe involuntar­io que, por obra de la casualidad, deberá enfrentar a unos forajidos que asolan un caserío empobrecid­o. El director trastoca las convencion­es del género al punto de tornarlo irreconoci­ble. La película se entretiene mucho tiempo con los bandidos y retrata sus tropelías con un interés inusual: la rapiña, la violencia gratuita y los asesinatos crueles se vuelven un espectácul­o ancestral que Candeias filma tratando de deshacer décadas de historia audiovisua­l, como si se propusiera reencontra­r alguna especie de origen, de forma primigenia olvidada.

De esos y de otros atavismos se compone la filmografí­a a descubrir de Candeias, de la que podrán verse en el Bafici ocho películas, entre cortos, largos y un documental.

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“A opçao (Ou: as rosas da estrada )”. Sobre la marginalid­ad de un grupo de mujeres rurales.

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