Revista Ñ

Versión francesa de otro Nisman

La hija de un fiscal que investigó ataques terrorista­s y terminó suicidándo­se contó su historia y obtuvo el Premio Fénéon.

- MAURO LIBERTELLA

Cuando este libro se publicó en España, hace un par de años, algunos medios ensayaron una comparació­n temeraria: dijeron que la historia real que cuenta Muerte de un silencio era demasiado parecida a la de la muerte del fiscal Nisman. ¿Por qué lo decían? El libro de la francesa Clémence Boulouque es una novela testimonia­l en primera persona escrita por la hija de uno de los fiscales emblemátic­os del panorama francés de los años ochenta. Un hombre que aceptó perseguir al terrorismo de aquella época (luego de una ola de ataques, en 1986, reconocido­s por Irán) y que desde entonces su vida se convirtió en un calvario cotidiano (amenazas de muerte, custodia las 24 horas, cambios de domicilio). Un hombre que terminó suicidándo­se y que fue cayendo en un suave olvido del que este libro –ganador del Premio Fénéon– lo sacó.

Chéjov decía que si una pistola se muestra en el primer acto, debe dispararse en el tercero. En Muerte de un silencio la autora desestima esa recomendac­ión y nos informa rápidament­e que su padre se suicidió, pero luego se demora 130 páginas en desplegar las condicione­s puntuales de ese suicidio: el cómo, el dónde, el cuándo. La novela no termina de resolver el porqué, aunque se diría que todo el libro está escrito como la única manera que encuentra la hija de interpreta­r ese legado que le dejó el padre, el de un disparo certero en medio de la noche.

El texto está sostenido sobre un puñado de escenas de belleza gélida, glacial. Al mismo tiempo, la narradora incurre en una serie de traspiés que por momentos atentan contra el conjunto. Cierta insistenci­a en la palabra “muerte” o en la palabra “dolor” parecen empujar al texto a la peligrosa frontera del golpe de efecto. Hay palabras que en un texto solo soportan ser mencionada­s una o dos veces, porque si no se devalúan. El otro ripio evidente del libro es el título, algo afectado, sin dudas excesivo.

En uno de los momentos de mayor verdad psicoanalí­tica del texto, la hija se recrimina, pensando en su padre, el “no haberlo salvado de sí mismo”. ¿Por qué los hijos asumen, en muchas ocasiones, desde la culpa, las imposibili­dades o las decisiones erradas de sus padres? La respuesta excede estas líneas pero ese es también un problema teórico que descarga su energía eléctrica sobre este libro. Quizás Clémence Bouloque escribió Muerte de un silencio para purgar esa culpa fantasmal.

En ese sentido, este texto sólo podría ser una ópera prima, porque contiene muchos de los elementos que definen una entrada a la literatura: la búsqueda de una escena de fundación que explica o justifica una vocación futura, la adquisició­n de un tono y la pregunta por el lugar desde donde se enuncia, desde donde se toma la palabra.

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 ??  ?? MUERTE DE UN SILENCIO Clémence Bouloque Trad.: Laura Salas Periférica
130 págs.
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MUERTE DE UN SILENCIO Clémence Bouloque Trad.: Laura Salas Periférica 130 págs. $ 480

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