La ecología de los 60, por Pilar Altilio
Una colectiva –en el Museo Sívori– despliega las muchas formas en que los artistas argentinos abordaron el tema del medio ambiente durante el último medio siglo.
La punta de lanza fue la acción de Nicolás García Uriburu, cuando el 19 de junio de 1968 tiñó los canales de Venecia “con un sodio fluorescente e inocuo que por ese entonces usaba la NASA”. Con el correr del tiempo hubo acciones similares de otros artistas con su correspondiente registro en otros territorios. Hoy esas acciones comparten la muestra Ecologías en el Museo Sívori con las coloraciones del recordado García Uriburu. El curador de la muestra, Sebastián Vidal Mackinson, integró en el espacio del Sívori obras de artistas consagrados con las de otros mucho más jóvenes que, con formaciones diferentes y actuando en contextos también diversos, continuaron trabajando sobre el tema de la ecología.
Entre las obras de los mayores se destaca la que Víctor Grippo y Jorge Gamarra, un avezado constructor de lo cotidiano, realizaron en 1972 en la Plaza Roberto Arlt en el marco de la exhibición Arte e ideología. CAYC al aire libre: “Construcción de un horno popular para hacer pan”. Esa acción –en la que colaboró un trabajador rural– intentaba operar en el espacio público, pero en un contexto social que se presentaba hostil en relación con las libertades ciudadanas. De hecho, el plan de los autores de hacer pan y luego convidarlo fue desbaratado al día siguiente por la fuerza pública, que desactivó también las otras intervenciones. Una serie de fotos apaisadas y muy bien copiadas dan cuenta de esa construcción sin que se perciba lo efímero del plan.
Esta reconstrucción convive con otra materialidad, en uno de los proyectos de Gabriel Baggio, “La Pampa se ve desde adentro” (2018), en el que utensilios hechos con el fuego del horno cerámico, dan vida a un alineamiento de bellas, doradas e inútiles herramientas, pues una pala de cerámica no cumple el mismo propósito que una de metal.
“En Ecologías la denuncia, el señalamiento, la construcción manual, la transmisión de saberes, la contemplación, la imposibilidad de contener el agua y el tiempo, la transformación, la instrucción y la indicación se hacen presentes como operaciones que se vuelven visibles”, sostiene Vidal Mackinson. Bajo ese plano, el curador usa los elementos como puentes entre esas producciones. Aparecen tanto el registro de “Tierra”, obra de Carlos Ginzburg, como “Segmento de recta A-B= 53.000 mts”, de Juan Carlos Romero (ambas de 1971) que “convocaron al cuerpo como agente de percepción en movimiento”, como remata acertadamente el texto curatorial. El tipo de relaciones que se establecen entre obra y espectador también se percibe en un espacio recreado y ficcional como el de Juan Pablo Renzi, “Paisaje” (1968) pero usando una temporalidad detenida como “paisaje inmóvil que involucra, también, al aire, el agua y la tierra”.
En “Strong and Tender” (2015), de Jimena Croceri, esa relación de caja contenedora se tensa mientras sucede hasta manifestarse en la evidencia como impracticable para recibir y aguantar un líquido. Esa obra y otras como la de Donjo León, “Play” (2016), su primera construcción compleja que opera a la vez como fuente e instrumento pues un visible dispositivo de goteo sobre cacharros, van generando sonoridades de distinto ritmo. Aunque estas generaciones estén manifestando su forma peculiar de ver el tema, funcionan como soportes de ideas que hacen visible una línea de uso de los elementos para incorporar una exhortación al espectador.
Indian Falls, First Study (10 Seconds) (1973) y 20 Seconds (In the Life of a Palm Tree) (1975/2012), de Leandro Katz, son capturas analógicas conseguidas mediante el uso de cámaras mecanizadas que permitían disparar una secuencia donde es apenas perceptible cualquier cambio. El mismo sentido de la sentencia de Heráclito sobre aquello de “no te bañarás dos veces en el mismo río” es el componente de una recordada acción de Edgardo Antonio Vigo, Señalamiento Nº 8 (1971) cuando devuelve, en el mismo lugar y hora, agua tomada un año anterior.
“Calendario 2005/2006”, de Erica Bohm se propone el registro de los cielos a lo largo de 365 días mediante capturas de polaroid y por ello el curador menciona en el texto una aclaración que bien vale para describir la manera en la que ha operado para integrar ese conjunto de formaciones y contextos. Por un lado, una gran parte trata “sobre la relación fluida y porosa entre arte y naturaleza bajo una mirada ecológica” y, por otra, se proponen acercamientos al tema que exploran un componente metafórico que las hace percibir próximas y vigentes.