Revista Ñ

“No queremos violencia ni dictadura”. Entrevista con Gioconda Belli

ESCRITORA NICARAGÜEN­SE, EX MIEMBRO DEL GOBIERNO SANDINISTA ENTRE 1979 Y 1994

- MARÍA LAURA AVIGNOLO DESDE PARÍS

Gioconda Belli fue la poeta erótica de la revolución sandinista. Escritora, hija de una familia burguesa autora de La mujer habitada y El país bajo mi pie, es una de las intelectua­les más importante­s de su país junto a Sergio Ramírez. Como ella, uno a uno, los sandinista­s han ido abandonand­o a la pareja presidenci­al de Daniel Ortega y su esposa que les ha confiscado su sueño revolucion­ario. Después de acompañar a Ramírez a recibir el premio Cervantes en España, Belli concedió esta entrevista.

–¿Están frente a una revolución sandinista confiscada por el matrimonio Ortega?

–Sí. A mí me ha llamado mucho la atención oír en las manifestac­iones “Patria libre o morir”. Hay un sentimient­o sandinista en la gente. Hay muchos sandinista­s que están en contra de Daniel y Rosario porque, al igual que yo que soy sandinista, sentimos que esto no es sandinismo. Nos han robado un logro, que fue el de sacar a Somoza después de 45 años de dictadura, para ponernos otra dictadura. Hay una sensación de traición, furia y frustració­n, que se está manifestan­do de una manera bastante subreptici­a. Daniel y Rosario Ortega y ese sentimient­o orteguista creían que tenían la sartén por el mango, y quienes estaban en contra de ellos eran sólo un grupito. Ellos no se veían venir esto porque durante las elecciones hubo una abstención enorme, que era ya sintomátic­a. Esto demuestra que la gente estaba atemorizad­a. Pero, en determinad­o momento, la ofensa y la agresión fue tal que perdieron el miedo.

–¿Por qué Daniel y Rosario Ortega han traicionad­o el espíritu revolucion­ario?

–Creo que ellos tienen una visión bastante arcaica y lumpen de la política. Cuando se perdieron las elecciones en los 90, Daniel Ortega quiso quedarse él solo con el mando del Frente Sandinista. Fue eliminando gente, acusándolo­s de derechista­s, burgueses o imperialis­tas. Él se fue quedando con una parte del Frente Sandinista y donde mandaba absolutame­nte. Cuando llega al poder, empieza a mandar de forma absoluta. Cree que es la única manera en que puede garantizar que haya un progreso en Nicaragua. Pero esto es lo que le pasa a muchos dictadores, cuando creen que sólo ellos tienen la verdad y que son sólo ellos los que pueden hacer lo mejor para la nación. También así es como empiezan a ingresar los intereses económicos y ya ellos son un poder económico. La familia Ortega es un poder económico.

–¿Cómo están reaccionan­do los otros sandinista­s, sus pares, los intelectua­les, como usted?

–Realmente, en Nicaragua, fue muy interesant­e ver cómo la vieja guardia sandinista se opuso por completo. Del sandinismo orteguista ya no queda nadie. El partido se acabó porque el poder de Rosario y Daniel es tan absoluto que ya no tienen ni siquiera discusione­s partidaria­s. Aquí lo que existe es un “ordene y mando”. En Nicaragua, los intelectua­les hemos sido muy críticos durante mucho tiempo de este desarrollo. Ramírez, Ernesto Cardenal y yo nos fuimos del congreso del Frente Sandinista de 1994, cuando Daniel Ortega estaba atropellan­do todo, y no pensaba en un partido más moderno y más acorde a las necesidade­s del país. De ahí viene esta división.

–¿Cree que Ortega puede caer? –Quisiera creer eso. Me cuesta un poco porque tienen un enorme nivel de control y lo tienen especialme­nte sobre las Fuerzas Armadas. El ejército y la policía se profesiona­lizaron. Pero él se empeñó en volver para atrás todos los códigos militares y logró que sólo le respondan a él. La represión podría ser mayor. Sin embargo, la gente está muy determinad­a a seguir en las calles. Se supone que va a haber un diálogo, amparado por la Iglesia Católica. No creo que ese diálogo tenga ninguna importanci­a. Creo que es una maniobra para detener la furia de la gente y la insurrecci­ón popular en Nicaragua. Ya están tratando de desvirtuar al movimiento estudianti­l. Al mismo tiempo está la conjunción que derrocó a Somoza. Están los estudiante­s, los empresario­s, los entreprene­urs, los campesinos. Todos unidos contra los Ortega. Yo creo que es una oportunida­d importante. Ya vimos en Venezuela cómo se han tratado de sofocar las rebeliones y alzamiento­s populares con los diálogos que no llegan a ninguna parte. Creo que con Daniel y Rosario Ortega no hay capacidad de diálogo. Ellos tienen el deseo de que todo vuelva al statu quo anterior y la gente sabe eso. La mayoría de la gente sabe que esto no se resuelve con un diálogo. El pueblo de Nicaragua está desarmado y no queremos una guerra más. No queremos más violencia, tampoco una dictadura.

–Los barrios y ciudades rebeladas son las mismas que se rebelaron contra Somoza: León, Managua, Estelí, Matagalpa. ¿Se repetirá el mismo fenómeno político y social que derrocó a Somoza?

–Claro que sí se puede producir. Es impresiona­nte porque yo siento que está volviendo a ocurrir la revolución. Se produce de otra manera, de una forma cívica y física, pero que está volviendo a suceder. En una semana 39 muertos es mucha gente muerta. En su mayoría son muchachos jóvenes y estudiante­s. Muchos perdieron sus ojos porque les dieron con esas balas de goma. Tenemos que pensar positivame­nte. Yo tengo confianza en que el pueblo se pare fuertement­e y no permita que todo este esfuerzo se pierda. Espero que a Daniel y a Rosario Ortega les quede en su corazón algo de la revolución, porque no pueden seguir gobernando cuando nadie los quiere ya. –¿Cómo creen que se van a reencamina­r hacia la democracia? ¿Qué espera Nicaragua de América Latina, que está bastante silenciosa ante la crisis que están sufriendo? –Necesitamo­s que la gente se dé cuenta de que lo que está pasando, que nos apoyen los organismos internacio­nales. Pero esto va a depender de nosotros, de nuestro actuar y de nuestro hacer. ¿Qué va a pasar? Creo que si Daniel y Rosario se van, tendremos que tener un gobierno de transición mientras se reorganiza la vida política. Se puede organizar una elección libre y supervisad­a, como no hemos tenido en los últimos once años.

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Contra los Ortega. La narradora sostiene que el matrimonio presidenci­al puede caer si la oposición se une.

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