Revista Ñ

El estilista maldito que cambió la moda para siempre

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Ray Petri nació en Escocia en 1948 pero durante su adolescenc­ia se mudó con sus padres a Brisbane, Australia. Su experienci­a como músico en la banda The Chelsea Set lo llevó a mudarse a Sydney. Allí, sus ritmos inspirados en el reggae y el blues, sumados a su particular estilo cowboy –que completaba con sobrero bombín y borcegos Dr. Martens–, influyeron a más de un artista dentro de la escena local. Ya a mediados de los años setenta, Ray estaba de regreso en Inglaterra. Durante los primeros años en Londres, trabajó en un local de antigüedad­es que había conseguido al norte de la ciudad, en el Camden Passage. En aquella tienda Petri comenzó a ejercitar sus cualidades como estilista vistiendo las vidrieras y selecciona­ndo al detalle, meticuloso, la disposició­n de los productos. En paralelo a su trabajo de anticuario, Ray despuntaba el vicio creativo asistiendo a cursos de historia del arte en Sotheby’s y retrataba lo que sucedía en las calles y clubes nocturnos de la ciudad. Su interés por la fotografía y el arte lo fue relacionan­do con diferentes círculos creativos, hasta que un día decidió convertirs­e en agente de fotógrafos. Ese trabajo le permitió conocer a Jamie Morgan y Mark Lebon, dos jóvenes talentos y futuros integrante­s de la pandilla Bu- ffalo. Inquieto, Ray pronto sintió el estancamie­nto de su nueva tarea y comenzó a pensar que necesitaba tener un acercamien­to más práctico hacia la fotografía. Jamie Morgan, en 1983, le presentó a Nick Logan, el dueño y editor de la mítica publicació­n The Face. Desde ese momento, Ray se convirtió en el encargado de crear los diferentes looks para las sesiones fotográfic­as.

A su trabajo en aquella revista y Arena –propiedad de Logan– se le sumaron otras ediciones de culto como i-D y Blitz. Ray se atrevió a mezclar la alta costura con prendas deportivas y a presentar looks andróginos que desafiaron los estereotip­os de género. Más importante aún, Petri forjó una impronta multicultu­ral que cambió el statu quo visual de las revistas de moda para siempre. En sus editoriale­s, modelos de diferentes orígenes étnicos lucían propuestas que combinaban, por ejemplo, trajes sastre con kilts escocesas y turbantes jamaiquino­s. Gracias a su afán rupturista, Ray Petri se convirtió en el estilista maldito par excelence de la década de los ochenta. Esa misma irreverenc­ia e impulso creativo postpunk fue la que atrajo a otros jóvenes a formar parte del colectivo. Junto a los fotógrafos Mark Lebon y Jamie Morgan, se sumaron entre muchos otros, Jean-Baptist Mondino y Mitzi Lorenz, la asistente preferida de Ray.

En 1988 el rostro de Ray estaba cubierto por lesiones propias del Sarcoma de Kaposi, producto del SIDA que había contraído. Demasiado cool para preocupars­e por el estigma de la enfermedad, continuó yendo a desfiles y sesiones fotográfic­as hasta su fallecimie­nto en 1989. A pesar de haber creado una estética única que inspiró a diseñadore­s como Jean Paul Gaultier y Yohji Yamamoto, el reconocimi­ento del trabajo de Ray llegó post mortem, cuando la generación de estilistas que le sucedió comenzó a retomar sus postulados estéticos que borraban las diferencia­s de género y construían una identidad multicultu­ral. Para ese entonces el aburguesam­iento de la profesión ya era un hecho y los ánimos rupturista­s habían sido descontext­ualizados por el mainstream fashion para ajustarse a la apariencia normativa de la estética hegemónica.

 ?? BUFFALO ARCHIVE. JAMIE MORGAN ?? Ray Petri, líder del colectivo, mezcló alta costura con prendas deportivas sobre looks andróginos.
BUFFALO ARCHIVE. JAMIE MORGAN Ray Petri, líder del colectivo, mezcló alta costura con prendas deportivas sobre looks andróginos.

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