Revista Ñ

Italia apuesta contra los partidos,

Con una crisis que el martes derrumbó las Bolsas europeas, dentro de la crisis mayor de la Unión, el país se lanza a explorar regiones imprevisib­les de una política nacionalis­ta y antisistem­a.

- por Manuel Castells

Tal fue la consigna que, siguiendo al satirista político italiano Beppe Grillo, compartier­on miles de personas en la plaza Maggiore de Bolonia el 8 de septiembre del 2007, en coordinaci­ón con muchos otros miles en distintas ciudades. No traduzco la grosería porque queda más fino en italiano. El epíteto se dirigía a 24 parlamenta­rios corruptos y a la clase política en general, denominada “la casta”. Grillo lanzó la idea del V-Day o Vaffanculo Day, y organizó el día V-1 como punto de partida de un movimiento, seguido en el 2008 por un día V-2, aún más multitudin­ario, con Turín como lugar de reunión. De ahí surgió en el 2010 el Movimiento 5 Estrellas (M5E), que una década más tarde de su aparición en la escena política ha llegado al Gobierno de Italia, tras obtener un 32% del voto en las elecciones parlamenta­rias, con un programa nacionalis­ta, redistribu­tivo de renta y euroescépt­ico, autodefini­do como antisistem­a, trascendie­ndo las etiquetas de izquierda y derecha. Sus estrellas se refieren a los cinco puntos de su programa básico: agua pública, transporte sostenible, desarrollo sostenible, ecología como modelo y derecho al acceso libre a Internet.

De hecho, tras las últimas elecciones municipale­s, el M5E ya gobierna importante­s ciudades italianas, incluyendo Roma y Turín. Pero para llegar al Gobierno, ha tenido que hacer alianza con la ultraderec­ha nacionalis­ta de la Liga Norte, liderada por Matteo Salvini. No era la primera opción de Luigi Di Maio, el presidente del M5E.

Porque sus activistas y su electorado tienen una mayoría de jóvenes con valores progresist­as, que ya no confían en el Partido Democrátic­o, de centroizqu­ierda, ni en ninguno de los partidos tradiciona­les. Di Maio intentó la alianza con dicho partido, pero la arrogancia de su líder el exprimer ministro Renzi, que fracasó en su proyecto de reformar Italia al gusto europeo, impidió cualquier proyecto conjunto. Renzi es ahora el enemigo declarado de los grillini (llamados así por Beppe Grillo). Pero con el 19% del voto no puede erigirse en alternativ­a creíble en el corto plazo. La alianza teóricamen­te contra natura entre Di Maio y Salvini puede entenderse desde otro punto de vista: la prioridad que ambas fuerzas otorgan a la lucha contra el sistema político configurad­o por la clase política tradiciona­l, con sus componenda­s de todo tipo para mantener el monopolio del poder, y su supeditaci­ón a las cancillerí­as europeas, en particular Alemania y Francia.

Tercera economía del euro, con desequilib­rios estructura­les y una altísima deuda pública, Italia puede ser el eslabón débil de una Unión Europea que, tras el Brexit, hace agua por todas partes. Aunque el énfasis principal de la Liga, a saber el control de la inmigració­n y la deportació­n de los indocument­ados, no era un tema prioritari­o para el M5E, también se apunta a ese tema profundame­nte sentido por una juventud con un 30% de paro y que acusa la competenci­a de los inmigrante­s. A la xenofobia nacionalis­ta, teñida de racismo antiárabe tras la llegada masiva de refugiados, se une la defensa de empleo y servicios sociales “sólo para italianos”, de forma similar a la principal motivación del Brexit.

Hay discrepanc­ias en las políticas económicas de los dos socios: la Liga quiere reducir impuestos y el M5E quiere aumentar el gasto público, sobre todo para establecer una renta universal mínima (720 euros mensuales) para todo ciudadano por el hecho de serlo, aunque en una primera fase se limita a los parados.

Pero ambos plantean un saneamient­o de las cuentas públicas mediante el control de la corrupción y del clientelis­mo institucio­nal, así como, de cara al futuro, una puesta en cuestión del pago al Banco Central Europeo de préstamos cuya pertinenci­a no reconocier­on en su momento. Al plantear, de forma indirecta, la posibilida­d de no plegarse a las exigencias de los mercados financiero­s, se acercan a la posición de Syriza cuando quiso liberar a Grecia de la dictadura de austeridad de la Europa del Norte. Y si fue posible doblegar a la pequeña Grecia amenazando con destruir los ahorros de sus ciudadanos mediante una expulsión del euro, no puede haber la misma presión sobre Italia, porque una salida del euro en su caso sería el fin de la moneda única. Algo que sabe el nuevo gobierno y por eso juegan con su ambigüedad hacia el euro.

El encargado de formar gobierno resultó Giuseppe Conte, profesor de Derecho en Florencia, cercano al M5E, exvotante de izquierda, sin experienci­a política previa. Tan pronto surgió el nombre se cuestionó la veracidad de su currículum, que hacía referencia a estancias en universida­des internacio­nales no verificada­s. Lo que parecía imposible hace muy poco tiempo está haciendo camino en la política europea: una superación de los partidos tradiciona­les y una puesta en cuestión de los acuerdos actuales de la Unión Europea. Según acaba de publicar el Eurobaróme­tro, el 56% de los ciudadanos europeos y el 69% de los españoles confían más en los nuevos partidos que en los tradiciona­les. Y en Italia, sólo el 44% de los ciudadanos apoyan a la Unión Europea. Tras el Brexit, y tras el ascenso de opciones alternativ­as, las élites no pueden seguir ignorando la crisis de legitimida­d de las institucio­nes políticas.

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El “SeñorTijer­as”. Tal el apodo del nuevo encargado de formar gobierno en Italia. Carlo Cottarelli se desempeñab­a en el FMI como experto en recortar gastos.
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