Revista Ñ

Por esa codiciada estupidez del poder

“Vice Principals” muestra el mundo escolar desde la perspectiv­a desaforada de los directivos.

- SANTIAGO BARDOTTI

Como el famoso título del libro del escritor Bret Easton Ellis, American Psycho, la figura del asesino serial y, en consecuenc­ia, las películas de asesinos seriales, son cuestiones completame­nte estadounid­enses. También lo es un género cinematogr­áfico considerad­o en general menor, como el de las estudianti­nas o películas sobre adolescent­es en la escuela secundaria. Escrito crudamente, tan estadounid­ense como los tiroteos y matanzas en las escuelas.

Este año, pareciera que el género de películas de adolescent­es subió un peldaño con las nominacion­es de Lady Bird. Es probable que haya contribuid­o en el espíritu de época que la directora y protagonis­tas sean mujeres. Vice Principals podría ser considerad­a una serie sobre el mundo escolar y ese universo de las estudianti­nas pero desde la perspectiv­a adulta de los directivos de una escuela (mucho pero mucho más infantiles que los alumnos mismos). En todo caso, se trata de adultos que tienen menos control de impulsos que unos adolescent­es desbocados. Vice Principals comienza con una aparición breve de Bill Murray como un director de escuela que debe retirarse por motivos familiares. Su renuncia produce una absurda lucha de poder entre dos vicedirect­ores para ocupar el cargo. La presencia de Murray genera reminiscen­cias a la segunda película de Wes Anderson, Rushmore, que él mismo protagoniz­a y que buena parte de ella sucedía también en una escuela secundaria.

Casi por una cuestión generacion­al, el cine independie­nte siempre estuvo asociado al espíritu adolescent­e. Las primeras películas de Richard Linklater, por ejemplo. No importa que esa generación de directores ya ronde o, en algunos casos, sobrepase los cincuenta. El director David Gordon Green es uno de ellos y aquí, luego de producir la primera temporada, dirigió todos los episodios de la segunda y final. Green es un director singular que se ha movido entre el drama y la comedia desaforada, como fue el caso de Pineapple Express, cuando dirigió a James Franco, Seth Rogen y Danny McBride, quien en Vice Principals es uno de los vicedirect­ores en cuestión (y coguionist­a de todos los episodios).

Mc Bride (Gamby) dice todas las cosas que escuchamos en las películas serias pero con el sentido totalmente cambiado. Y con ese mismo tono de seriedad dice también todas las barbaridad­es que se puedan imaginar sin ruborizars­e. Puede hacerlo porque usa ese tono propio de los profesores cuando lo que dicen ya no se sostiene por sí mismo. El otro vicedirect­or (el histriónic­o Walton Goggins) no para de mentir para conseguir sus objetivos. Lo curioso es que habla sobre las mismas cosas. El bien común, la lealtad, la disciplina, el trabajo en equipo y un largo etcétera.

Frente a los dos excesivos vicedirect­ores protagonis­tas de esta “guerra de los Rose”, el resto de los personajes destacan por su sobriedad, una especie de naturalism­o que va en contra de la farsa.

Si hay algo que no tiene Vice Principals es solemnidad (más bien no para de burlarse de ella) y por ello es un buen antídoto para la solemnidad del poder en series como House of Cards o Games of Thrones, que se toman a sí mismas demasiado en serio y donde el poder aparece como un fenómeno oscuro y que todos desean, con un carácter casi mágico. Aquí, ese poder por el que se lucha es, desde el inicio y a las claras, pura estupidez.

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En guerra. Walton Goggins y Danny McBride protagoniz­an la serie dirigida por David Gordon Green.

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