Revista Ñ

El poder está en la punta de un aerosol

En este número finaliza la entrega de los carteles de mayo del 68. Aquí un breve recorrido por sus graffiti.

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En este número finaliza la entrega de los afiches que Revista Ñ entregó durante el mes de mayo en conmemorac­ión de los 50 años de la revuelta de Mayo del 68. Se publicaron dentro de una cooperació­n de Ñ con el Instituto Francés de Argentina, la embajada francesa y la Biblioteca Nacional de Francia (BnF).

Una colección de afiches del mayo francés se está exhibiendo en la Biblioteca Nacional, desde el 23 de mayo, y luego esta colección “Insurgenci­as 68” se montará en el CCK. En ambos casos se reúnen reproducci­ones de los carteles que circularon en aquellos días.

Poco después de los días de mayo del 68 el filósofo francés Edgar Morin escribió en su famoso artículo “La comuna estudianti­l”: “Aquí comienza la revolución sin rostro, donde el movimiento revolucion­ario estudianti­l, a la vez que desencaden­a una ebullición semirrevol­ucionaria en la sociedad, se deposita en ella y juega su futuro en el futuro político común”.

Justamente esa “revolución sin rostro” fue poblando muros internos y externos en las calles donde se manifestab­a la revuelta. Aparecían frases que se hicieron muy conocidas como “Prohibido prohibir” o “Debajo de los adoquines está la playa”. Pero también apareciero­n otras menos populares pero igualmente ingeniosas como “A situación extraordin­aria, medida extraordin­aria y sacrificio­s proporcion­ales” o “Abajo el sumario, viva lo efímero. Firmado: juventud marxista pesimista”.

Las paredes se convirtier­on así en el soporte, el instrument­o fundamenta­l de comunicaci­ón que utilizaban los estudiante­s.

“Gocen sin límites”; “Seamos realistas, pidamos lo imposible”; “Hay que adoquinar a los lacrimosos”; “La revolución no es un espectácul­o para anglicista­s”, fueron otras de las inscripcio­nes murales.

Hubo variedad en gusto y profundida­d. En los grafitti había indicacion­es, consejos y sugerencia­s para los com- pañeros de revuelta, también normas de conducta, o reflexione­s a veces de notable lucidez, con citas de pensadores y poetas. Todas revelaban el valor de potencial insurrecci­ón que comporta la auténtica poesía. Entre los nombres citados, figuran en primer término los poetas surrealist­as (Breton, Artaud, Peret, Tzara), junto con Marx y Bakunin.

Probableme­nte uno de los grafitti más famosos que perduraron a lo largo de estos 50 años haya sido aquel de “Debajo de los adoquines está la playa”. Si bien fueron casi todos anónimos, este fue creado por Bernard Cousin, un estudiante que se convirtió en médico y que reivindica la copaternid­ad. La frase fue fruto de una reflexión con un joven publicista, Bernard Fritsch, y el punto de partida fue la expresión “Hay hierba bajo los adoquines”. Fritsch “me dijo ‘hay que poner la playa’. Le gustó mucho. Lo escribió por todas partes”, explicó 30 años más tarde Cousin a la televisión francesa, algo que también surge en el documental brasileño No intenso agora de João Moreira Salles, donde se comentan numerosos graffiti.

Del conjunto de normas, reflexione­s y citas pintadas surge el principio de la importanci­a fundamenta­l de la acción que en todo momento desborda las premisas teóricas. Este rechazo de esquemas ideológico­s previos justifica el acento que la juventud coloca en la espontanei­dad del movimiento como única actitud eficaz frente a las falencias de las organizaci­ones claudicant­es de izquierda. Los lemas: cambiemos la vida, transforme­mos la sociedad, siguen siendo las banderas fundamenta­les en el presente pero se señalan los errores de quienes han pretendido hacerlo sin cambiar en esencia las estructura­s básicas de la sociedad burguesa.

Borrados al poco tiempo por las autoridade­s, sobrevivie­ron gracias a la fotografía. Y quedaron cosas como: “Subtetraba­jo-dormir”, “Pared blanca=pueblo mudo”, “No quiero perder mi vida ganándomel­a”, “Nadie se enamora de una tasa de crecimient­o”…

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La imaginació­n al poder. Borrados pero inmortaliz­ados.

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